Transición climática y energética: invertir (en lugar de desinvertir) para un futuro mejor

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Foto cedidaFoto cedida por Janus Henderson

No debería sorprender a nadie que nuestro planeta se esté calentando rápidamente. La Tierra se hace hospitalaria y habitable para los seres humanos y los animales gracias a la regulación de la temperatura atmosférica por gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Desde que aprendimos que la combustión de combustibles fósiles (madera, carbón, petróleo y gas natural) libera grandes cantidades de energía, hemos aprovechado este conocimiento para crear calor, vapor y luego electricidad para el desarrollo industrial y la calidad de vida humana ha mejorado a pasos agigantados.  Este mismo proceso también genera más gases que regulan la temperatura atmosférica. Los niveles de CO2 han pasado de unas 270 ppm (partes por millón) en la era preindustrial a unas 420 ppm a finales de 2023.1 Al mismo tiempo, las temperaturas globales han aumentado alrededor de 1,1 grados centígrados en comparación con el promedio preindustrial. En la actualidad existe un consenso y un compromiso global sobre la necesidad de actuar para limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados, lo que culminará con el objetivo de descarbonización del suministro energético mundial para 2050.

Una transición energética de esta escala y velocidad es una tarea enorme y requerirá un cambio regulatorio para crear los palos (p. ej. impuestos sobre el carbono) y las zanahorias (como los subsidios y las subvenciones) que empujarán y tirarán a los actores económicos para que reduzcan suficientemente las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía. Se requiere una gran inversión y ya está en marcha. Los inversores en empresas que se dediquen a esta actividad se beneficiarán de los aproximadamente 140 billones de dólares de inversión acumulada necesarios para adaptar el sistema energético mundial, mientras que los que no puedan hacer el cambio pueden encontrarse con activos varados que conduzcan a una baja rentabilidad para los accionistas.

No es de extrañar que el interés de los inversores por integrar los factores del cambio climático en sus carteras esté aumentando. Según los datos de Morningstar, los activos gestionados por los fondos cotizados en bolsa (ETF) de la UE que siguen los índices de referencia alineados con el Acuerdo de París y la transición climática aumentaron más de un 70% con respecto a 2022 hasta los 37.000 millones de euros a finales de 2023.2 Y una encuesta realizada a inversores institucionales reveló que el 26% de los fondos de pensiones europeos ya emplean un índice de bajas emisiones de carbono y relacionado con el clima.3

Si bien es alentador ver este cambio radical en la inversión en índices con conciencia climática, es poco probable que un enfoque pasivo capture plenamente los riesgos regulatorios y financieros derivados de la evolución del cambio climático y el panorama de las inversiones sostenibles. Además, sin métricas aceptadas a nivel mundial para evaluar el riesgo climático a nivel de cartera y empresa, los enfoques de los índices dependen de la creación de puntos de referencia sobre el cambio climático que pueden estar sujetos a sesgos y opacidad.

Nuestro análisis de los fondos de transición y los ETF en el mercado indica que están fuertemente inclinados hacia las grandes empresas tecnológicas que dominan los mercados globales, y tienden a evitar los sectores críticos como la energía y los materiales como el acero, el aluminio, el cobre, el uranio y el litio, que son esenciales para la entrega y facilitación de la transición. Estos fondos también suelen tener poca exposición a ciertos sectores que son clave para la transición, como el petróleo y el gas, los servicios públicos o el sector inmobiliario, posiblemente sectores en los que hacer la transición es más importante para la sociedad y los accionistas.

Un desafío clave con un enfoque de seguimiento de índices puros para la transición energética es que los índices de referencia que emplean pueden tener exclusiones o pantallas basadas en datos y adolecer de ser retrospectivos, con datos potencialmente inexactos o incompletos. La inversión activa prospectiva, basada en el análisis fundamental y con un elemento de compromiso, añade una dimensión importante que, en nuestra opinión, aumenta la probabilidad de obtener resultados óptimos tanto para la transición como para la rentabilidad de los inversores. La naturaleza inherentemente a largo plazo y la complejidad de la transición energética se adaptan mejor a una gestión activa que incluya todos los sectores materiales climáticos y tenga en cuenta factores cualitativos como la cultura corporativa y la planificación de la transición con visión de futuro, junto con el análisis financiero.

En nuestra opinión, hay consideraciones clave que los inversores deben tener en cuenta a la hora de pensar en la transición climática y energética:

  1. La inversión con baja huella de carbono por sí sola no generará la transición energética que el mundo necesita para cumplir con los objetivos gubernamentales y corporativos de descarbonización necesarios para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados por encima de la media anterior a la revolución industrial.
  2. Existe la necesidad de invertir y comprometerse con las empresas de transición. La transición energética requerirá inversiones en ciertos combustibles fósiles puente. Necesitamos que ciertas industrias, como la de los hidrocarburos, proporcionen energía y transporte asequibles durante las próximas dos décadas mientras se desarrolla la transición energética. Obligar a las buenas empresas a desprenderse de sus activos de combustibles fósiles puede limpiar ópticamente esos negocios a medio plazo, pero no conduce necesariamente a un cambio real.
  3. La gestión activa y el compromiso con los sectores de materiales climáticos son cruciales para lograr la creación de valor a largo plazo.
  4. Las compensaciones son endémicas: no podemos hacer la transición sin los materiales proporcionados por ciertas industrias de alta intensidad de carbono, como el acero o el aluminio, lo que significa que es posible que tengamos que aceptar un mayor nivel de intensidad de carbono hoy para una menor intensidad de carbono mañana. Desde el punto de vista de los inversores, una compensación que a menudo se percibe y que no es necesaria es un sacrificio en la rentabilidad de la cartera.

 

En conclusión, la transición climática y energética presenta riesgos materiales para algunas empresas y enormes oportunidades para otras. Un enfoque activo y pragmático, que acepte un perfil de intensidad de carbono algo más elevado, centrado en la inversión, en lugar de únicamente en la desinversión, en todos los sectores de materiales climáticos, es un enfoque que mejora las perspectivas de lograr la transición climática y energética.

 

 

Tribuna de Tal Lomnitzer, gestor de carteras de Janus Henderson. 

Transición climática y energética: invertir en lugar de desinvertir para un futuro mejor

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No debería sorprender a nadie que nuestro planeta se esté calentando rápidamente. La Tierra se hace hospitalaria y habitable para los seres humanos y los animales gracias a la regulación de la temperatura atmosférica por gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Desde que aprendimos que la combustión de combustibles fósiles (madera, carbón, petróleo y gas natural) libera grandes cantidades de energía, hemos aprovechado este conocimiento para crear calor, vapor y luego electricidad para el desarrollo industrial y la calidad de vida humana ha mejorado a pasos agigantados.  Este mismo proceso también genera más gases que regulan la temperatura atmosférica. Los niveles de CO2 han pasado de unas 270 ppm (partes por millón) en la era preindustrial a unas 420 ppm a finales de 2023.1 Al mismo tiempo, las temperaturas globales han aumentado alrededor de 1,1 grados centígrados en comparación con el promedio preindustrial. En la actualidad existe un consenso y un compromiso global sobre la necesidad de actuar para limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados, lo que culminará con el objetivo de descarbonización del suministro energético mundial para 2050.

Una transición energética de esta escala y velocidad es una tarea enorme y requerirá un cambio regulatorio para crear los palos (p. ej. impuestos sobre el carbono) y las zanahorias (como los subsidios y las subvenciones) que empujarán y tirarán a los actores económicos para que reduzcan suficientemente las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía. Se requiere una gran inversión y ya está en marcha. Los inversores en empresas que se dediquen a esta actividad se beneficiarán de los aproximadamente 140 billones de dólares de inversión acumulada necesarios para adaptar el sistema energético mundial, mientras que los que no puedan hacer el cambio pueden encontrarse con activos varados que conduzcan a una baja rentabilidad para los accionistas.

No es de extrañar que el interés de los inversores por integrar los factores del cambio climático en sus carteras esté aumentando. Según los datos de Morningstar, los activos gestionados por los fondos cotizados en bolsa (ETF) de la UE que siguen los índices de referencia alineados con el Acuerdo de París y la transición climática aumentaron más de un 70% con respecto a 2022 hasta los 37.000 millones de euros a finales de 2023.2 Y una encuesta realizada a inversores institucionales reveló que el 26% de los fondos de pensiones europeos ya emplean un índice de bajas emisiones de carbono y relacionado con el clima.3

Si bien es alentador ver este cambio radical en la inversión en índices con conciencia climática, es poco probable que un enfoque pasivo capture plenamente los riesgos regulatorios y financieros derivados de la evolución del cambio climático y el panorama de las inversiones sostenibles. Además, sin métricas aceptadas a nivel mundial para evaluar el riesgo climático a nivel de cartera y empresa, los enfoques de los índices dependen de la creación de puntos de referencia sobre el cambio climático que pueden estar sujetos a sesgos y opacidad.

Nuestro análisis de los fondos de transición y los ETF en el mercado indica que están fuertemente inclinados hacia las grandes empresas tecnológicas que dominan los mercados globales, y tienden a evitar los sectores críticos como la energía y los materiales como el acero, el aluminio, el cobre, el uranio y el litio, que son esenciales para la entrega y facilitación de la transición. Estos fondos también suelen tener poca exposición a ciertos sectores que son clave para la transición, como el petróleo y el gas, los servicios públicos o el sector inmobiliario, posiblemente sectores en los que hacer la transición es más importante para la sociedad y los accionistas.

Un desafío clave con un enfoque de seguimiento de índices puros para la transición energética es que los índices de referencia que emplean pueden tener exclusiones o pantallas basadas en datos y adolecer de ser retrospectivos, con datos potencialmente inexactos o incompletos. La inversión activa prospectiva, basada en el análisis fundamental y con un elemento de compromiso, añade una dimensión importante que, en nuestra opinión, aumenta la probabilidad de obtener resultados óptimos tanto para la transición como para la rentabilidad de los inversores. La naturaleza inherentemente a largo plazo y la complejidad de la transición energética se adaptan mejor a una gestión activa que incluya todos los sectores materiales climáticos y tenga en cuenta factores cualitativos como la cultura corporativa y la planificación de la transición con visión de futuro, junto con el análisis financiero.

En nuestra opinión, hay consideraciones clave que los inversores deben tener en cuenta a la hora de pensar en la transición climática y energética:

  1. La inversión con baja huella de carbono por sí sola no generará la transición energética que el mundo necesita para cumplir con los objetivos gubernamentales y corporativos de descarbonización necesarios para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados por encima de la media anterior a la revolución industrial.
  2. Existe la necesidad de invertir y comprometerse con las empresas de transición. La transición energética requerirá inversiones en ciertos combustibles fósiles puente. Necesitamos que ciertas industrias, como la de los hidrocarburos, proporcionen energía y transporte asequibles durante las próximas dos décadas mientras se desarrolla la transición energética. Obligar a las buenas empresas a desprenderse de sus activos de combustibles fósiles puede limpiar ópticamente esos negocios a medio plazo, pero no conduce necesariamente a un cambio real.
  3. La gestión activa y el compromiso con los sectores de materiales climáticos son cruciales para lograr la creación de valor a largo plazo.
  4. Las compensaciones son endémicas: no podemos hacer la transición sin los materiales proporcionados por ciertas industrias de alta intensidad de carbono, como el acero o el aluminio, lo que significa que es posible que tengamos que aceptar un mayor nivel de intensidad de carbono hoy para una menor intensidad de carbono mañana. Desde el punto de vista de los inversores, una compensación que a menudo se percibe y que no es necesaria es un sacrificio en la rentabilidad de la cartera.

 

En conclusión, la transición climática y energética presenta riesgos materiales para algunas empresas y enormes oportunidades para otras. Un enfoque activo y pragmático, que acepte un perfil de intensidad de carbono algo más elevado, centrado en la inversión, en lugar de únicamente en la desinversión, en todos los sectores de materiales climáticos, es un enfoque que mejora las perspectivas de lograr la transición climática y energética.

 

 

Tribuna de Tal Lomnitzer, gestor de carteras de Janus Henderson. 

Transición climática y energética: invertir (en lugar de desinvertir) para mejorar el futuro

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No debería sorprender a nadie que nuestro planeta se esté calentando rápidamente. La Tierra se hace hospitalaria y habitable para los seres humanos y los animales gracias a la regulación de la temperatura atmosférica por gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Desde que aprendimos que la combustión de combustibles fósiles (madera, carbón, petróleo y gas natural) libera grandes cantidades de energía, hemos aprovechado este conocimiento para crear calor, vapor y luego electricidad para el desarrollo industrial y la calidad de vida humana ha mejorado a pasos agigantados.  Este mismo proceso también genera más gases que regulan la temperatura atmosférica. Los niveles de CO2 han pasado de unas 270 ppm (partes por millón) en la era preindustrial a unas 420 ppm a finales de 2023.1 Al mismo tiempo, las temperaturas globales han aumentado alrededor de 1,1 grados centígrados en comparación con el promedio preindustrial. En la actualidad existe un consenso y un compromiso global sobre la necesidad de actuar para limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados, lo que culminará con el objetivo de descarbonización del suministro energético mundial para 2050.

Una transición energética de esta escala y velocidad es una tarea enorme y requerirá un cambio regulatorio para crear los palos (p. ej. impuestos sobre el carbono) y las zanahorias (como los subsidios y las subvenciones) que empujarán y tirarán a los actores económicos para que reduzcan suficientemente las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía. Se requiere una gran inversión y ya está en marcha. Los inversores en empresas que se dediquen a esta actividad se beneficiarán de los aproximadamente 140 billones de dólares de inversión acumulada necesarios para adaptar el sistema energético mundial, mientras que los que no puedan hacer el cambio pueden encontrarse con activos varados que conduzcan a una baja rentabilidad para los accionistas.

No es de extrañar que el interés de los inversores por integrar los factores del cambio climático en sus carteras esté aumentando. Según los datos de Morningstar, los activos gestionados por los fondos cotizados en bolsa (ETF) de la UE que siguen los índices de referencia alineados con el Acuerdo de París y la transición climática aumentaron más de un 70% con respecto a 2022 hasta los 37.000 millones de euros a finales de 2023.2 Y una encuesta realizada a inversores institucionales reveló que el 26% de los fondos de pensiones europeos ya emplean un índice de bajas emisiones de carbono y relacionado con el clima.3

Si bien es alentador ver este cambio radical en la inversión en índices con conciencia climática, es poco probable que un enfoque pasivo capture plenamente los riesgos regulatorios y financieros derivados de la evolución del cambio climático y el panorama de las inversiones sostenibles. Además, sin métricas aceptadas a nivel mundial para evaluar el riesgo climático a nivel de cartera y empresa, los enfoques de los índices dependen de la creación de puntos de referencia sobre el cambio climático que pueden estar sujetos a sesgos y opacidad.

Nuestro análisis de los fondos de transición y los ETF en el mercado indica que están fuertemente inclinados hacia las grandes empresas tecnológicas que dominan los mercados globales, y tienden a evitar los sectores críticos como la energía y los materiales como el acero, el aluminio, el cobre, el uranio y el litio, que son esenciales para la entrega y facilitación de la transición. Estos fondos también suelen tener poca exposición a ciertos sectores que son clave para la transición, como el petróleo y el gas, los servicios públicos o el sector inmobiliario, posiblemente sectores en los que hacer la transición es más importante para la sociedad y los accionistas.

Un desafío clave con un enfoque de seguimiento de índices puros para la transición energética es que los índices de referencia que emplean pueden tener exclusiones o pantallas basadas en datos y adolecer de ser retrospectivos, con datos potencialmente inexactos o incompletos. La inversión activa prospectiva, basada en el análisis fundamental y con un elemento de compromiso, añade una dimensión importante que, en nuestra opinión, aumenta la probabilidad de obtener resultados óptimos tanto para la transición como para la rentabilidad de los inversores. La naturaleza inherentemente a largo plazo y la complejidad de la transición energética se adaptan mejor a una gestión activa que incluya todos los sectores materiales climáticos y tenga en cuenta factores cualitativos como la cultura corporativa y la planificación de la transición con visión de futuro, junto con el análisis financiero.

En nuestra opinión, hay consideraciones clave que los inversores deben tener en cuenta a la hora de pensar en la transición climática y energética:

  1. La inversión con baja huella de carbono por sí sola no generará la transición energética que el mundo necesita para cumplir con los objetivos gubernamentales y corporativos de descarbonización necesarios para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados por encima de la media anterior a la revolución industrial.
  2. Existe la necesidad de invertir y comprometerse con las empresas de transición. La transición energética requerirá inversiones en ciertos combustibles fósiles puente. Necesitamos que ciertas industrias, como la de los hidrocarburos, proporcionen energía y transporte asequibles durante las próximas dos décadas mientras se desarrolla la transición energética. Obligar a las buenas empresas a desprenderse de sus activos de combustibles fósiles puede limpiar ópticamente esos negocios a medio plazo, pero no conduce necesariamente a un cambio real.
  3. La gestión activa y el compromiso con los sectores de materiales climáticos son cruciales para lograr la creación de valor a largo plazo.
  4. Las compensaciones son endémicas: no podemos hacer la transición sin los materiales proporcionados por ciertas industrias de alta intensidad de carbono, como el acero o el aluminio, lo que significa que es posible que tengamos que aceptar un mayor nivel de intensidad de carbono hoy para una menor intensidad de carbono mañana. Desde el punto de vista de los inversores, una compensación que a menudo se percibe y que no es necesaria es un sacrificio en la rentabilidad de la cartera.

 

En conclusión, la transición climática y energética presenta riesgos materiales para algunas empresas y enormes oportunidades para otras. Un enfoque activo y pragmático, que acepte un perfil de intensidad de carbono algo más elevado, centrado en la inversión, en lugar de únicamente en la desinversión, en todos los sectores de materiales climáticos, es un enfoque que mejora las perspectivas de lograr la transición climática y energética.

 

 

Tribuna de Tal Lomnitzer, gestor de carteras de Janus Henderson. 

La situación fiscal de Colombia se complica

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Colombia ha atravesado recientemente una mala racha”, describió Mali Chivakul, economista especializada en mercados emergentes de J.Safra Sarasin Sustainable Asset Management, en un comentario de mercado reciente. Y es que el debilitamiento del crecimiento económico en el país tiene a la situación fiscal en un punto complicado, señalan desde la gestora, especialmente si es que quieren mantener la regla fiscal.

Además de un crecimiento que sigue débil, el país se ha visto afectado por los efectos del fenómeno de El Niño –han provocado escasez de agua y electricidad– y una escasa inversión. El resultado, advirtió Chivakul, han sido “unas importaciones muy débiles”, que han repercutido en la recaudación fiscal y tributaria.

En esa línea, la economista destacó el anuncio reciente del gobierno de recortar el gasto público en 20 billones de pesos (alrededor de 4.820 millones de dólares), el que describe como “necesario para garantizar la confianza de los inversores”.

“Dadas la rigidez presupuestaria actual, la mayoría de los recortes se producirán en la categoría de gastos de capital. Además del recorte presupuestario, Colombia debe presentar su Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) anual. El coste de incumplir la regla fiscal es elevado, y es probable que el Gobierno tenga que recortar aún más el gasto si los ingresos siguen siendo inferiores a los previstos en el segundo semestre del año”, indicó.

Aun así, para J.Safra Sarasin Sustainable AM, se ven muchos retos para la trayectoria fiscal a mediano plazo.

“Existe una clara tendencia al aumento de la presión sobre el gasto para hacer frente a las desigualdades de renta y riqueza”, indicó la economista, agregando que la debilidad en la inversión –frenada, en parte, por las altas tasas de interés– también contribuye al bajo crecimiento.

¿Qué implica esto? Que si Colombia quiere seguir apegada a la regla fiscal, esto “puede requerir nuevos recortes del gasto más adelante” durante este año. “Es probable que persistan los retos fiscales en los próximos dos años, mientras el país intenta consolidar las finanzas públicas en un entorno de bajo crecimiento”, acotó Chivakul.

Stoneweg duplica su patrimonio inmobiliario tras al adquisición de la plataforma europea Cromwell

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El grupo de inversión inmobiliaria Stoneweg ha llegado a un acuerdo vinculante con Cromwell Property Group (Cromwell) para adquirir la plataforma europea de gestión de fondos de Cromwell y las coinversiones asociadas, que suman un total de 3.900 millones de euros de activos inmobiliarios bajo gestión, por una contraprestación total de 280 millones de euros,  Según matizan desde la compañía, la operación aún está sujeta a ajustes de cierre y aprobaciones regulatorias.

Desde la firma indica que, según los términos de la operación, Stoneweg adquiere las siguientes participaciones de Cromwell: el 100% de Cromwell Europe Limited; el 27,8% de CEREIT, un fondo de inversión inmobiliaria cotizado en Singapur con una cartera de 2.200 millones de euros; el 100% del gestor de CEREIT, con sede en Singapur; y  el 50% del Cromwell Urban Italy Logistics Fund.

Se estima que, en total, tras combinar los fondos y los diferentes mandatos que tiene adjudicados, la plataforma europea de Cromwell comprenderá más de 160 activos y 1.600 inquilinos, con 14 oficinas locales en 12 países europeos. “La operación de transformación se basará en los puntos fuertes y la sólida trayectoria tanto de Stoneweg como de Cromwell Europe para crear un negocio inmobiliario líder en Europa, con relaciones de capital y ofertas de productos diversas y sustanciales”, destacan los protagonistas de esta adquisición. 

Dirigida por los cofundadores de Stoneweg, Jaume Sabater, actual CEO, y Joaquín Castellvi, director de Adquisiciones, y el fundador de Icona, Max-Hervé George, accionista estratégico de Stoneweg, la plataforma combinada seguirá operando como Stoneweg. Además, el grupo ampliado gestionará activos por valor de unos 8.000 millones de euros, aportando su experiencia en inversión en capital y deuda y en desarrollo en los sectores residencial, industrial ligero, logístico, hotelero, de oficinas, cultural y de ocio en 15 países europeos. 

Stoneweg gestiona actualmente unos 4.000 millones de euros en activos y emplea a más de 140 profesionales en siete oficinas de Europa y Estados Unidos. Desde su creación en 2015, ha realizado más de 375 operaciones por un valor aproximado de 6.200 millones de euros. En los últimos años ha diversificado aún más su oferta a los clientes con el lanzamiento de Stoneweg Hospitality en 2021 y su plataforma Places & Experiences en 2023.

Principales valoraciones

A raíz de este anuncio, Jaume Sabater, fundador y consejero delegado de Stoneweg, ha declarado: “Esta operación histórica crea de inmediato una plataforma paneuropea de gestión de activos inmobiliarios de gran escala y continúa nuestra sólida trayectoria de transacciones exitosas para ofrecer valor a nuestros inversores. Aúna con éxito dos negocios altamente complementarios con una convicción compartida en los convincentes factores estructurales, demográficos y tecnológicos que sustentan determinadas clases de activos inmobiliarios en Europa. Aprovechando la profunda experiencia operativa en inversión y desarrollo inmobiliario de las respectivas empresas, la operación establece a Stoneweg en todas las principales zonas geográficas de Europa, lo que nos permite acelerar nuestras ambiciones de cuota de mercado y seguir adelante con nuestras convicciones en lo que es un punto convincente en el ciclo”.

Según ha afirmado Sabater, están entusiasmados con el potencial del grupo ampliado y esperan integrar el equipo de Cromwell European en la organización actual de Stoneweg, creando una ventanilla única para los inversores institucionales y de capital privado. «La incorporación del gestor del Cromwell European REIT, que cotiza en Singapur, amplía nuestro alcance a Asia y a aquellos inversores que buscan exposición a activos inmobiliarios sostenibles y de alta calidad en toda Europa. Con nuestra coinversión en Cromwell European REIT, esperamos asumir nuestro nuevo papel como patrocinador, trabajando estrechamente con el Consejo, el Gestor, los partícipes y los bancos de relación clave para garantizar la continuidad de las operaciones y perseguir el crecimiento juntos», ha añadido.

Por su parte, Max-Hervé George, fundador y consejero delegado de Icona Capital, ha añadido: “Icona se unió a Stoneweg como accionista estratégico e inversor en 2022, con el claro objetivo de hacer crecer el negocio hasta convertirlo en un actor inmobiliario líder a nivel mundial. En este contexto, Icona está muy satisfecha de haber participado en esta importante transacción, que proporciona la plataforma para que Stoneweg e Icona alcancen su objetivo, fortaleciendo tanto su presencia en el mercado como su asociación”.

Jonathan Callaghan, consejero delegado de Cromwell Property Group, también ha querido valorar esta operación y sobre ella ha comentado: “Creo firmemente que Stoneweg es una excelente combinación con muy poco solapamiento en términos de enfoque geográfico y de clase de activos, y aprovecho esta oportunidad para dar las gracias a todo el personal que ha participado en este ejercicio, especialmente a los que se incorporan a Stoneweg como parte de esta transacción”.

Desde la firma matizan que la operación está sujeta a las condiciones de cierre y ajustes habituales, incluida la aprobación de la Autoridad Monetaria de Singapur y la Comisión de Vigilancia del Sector Financiero de Luxemburgo, así como a los consentimientos o exenciones de cambio de control de la deuda. Se espera que la operación se complete en los próximos meses.

La argentina VALO se fusiona con el banco de inversión Columbus

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(cedida) De izq a der: Alejandro Dillon, Juan I. Nápoli, Norberto Mathys y Raúl Lynch (fusión VALO/Columbus)
Foto cedidaDe izq a der: Alejandro Dillon, Juan I. Nápoli, Norberto Mathys y Raúl Lynch

En lo que describen como una “decisión estratégica destinada a potenciar aún más su crecimiento y su competitividad en el mercado financiero y de mercado de capitales”, el banco argentino VALO anunció una fusión con el banco de inversión Columbus. Según informaron a través de un comunicado, la primera absorberá a la segunda, como parte de su política de expansión.

El directorio de VALO aprobó la operación, que ahora queda sujeta a la conformidad de las asambleas de accionistas de las compañías involucradas.

Con esto, la firma adquiere las capacidades de Columbus, una firma de banca de inversión con cobertura global, enfocada en operaciones de finanzas corporativas, fusiones y adquisiciones, mercado de capitales, asesoramiento financiero y compraventa de títulos y de activos financieros.

Según destacaron desde la firma, esta operación implica la creación del primer banco argentino enfocado en clientes corporativos e institucionales que brinde una cobertura de servicios financieros completa, incluyendo mercado de capitales, banca de inversión, banca corporativa y transacciones de todo tipo de securities.

Así, la fusión permitirá que VALO multiplique “sensiblemente” su volumen de negocios, fortalecer sus operaciones, expandir su oferta de servicios y, en particular, aprovechar a su favor las nuevas condiciones del mercado, potenciando sus resultados financieros.

Además del rol que juega como actor del mercado de capitales, con foco en los productos de inversión colectivos –como fideicomisos, acciones y deuda–, VALO también se destaca como el principal agente de custodia de fondos comunes de inversión (FCI) en Argentina.

El investigador y catedrático Francisco Pérez recibe el Premio de Economía Emilio Ontiveros 2024

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Francisco Pérez García, director de investigación y fundador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y catedrático de la Universitat de València, ha recogido el Premio de Economía Emilio Ontiveros, otorgado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros. Se trata de un galardón que reconoce a profesionales en activo que encarnen los valores que representaba Emilio Ontiveros.

El jurado ha destacado del premiado su contribución a la innovación, divulgación y transferencia de conocimiento en materias relevantes para la sociedad como la productividad, la financiación pública y la distribución de la renta y la riqueza, aportando recomendaciones desde el rigor técnico.

Fundación Afi Emilio Ontiveros ha realizado la entrega del premio en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). Ángel Berges, presidente de la Fundación Afi Emilio Ontiveros, y Adriana Scozzafava, directora general de la misma, han intervenido en el acto.

Ángel Berges ha querido agradecer la presencia de todos los asistentes, voluntarios, jurado y todas las personas que forman parte de Fundación Afi Emilio Ontiveros. «Este acto es tremendamente emotivo y el más importante de la Fundación a lo largo del año. Hoy es más importante porque este año se cumplen 25 años desde su creación».

«Hoy es un día de celebración. Un día para recordar los compromisos que nos unieron el año pasado… Y que yo resumiría en un único compromiso: el de dejar a las siguientes generaciones un mundo mejor que el que nos legaron a nosotros», ha recordado Adriana Scozzafava, directora de la Fundación Afi Emilio Ontiveros.

Este año, hemos contado con Rebeca Gimeno, economista y periodista de Noticias Cuatro, como maestra de ceremonias del acto. «Las aportaciones de Paco al mundo económico han sido innumerables. Ha ayudado a entender el crecimiento económico de nuestro país y ha codirigido la base de datos sobre inversión y stock de capital en España y sus provincias», destacaba del premiado Rebeca Gimeno.

Francisco ha clausurado el acto tras recibir el galardón. «Este premio es muy especial para mí por dos motivos. En primer lugar, porque lleva el nombre de Emilio Ontiveros, una persona a la que apreciaba y admiraba mucho, y, en segundo lugar, porque ha sido concebido para reconocer el valor de la combinación entre generación de conocimiento y transmisión del mismo a la sociedad, mediante la formación y la divulgación, que el profesor Ontiveros encarnaba tan bien. Yo también pienso que el valor de nuestra contribución profesional se enriquece cuando se une el conocimiento profundo de la economía y las finanzas con el compromiso con la formación de especialistas y el esfuerzo por comunicar los resultados a la sociedad para que puedan ser aprovechados productivamente».

El acto de entrega ha sido emitido en streaming. Ha contado con la presencia de figuras reconocidas como Alejandra Kindelán, presidenta de la AEB; Carmen Becerril, presidenta de OMEL; y Joaquín Estefanía, periodista de El País. A esta entrega tampoco ha querido faltar Sara de la Rica, directora de ISEAK y ganadora de la primera edición del Premio de Economía Emilio Ontiveros.

La Fundación Afi Emilio Ontiveros convocó la primera edición del Premio de Economía Emilio Ontiveros en 2023, con el objetivo de potenciar, promover y reconocer a profesionales cuya trayectoria refleje los valores característicos de Emilio Ontiveros: conocimiento profundo de la economía y las finanzas, compromiso con la divulgación y formación, capacidad de comunicación y espíritu emprendedor. El premio se otorga anualmente y las candidaturas pueden ser presentadas por nominación de un tercero o de manera directa por los interesados.

El jurado de este Premio está formado por Ángel Berges, presidente de la Fundación Afi Emilio Ontiveros, Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, Montserrat Martínez, vicepresidenta de la CNMV, Vicente Salas, en representación del mundo académico, Francisco Ros, en representación del mundo empresarial, y Montserrat Domínguez, en representación de los medios de comunicación.

Jaime Munita deja el timón de AFP Capital y migra al mundo inmobiliario

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Foto cedidaJaime Munita, gerente general de AFP Capital

Después de años en la industria financiera chilena, Jaime Munita le está dando un giro a su carrera. Y es que el ejecutivo dejará la gerencia general de AFP Capital y se incorporará a Grupo Patio, un jugador conocido en los negocios inmobiliario y de retail, como máximo ejecutivo.

La gestora de fondos previsionales informó al mercado, a través de un hecho esencial, que el profesional ejercerá su cargo hasta el 30 de junio de este año. Así, deja el timón de la AFP después de casi seis años al mando.

A la par, Patio Comercial, firma dedicada a los espacio inmobiliarios comerciales, con foco en el mundo retail, anunció la incorporación de Munita. Llegará como gerente general a la firma a partir del 1 de julio, dando un giro a su carrera después de 27 años en el sector financiero.

De momento, no hay un sucesor designado para la gerencia general de AFP Capital, pero la administradora adelantó que lo anunciarán durante las próximas semanas. “Una vez se realice el proceso correspondiente, como establecen los órganos de gobierno corporativo de la compañía”, indicó la firma en un comunicado.

En esa misma nota, la gestora previsional del grupo SURA destacó la gestión del profesional. “Munita, quien asumió el cargo en septiembre de 2018, contribuyó a fortalecer la oferta de valor para los afiliados y lideró parte de la transformación que ha tenido la compañía durante estos seis años; además de participar activamente en las diferentes discusiones previsionales”, dijo.

Antes de llegar a AFP Capital, en septiembre de 2018, el ejecutivo pasó un año y medio como Country Head para Chile de Compass, según consigna su perfil profesional de LinkedIn. También se desempeñó como gerente general del banco Corpbanca Colombia, director ejecutivo de Celfin Capital –adquirida por BTG Pactual en 2012–, gerente de la División de Finanzas de Banco Santander en Chile y gerente general de la administradora de fondos del mismo banco.

Su llegada a Patio viene a culminar el proceso de reestructuración de Patio Comercial y su matriz, Grupo Patio. Este proceso, escribieron desde la firma en su propio hecho esencial, “incluyó el fortalecimiento financiero a través de un aumento de capital y el robustecimiento de la estructura accionaria, del gobierno corporativo y compliance”.

Bankinter potencia su propuesta digital con la integración de EVO Banco dentro de su propia estructura

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El Consejo de Administración de Bankinter ha tomado la decisión de integrar EVO Banco en la estructura de Bankinter, con el propósito de aprovechar al máximo las sinergias entre ambas entidades y potenciar así la transformación digital del Grupo.

Bankinter pone en marcha, de esta forma, un proceso que prevé culminar, una vez obtenidas las pertinentes autorizaciones regulatorias, en torno al primer semestre de 2025 con la plena integración de los clientes, del negocio y de los empleados de EVO Banco bajo su estructura.

Con la integración de la filial, los clientes de EVO seguirán operando de un modo 100% digital, pero se beneficiarán, además, de todas las capacidades del Grupo Bankinter, de su amplia gama de productos y servicios financieros y de un servicio omnicanal de máxima calidad. Por su parte, los clientes de Bankinter tendrán acceso a nuevas funcionalidades y a cuantas innovaciones digitales se desarrollen en el futuro. Con esta integración, Bankinter potencia su propuesta de valor digital, que se convierte en una parte fundamental de su modelo de distribución.

Por su parte, los empleados de EVO Banco se incorporarán al Grupo Bankinter, desde donde seguirán desarrollando productos y servicios digitales innovadores que potencien el liderazgo digital de Bankinter en todas sus líneas de negocio y en todas las geografías en las que opera: España, Portugal Irlanda y Luxemburgo.

Esta iniciativa forma parte del plan de crecimiento que ha puesto en marcha recientemente la nueva consejera delegada, Gloria Ortiz, y cuyo principal objetivo es seguir mejorando la rentabilidad y la eficiencia del Grupo, y maximizando el valor entregado a los accionistas.

Adquisión en 2019, junto a la financiera irlandesa Avant Money

Bankinter adquirió EVO Banco en 2019 con el objetivo de convertirlo en el laboratorio digital del Grupo, desde el que lanzar nuevos productos y servicios con un concepto más disruptivo y anticipándose a lo que será la banca del futuro. Cinco años después de la adquisición, los objetivos se han cumplido completamente.

En el momento de su adquisición, que se realizó conjuntamente con la financiera irlandesa Avant Money, Bankinter comunicó que la compra era clave porque suponía un empuje notable a su estrategia digital. En ese sentido, la entidad declaró que se trataba de una marca muy reconocida en el mercado que permitiría ampliar la base de clientes del banco y explorar nuevas vertientes del negocio financiero, complementarias a las de Bankinter, desde un enfoque innovador, enteramente digital y diseñado para gestionar grandes volúmenes a unos costes más reducidos.

Transcurridos cinco años desde la adquisición, EVO Banco ha alcanzado el break even de su actividad y demostrado su capacidad para crear una propuesta de valor de negocio digital rentable. Por eso, considera ahora que ha llegado el momento de que EVO se impulse como motor de innovación y se convierta en una parte integral de la propuesta de valor de banco para todos sus clientes digitales bajo una misma estructura.

Bankinter prevé culminar la integración previsiblemente en el primer semestre de 2025, e irá informando oportunamente a sus clientes sobre los detalles del proceso.

Mapfre identifica la transición demográfica como causante de los bajos niveles de ahorro en Latinoamérica

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El aumento de la inflación desde la pandemia y la posterior subida de tipos de interés, la ralentización de algunas economías y tendencias más a largo plazo como el aumento de la esperanza de vida han hecho que el panorama se complique para las gestoras de planes de pensiones.

“Esta es una realidad en muchas regiones del mundo, incluyendo América Latina. La disminución de la tasa de natalidad junto con el aumento de la esperanza de vida representa un desafío adicional para los fondos de pensiones”, señala Ricardo Ventrilho, responsable de relaciones con inversores de Mapfre Investimentos, durante su intervención en el encuentro ‘A Estructura da Previdéncia na Europa’, patrocinado por Mapfre AM y organizado por Abrapp, la asociación que representa a las entidades de previsión complementaria en Brasil.

Gonzalo de Cadenas Santiago, subdirector general de Mapfre Economics, añadió durante su intervención en el evento que el factor demográfico tiene un gran impacto tanto en el crecimiento como en el ahorro: ha aumentado la esperanza de vida, y con ella, se ha dado una disminución de la tasa de natalidad. “América Latina ya ha capitalizado lo que los economistas llamamos el dividendo demográfico”, destaca.

Esa transición demográfica que está experimentando el continente en los últimos años se está llevando a cabo sin haber generado el suficiente ahorro: actualmente, existe una brecha de diez puntos porcentuales entre el ahorro bruto de la región, que se sitúa en el 21%, y el que esta necesita, que ronda el 30%.

“El ahorro en América Latina es insuficiente desde cualquier métrica: es el segundo más bajo medido por regiones económicas y ocupa un lugar que no le corresponde por nivel de renta, especialmente si tenemos en cuenta el estado de su transición demográfica”, señala el subdirector general de Mapfre Economics, que pone de relieve la necesidad de que ese ahorro sea finalista y esté intermediado por el sector financiero.

Para De Cadenas Santiago, las formas más eficaces de promover el ahorro es adaptar la política fiscal y los tipos de los distintos impuestos a esa promoción, unida a la reducción de la informalidad laboral y de ahorro y a la potenciación de la cultura financiera.

La sostenibilidad, clave en la estrategia de Mapfre

La sostenibilidad es una de las principales tendencias en el mundo de la inversión y está entre prioridades de Mapfre en su estrategia desde 2017, el año que el Grupo adquirió un paquete accionarial del 25% del capital de la firma de gestión de activos francesa La Financière Responsable (LFR), y en febrero del año pasado, compró otro paquete accionarial que le permitió aumentar ese porcentaje hasta el 51%, convirtiéndose en el accionista mayoritario.

“Nuestra metodología es válida para evitar el greenwashing. Lo más importante para nosotros era no tener un problema reputacional y que todo lo que hiciésemos en este sentido fuese ‘in house’”, destaca Eduardo Ripollés, director de desarrollo de negocio institucional de Mapfre AM, durante su intervención en el evento.

Desde entonces, Mapfre AM ha lanzado tres fondos de inversión con características sostenibles junto a LFR: Mapfre AM Capital Responsable, Mapfre AM Inclusion Responsable y Mapfre AM Good Governance.

Ripollés incide además en que un enfoque sostenible no está reñido con una rentabilidad atractiva para los inversores y estos tres vehículos son el mejor ejemplo. Mapfre AM Inclusion Responsable acumula una rentabilidad a un año del 14,6%; Mapfre AM Good Governance, del 12,59%, y el Mapfre AM Capital Responsable, del 4,28%.