La mayoría de inversores están en un punto muerto a la hora de alcanzar sus objetivos financieros, pues no tienen objetivos financieros definidos (casi seis de cada 10) ni un plan para alcanzarlos (el 68%) y se debaten entre el deseo por altos retornos – y poco realistas desde un punto de vista histórico, pues desean ganancias medias del 9% al año por encima de la inflación- y su poca disposición a asumir riesgos. Esta situación se agrava teniendo en cuenta que los inversores se apoyan en poco más que en su instinto como guía para lograr el éxito en sus inversiones –algo que hacen ocho de cada diez inversores-, y que además carecen de conocimientos financieros.
Según un reciente estudio de Natixis Global AM, existe una desconexión entre los deseos y lo que hay que hacer para poder cumplirlos. Así, 7 de cada 10 inversores mundiales entran en conflicto a la hora de equilibrar los riesgos y los retornos en sus decisiones de inversión (el 76% en Latinoamérica, la cifra más alta por regiones solo por detrás de Oriente Medio). Y, forzados a elegir, el 78% prefiere la seguridad frente a la rentabilidad, según los resultados de un estudio entre 5.950 inversores de todo el mundo.
Natixis GAM explica que muchos inversores son incapaces de dar pasos adelante, “atrapados en una batalla psicológica entre el apetito por los retornos y el deseo de seguridad para sus activos”. Por eso, y aunque el informe concluye que existen señales positivas sobre la búsqueda de nuevas perspectivas para invertir (por ejemplo, formas más personales de medir el progreso hacia los objetivos), el hecho es que “sin un dramático cambio de curso tanto en los inversores como en los asesores, millones de ellos permanecerán atrapados en posiciones neutrales y expuestos al mayor riesgo de todos: fallar a la hora de alcanzar sus objetivos financieros”.
«Muchos inversores han fijado objetivos de inversión agresivos, pero no tienen una manera realista de cumplirlos”, indica John Hailer, consejero delegado de Natixis Global Asset Management para América y Asia: «Algo tiene que cambiar. Los mercados han llegado a nuevos máximos y los inversores en general se sienten cómodos con la rentabilidad de sus carteras. Pero, sin un plan que incorpore el riesgo individual y el benchmarking personal, las probabilidades de que los inversores alcancen sus objetivos disminuyen, y ése es el mayor riesgo».
Por todo ello, y en un entorno de mayor volatilidad, la gestora apela a un cambio en la perspectiva de los inversores que incluya un nuevo entendimiento de los riesgos y las recompensas, índices de referencia con sentido y una mayor disciplina en el proceso de inversión, de la mano de asesores que entiendan los objetivos y la tolerancia al riesgo. Una perspectiva que gestione el riesgo como oportunidad más que como un mal de las inversiones y que, a través de la diversificación, permita a los inversores dar un paso adelante.
Menor confianza y bajos conocimientos
Y es que, según el estudio, la volatilidad ha erosionado la confianza de dos tercios de los inversores mundiales, el 66% del total, cifra también en Latinoamérica y que llega al 74% en Europa. Los más confiados son los estadounidenses, donde solo el 49% dice que la volatilidad ha mermado su confianza. Solo el 20% de los inversores mundiales están muy confiados en que su actual perspectiva de inversión les permitirá proteger sus carteras de dramáticos cambios de valoración en los mercados y el 55% dice conocer estrategias que producen retornos estables.
Además, solo 2 de cada 10 inversores mundiales sienten que su conocimiento sobre inversiones es muy alto, cantidad que se limita al 8% en Latinoamérica, la región más baja, junto con otros países europeos como España y Francia. Y dos tercios reconocen que una estrategia tradicional con renta variable y fija en las carteras ya no es la mejor forma de lograr sus objetivos, aunque seis de cada diez no entienden las inversiones alternativas.
Evidencias de cambio
Con todo, según el estudio hay evidencias de que algo empieza a cambiar en el comportamiento de los inversores: existe una prioridad creciente entre dos tercios de los inversores por hacer crecer su capital, frente a la protección del mismo. Además, el 84% dice que intenta medir el riesgo de su cartera y la mitad dice poder aguantar mayores niveles de riesgo ahora con respecto a hace un par de años. “Los inversores están también empezando a mirar el riesgo y la rentabilidad de forma más personal que antes, lo que les ayudará a entender mejor sus objetivos y su tolerancia al riesgo”, dice el estudio. Por ejemplo, el 63% está más preocupado por alcanzar sus objetivos de inversión específicos que por batir al mercado y el 67% está dispuesto a fijarse un objetivo de retorno independientemente del mercado. Incluso el 76% dice que estará satisfecho si logra sus objetivos incluso aunque ello signifique obtener menos retornos que los índices.
SegúnSophie del Campo, directora general para Iberia de NGAM International Distribution, «los inversores españoles no solo están interesados en batir al mercado, sino que comienzan a tener una visión más personal del riesgo y la rentabilidad. En este sentido, piden a la industria que avance hacia el benchmarking personal, para que les ayude a comprender mejor sus objetivos y sus niveles generales de tolerancia al riesgo».
Otro aspecto positivo es que cada vez más inversores están dispuestos a apoyarse un asesor para lograr sus objetivos de inversión: el 63% lo usa, al menos de forma ocasional, un 10% más que hace un año. Ese “uso” es mayor en EE.UU. –con el 67%-, donde la confianza y los conocimientos financieros son mayores, y menor en Asia–con el 55%-, donde ocurre lo contrario. En Latam, su uso es del 59%, algo menor que en Europa (con el 63%). Esto es importante porque en general aquellos inversores que cuentan con asesor tienen más probabilidades de contar con claros objetivos de inversión y un plan claro para alcanzarlos, así como mayor conocimiento financiero y tolerancia al riesgo.
Persistencia del miedo
Con todo, cinco años después de la crisis los miedos persisten. Dos tercios de los inversores mundiales dicen que están dispuestos a tomar un mínimo riesgo aunque ello suponga sacrificar retornos: en Europa el 71% no está dispuesto a incrementar el riesgo, desde el 68% de hace un año, mientras el 56% dice lo mismo en EE.UU., donde la tolerancia al riesgo es mayor. En Latam, lo admite el 61%, lo que muestra su posición más atrevida frente a Europa.
Pocos planes para la jubilación
Cuando se trata de jubilación, el 69% de los inversores globales muestran su deseo de retirarse a la edad de 65 años, pero solo el 22% están muy confiados de que sus actual estrategia de inversión les permita obtener ingresos estables cuando se jubilen. De hecho, el 37% de los inversores tienen muy poco conocimiento sobre los ingresos anuales que necesitarán para vivir cómodamente cuando eso suceda. Además, la mitad de ellos no sabe las rentabilidades anuales que han de lograr para alcanzar sus objetivos de largo plazo (el 16% que lo sabe apunta a retornos muy altos, en algunos casos superiores al 15%) y el 54% no sabe de estrategias necesarias para lograr ingresos estables a lo largo de los diferentes ciclos de mercado.
Sin embargo, los inversores parecen ser más conscientes de los riesgos a su estabilidad financiera en el futuro. Entre esos riesgos mencionan los mayores costes asociados a la vida en el retiro (como los costes sanitarios que no sean cubiertos por los seguro, mencionados por el 43%), la insuficiencia de las pensiones públicas (el 31% menciona una situación pública complicada y el 27% dice que derivará en fondos insuficientes para las pensiones) y unos menores ahorros debido a las condiciones de los mercados (el 26% menciona ahorros insuficientes en planes de ahorro o de pensiones; y el 25% la falta de trabajo por limitaciones físicas y el 24%, pérdida del valor de sus ahorros por el mercado).
Los menos confiados en la capacidad de conseguir sus metas para la jubilación son los inversores asiáticos, mientras los latinoamericanos y estadounidenses están al otro lado. Según la encuesta, hay tres pilares en los que se apoyarán si fallan en el intento: trabajar durante más tiempo (algo mencionado por el 31%); la asistencia pública (el 25%) o apoyarse en el cónyuge (21%).