En los últimos diez años, el relato de Europa como una región para invertir ha estado marcado por la cautela. El bajo crecimiento, la incertidumbre política, la abundante regulación y la percepción de que el continente está lleno de empresas de la “vieja economía” se han citado como razones a las que los inversores deberían prestar atención. Sin embargo, un proceso de transformación está en curso y los planes de gasto de la Unión Europea para paliar el COVID-19 podrían acelerar la exposición de la región a áreas de mayor crecimiento. A continuación, los gestores exponen los argumentos que podrían permitir el comienzo de una “década de Europa”.
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