Vuelves a casa, entras un momento al supermercado. Pese a que ayer hiciste disciplinadamente la compra semanal con tu lista, te das cuenta que necesitas una botella de aceite de oliva porque se te ha acabado. Al comprarla, encuentras otros dos o tres productos que no tenías planificado adquirir ni habías identificado como necesarios, pero que “te han entrado por los ojos”. Han sido solo seis euros más, nada importante. Como seis pequeñas hormigas.
Pero si repites habitualmente esa conducta, y lo contabilizas, descubrirás que, a final de mes, son unos 30 euros más de alimentos de los que no habías planificado su compra. Unos 360 euros de más al año.
Qué decir cuando vas a la compra con tu maravilloso hijo pequeño, con una lista en el móvil de lo que necesitas, pero la criatura te descuadra tu lista con todos esos caprichos, de los que siempre acaba llevándose algo: patatas, galletas de chocolate o esos cereales nuevos.
Vas camino del trabajo y te tomas tu café de arranque del día antes de entrar en la oficina, en lugar de tomarlo en casa. O te bajas al bar o cantina a media mañana y te tomas un pequeño desayuno.
El café son solo 1,50 euros. Pero a final de año, día tras día de un solo café diario son otros 360 euros “de menos” en tu bolsillo. El desayuno te cuesta 3,50 al día, 847 euros anuales considerando todos los días laborables. Desayunar en casa, o llevarse el almuerzo de media mañana a la oficina, posiblemente cueste en torno a 1,5 euros diarios. Eso son solo dos euros día de ahorro. Pero en un año completo supone un ahorro de 485 euros. Suma y sigue…
Los anteriores son algunos de los gastos hormiga, que son pequeños gastos en los que incurrimos cada día de forma rutinaria, casi sin darnos cuenta. Cada uno de ellos, individualmente, son de muy pequeño importe. Pero la suma de todos ellos puede suponer una cantidad considerable a final de cada año, empeorando nuestro bienestar financiero y dificultando que alcancemos nuestras metas financieras.
Y luego están los gastos vampiro, que “chupan” recurrentemente los euros en tu cuenta corriente, también sin que apenas lo percibas. Lo que es peor, estos se pagan por servicios o productos que, o bien apenas usas, o bien usas en menor medida, por lo que ese gasto no te aporta valor.
Por ejemplo, una suscripción a una plataforma de televisión de pago: 13 euros mensuales, 156 euros anuales. O 50 euros adicionales mensuales por los paquetes completos de fibra+movil+TV, y no ver apenas la TV. O también una plataforma de música en streaming. O estar apuntado en un gimnasio, y apenas ir, pero mantenerte inscrito porque tu conciencia no te lo perdona. Sin mencionar las compras impulsivas, ya sea en portales online o en tiendas físicas. Tienes 6 bolsos, pero has encontrado esa preciosidad un 65% rebajada. Antes de encontrarlo no se te pasaba por la cabeza que necesitases un bolso.
Revisar y adaptar el importe de esos gastos vampiro a nuestro uso real de esos servicios o productos mejoraría nuestra salud financiera. Por ejemplo, ajustando lo contratado en plataformas a paquetes más económicos o directamente cancelando la suscripción. Nos permitiría destinar ese gasto innecesario, no realizado, a nuestro ahorro o alguno de nuestros objetivos financieros (formación, vivienda, hobbies…).
Respecto a los gastos hormiga, no se trata de eliminarlos completamente. Estamos aquí para ser felices y darnos esos pequeños placeres. Se trata de tenerlos bajo control y que no superen un limite máximo que nos hayamos fijado. Para ello podemos:
1.- Identificar, apuntar y tener controlados esos pequeños gastos, tanto el concepto como el importe. Si consultas tu app de banca online, verás todos esos micropagos que hayas hecho con tarjeta.
2.- Analizar cuáles de esos gastos hormiga son prescindibles y en cuáles puedes buscar una alternativa más barata.
3.- Incluirlos en el presupuesto personal, estableciendo una determinada cantidad mensual máxima a esos gastos hormiga y ceñirse a esa planificación.
Por último, otros consejos de acciones singulares para mantener bajo control los gastos hormiga y vampiro:
1.- Alimentación y productos del hogar: prepara una lista de la compra y cíñete a ella. Haz la compra con “el estómago lleno”.
2.- Valora si haces un uso suficiente de distintos servicios que tengas contratados, como las suscripciones.
3.- Ten cuidado con caer en las compras impulsivas. Piénsalo dos veces, posponiendo la decisión unas horas.
4.- Planifica los menús semanales y la compra de alimentos además de para ciertos alimentos básicos puedes comprar marcas blancas.
5.- Pagar con tarjeta te ayudará a controlar esos gastos hormiga, mejor que si pagas en efectivo.