Tras las fuertes ventas de principios de abril provocadas por los aranceles, las bolsas mundiales experimentaron un rápido rebote que continuó en mayo. El S&P 500 se anotó el mejor mes de mayo desde 1990 y está ahora a apenas un 2,8% de su máximo histórico, mientras que los índices MSCI Asia-Pacific y Stoxx 600 se sitúan aún más cerca del suyo.
El catalizador de esta recuperación fue la alentadora evolución de la guerra comercial. Sin embargo, aunque muchos mercados bursátiles se encuentran cerca de los máximos anteriores al Día de la Liberación, ahora nos enfrentamos a un nuevo panorama marcado por el aumento de los aranceles de partida, las medidas específicas de cada sector y los aranceles específicos de cada país fijados para el 9 de julio. Las restricciones comerciales también se enfrentan a obstáculos legales.
Aunque los efectos iniciales de los aranceles tardarán algún tiempo en reflejarse en las estadísticas económicas y en los beneficios empresariales, ya hay indicios de que la incertidumbre está afectando a la confianza de los consumidores y las empresas. Los inversores empiezan a cuestionar algunos pilares del éxito de EE.UU. como destino de inversión: la estabilidad de la política presupuestaria, la fortaleza del dólar y la fluidez de los intercambios comerciales y los flujos de capital.
La incertidumbre se ve agravada por la ley One Big Beautiful Bill Act, que espera la aprobación del Senado tras ser aprobada por la Cámara de Representantes. Esta ley podría provocar una mayor volatilidad de los tipos del Tesoro estadounidense e incrementar los costes del servicio de la deuda. La ley también conlleva nuevas amenazas para la integración global: el artículo 899 pretende desmantelar los convenios tributarios imponiendo gravámenes a los titulares extranjeros de activos estadounidenses, lo que podría crear importantes barreras a la circulación de capitales.
Podríamos estar en los albores de un cambio de régimen económico y estos periodos suelen ir acompañados de una ruptura de las hipótesis financieras tradicionalmente fiables. Por ejemplo, el dólar estadounidense ha caído en los dos últimos meses, mientras que los rendimientos del Tesoro han subido, desafiando la pauta habitual según la cual los rendimientos más altos atraen demanda de dólares. Este hecho sugiere un cambio hacia la diversificación internacional, especialmente en los mercados de tipos y divisas. De hecho, los datos recientes sobre los flujos de los fondos de inversión indican una modesta rotación desde la renta variable estadounidense hacia Europa, Japón y los mercados emergentes.
A escala mundial, existen oportunidades prometedoras. Europa, especialmente Alemania, ofrece perspectivas ligadas a los estímulos presupuestarios, el gasto en defensa y los recortes de tipos del BCE, y las valoraciones son menos exigentes que en EE.UU. El crecimiento del PIB de China en el primer trimestre superó las estimaciones de consenso, mostrando de este modo su resistencia, y esperamos que continúen los estímulos monetarios y presupuestarios de las autoridades.
La economía japonesa se encuentra en una fase diferente del ciclo económico en comparación con otros países desarrollados. Está realizando la transición a unos niveles de inflación normalizados, lo que se traduce en un aumento de los salarios y del consumo de los hogares. Nos gustan sectores como la construcción, las TI, la gran distribución y los servicios públicos, que encuentran impulso en la demanda interna y están relativamente protegidos de los aranceles estadounidenses y de una desaceleración económica china.
Mantener la diversificación de las carteras es fundamental para una política de inversión sensata, pero también hay puntos positivos en la renta variable estadounidense. Los resultados del primer trimestre arrojaron el segundo trimestre consecutivo de crecimiento de dos dígitos de los beneficios, y la IA y los sectores tecnológicos siguen prosperando, como se observa en los impresionantes resultados de Nvidia. Este año prevemos un crecimiento de los beneficios de un dígito entre medio y alto, lo que, unido a la tendencia a la baja de los tipos de interés en EE.UU., debería sostener los múltiplos de valoración, aunque sean elevados.
Artículo escrito por Stuart Rumble, responsable de Dirección de Inversiones para Asia-Pacífico de Fidelity International.
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