La inversión china en Estados Unidos en el primer semestre se reduce un 92% comparado con 2017
| Por Beatriz Zúñiga | 0 Comentarios

La inversión de compañías chinas hacia el exterior ha girado hacia Europa en detrimento de Norteamérica durante los primeros seis meses de 2018, según se desprende del estudio publicado por Baker McKenzie, despacho de abogados global.
Uno de los datos que mejor señalan este cambio de tendencia es el valor de las operaciones anunciadas por inversores chinos en lo referente a fusiones y adquisiciones (M&A) que en Europa totalizaron 20.000 millones de dólares mientras que en EE.UU. fueron de 2.500 millones, nueve veces menos.
Suecia, Alemania, Reino Unido, Francia y España son los destinos favoritos del inversor chino en Europa durante la primera mitad de 2018. Los inversores chinos han realizado operaciones por valor de 12.000 millones de dólares en Europa, superando la inversión china en nuestro país los 1.100 millones de dólares en el primer semestre de 2018
En palabras de Maite Díez, socia de M&A de Baker McKenzie, esta tendencia no debería sorprendernos apuntando que “es un hecho que China está enfocando sus inversiones hacia suelo europeo. Las empresas chinas son conscientes de que los activos europeos son atractivos, tienen calidad y poseen una presencia en sus mercados que aporta valor añadido a las compañías chinas que quieren ampliar horizontes fuera de su país”.
Asimismo señala que “es destacable el impacto de la inversión china en la economía real de los países receptores, tanto en la europea como en la estadounidense, ya que los sectores que recibieron mayor impulso inversor por parte de las compañías asiáticas fueron el sanitario, automoción, salud, consumo y biotecnología”.
Reducción de la inversión extranjera china a nivel global
Según el estudio de Baker McKenzie, la tendencia de la inversión china a nivel global se estabiliza, analizando el valor de operaciones de M&A anunciadas. Desde el récord de 145.000 millones de la primera mitad de 2016 se descendió a una media de 70.000 millones durante 2017, y en la primera parte de 2018 ha alcanzado 50.000 millones, un descenso del 32% aunque superior a la media del periodo 2013-2015 que era de 39.000 millones.
El informe también apunta que la disminución detectada en la primera mitad de 2018 prosigue la tendencia descendente referente a inversiones chinas en EE.UU., las cuales alcanzaron su apogeo en el segundo semestre de 2016 con 28.000 millones de dólares, reduciéndose a 24.000 millones en el siguiente semestre y, finalmente, quedando reducida a 6.000 millones de dólares en la última mitad de 2017.
Las razones de este descenso son, principalmente, las medidas regulatorias -tanto chinas como norteamericanas- y se refleja en que las inversiones directas finalizadas por parte china en EE.UU. sólo alcanzaron los 2.000 millones de dólares, frente a los 12.000 millones de inversiones completadas en Europa en el mismo semestre, seis veces más.
Las políticas regulatorias en el foco de las divergencias
Por otro lado, el estudio de Baker McKenzie apunta que el nivel de desinversión chino en Norteamérica no tiene precedente, dado que en la primera mitad de 2018 9.600 millones de dólares fueron desinvertidos por parte de inversores chinos en EE.UU., con otros 5.000 millones pendientes de salir.
En Europa las desinversiones chinas alcanzaron un valor de 1.000 millones en la primera mitad del año, con otros 7.000 millones pendientes de desinvertir. Las razones detrás de estos movimientos fueron las medidas gubernamentales en China, que endurecieron la regulación para las empresas que quieran invertir en el extranjero, tras el boom inversor que se experimentó en 2015 y 2016.
Los datos del estudio también señalan que 12 inversiones chinas de calado se cancelaron en los primeros seis meses del año, 9 en Norteamérica y 3 en Europa. Tal y como apunta Maite Díez: “No nos sorprende que, en el actual clima de tensión comercial y subida de aranceles entre las administraciones de Washington y Pekín, los inversores del gigante asiático hayan decidido llevar a cabo un mayor número de desinversiones y cancelaciones y en general reducir su inversión directa en suelo estadounidense”.
No obstante la socia de Baker McKenzie afirma que «la tensión comercial actual no es el origen de la ralentización de la inversión china en el extranjero, ya que ésta inicialmente se produjo desde finales de 2016 por el endurecimiento de las restricciones regulatorias por parte de Pekín como consecuencia de la ingente cantidad de capitales que salieron de China en forma de inversión hacia el extranjero «.
Finalmente, desde Baker McKenzie ilustran que las perspectivas prevén un mantenimiento de la actual divergencia inversora en los próximos meses, ya que China se enfrenta a un escenario macroeconómico complejo que podría hacer que Pekín se volviese aún más intervencionista en lo referente a salida de capitales hacia el extranjero. El yuan se ha depreciado notablemente en junio frente al dólar y a otras divisas relevantes y podría acarrear consecuencias sobre la balanza comercial de China, por lo que no se descartan medidas regulatorias adicionales por parte de la administración del país asiático.