Mientras que los inversores en renta variable pueden fijarse en parámetros de valoración, tales como el PER (ratio precio/beneficios) para determinar si las acciones están caras o baratas, los inversores en renta fija suelen prestar atención a los diferenciales de crédito. Los niveles de diferencial son de suma importancia para los gestores activos porque éstos tratan de maximizar el rendimiento global – y, por ende, el diferencial – de una cartera en relación con el riesgo que asume para obtener ese rendimiento.
Antes de entrar de lleno en el análisis de los diferenciales de crédito, es importante comprender primero el funcionamiento básico de la curva de rendimientos del Tesoro estadounidense.
El gráfico 1 muestra dos curvas de rendimientos del Tesoro en dos momentos. La curva representa visualmente los rendimientos que un inversor puede obtener comprando bonos del Tesoro estadounidense con distintos vencimientos. La curva puede tener una pendiente ascendente, lo que significa que los bonos con vencimientos más largos pagan rendimientos más altos (línea mandarina), o bien estar invertida, lo que significa que los bonos con vencimientos más cortos pagan rendimientos más altos (línea azul).
No solo es importante la forma actual de la curva de rendimientos, también los cambios previstos en la curva debido a los cambios en los tipos de interés son una consideración clave para los inversores.
Los movimientos de la curva pueden ser tanto paralelos como no paralelos. Los desplazamientos paralelos implican que toda la curva sube o baja en la misma proporción. Los movimientos no paralelos se producen cuando bonos con vencimientos diferentes se mueven en mayor o menor grado que otros, provocando un cambio tanto en la posición global como en la pendiente de la curva.
Estos movimientos tienen un impacto significativo en los precios de los bonos de cada vencimiento, en términos tanto absolutos como relativos. Los gestores de carteras activos suelen dedicar mucho tiempo y atención a gestionar la exposición a la curva de rendimientos para maximizar el rendimiento obtenido, a la vez que tratan de posicionar las carteras lo mejor posible para beneficiarse de los cambios anticipados en la curva.
La mayoría de los inversores en renta fija invierten no solo en TDP – que se consideran activos sin riesgos al entrañar un nivel de riesgo crediticio insignificante – sino también en bonos que conllevan un riesgo crediticio adicional, como los bonos corporativos. El diferencial de crédito compensa a los inversores este riesgo adicional.
Por lo general, cuando aumenta el riesgo de crédito, también lo hace el diferencial de crédito. Como se muestra en el Gráfico 2, los bonos con una calificación crediticia BBB rinden más que los bonos con rating A, mientras que éstos rinden más que los bonos AA, y así sucesivamente. En general, los niveles de diferencial suben y bajan en función de factores tales como cambios en el entorno macroeconómico, el fortalecimiento o debilitamiento de los fundamentales de las empresas y cambios en la dinámica de oferta y demanda del mercado de bonos.
Los gestores activos realizarán un estrecho seguimiento de estos y otros factores en relación con los niveles de los diferenciales para determinar cómo posicionar mejor sus carteras.
Si bien los diferenciales pueden subir y bajar en conjunto, también pueden fluctuar entre sí. Por ejemplo, los diferenciales BBB se ampliaron mucho más que los diferenciales A o AA en febrero de 2016, un indicador de que el elevado riesgo de impago afectaría en mayor medida a los bonos de menor calificación debido al desplome del precio del petróleo. En otras ocasiones, la brecha en los diferenciales puede reducirse significativamente gracias a un fuerte crecimiento económico, como sucedió a principios de 2021.
Es el gestor activo quien debe decidir si el movimiento de los diferenciales refleja adecuadamente el cambio en el riesgo. Además, la divergencia en los diferenciales se produce no solo entre las distintas categorías de calificación crediticia, sino también a nivel industrial, sectorial, subsectorial e idiosincrásico (emisor individual).
Los diferenciales ajustados por opciones (OAS) del gráfico 2 ilustran cómo fluctúan los diferenciales a lo largo del tiempo, pero no tienen en cuenta cómo podría haber cambiado la naturaleza del índice de bonos corporativos estadounidenses Bloomberg durante ese período. Por ejemplo, entre enero de 2013 y julio de 2024, la duración del índice Bloomberg de bonos corporativos estadounidenses fluctuó entre un mínimo de 6,5 años y un máximo de 8,8 años. Teniendo en cuenta que los diferenciales de los bonos se ven afectados por la duración, creemos que los inversores deberían adaptarse a estos cambios.
Además de la duración, creemos que también deben tenerse en cuenta las variaciones de otros factores como la calificación crediticia, la composición del sector y los precios medios de los bonos. Janus Henderson ha desarrollado un modelo propio que tiene en cuenta estas diferencias, lo cual, en nuestra opinión, nos permite comparar los diferenciales con mayor precisión a lo largo del tiempo.
El Gráfico 3 muestra el índice Bloomberg U.S. Corporate Bond OAS frente al Janus Henderson Adjusted U.S. Corporate OAS. En algunos periodos no ha habido diferencias significativas, pero en otros sí.
Esto es especialmente importante en el entorno actual, en el que los diferenciales ajustados son 12 puntos básicos (pb) más amplios que el OAS del índice.1 Esto representa un diferencial de valoración del 10% e implica que los diferenciales están más baratos de lo que parece a primera vista (en torno al percentil 44 de su rango histórico frente al percentil 33).
Después de realizar los ajustes necesarios para tener en cuenta los cambios en el índice, las valoraciones de los bonos corporativos no nos parecen tan exigentes como cabría esperar. Y si tenemos en cuenta el estado de la economía, la postura dovish de la Reserva Federal y la solidez de los balances corporativos, creemos que los diferenciales corporativos parecen tener un precio adecuado. Del mismo modo, creemos que los aspectos técnicos y fundamentales del mercado respaldan el nivel actual de los diferenciales.
Los inversores se enfrentan a muchas variables móviles a la hora de gestionar carteras de bonos. Aunque nuestro análisis se ha centrado exclusivamente en el mercado estadounidense de bonos corporativos con grado de inversión, aplicamos los mismos principios de análisis cuantitativo y cualitativo profundo a todos los sectores del mercado de renta fija.
A la hora de construir carteras multisectoriales que incluyan activos de renta fija privada, pública, titulizada y global, los inversores deberían recurrir, a nuestro juicio, a gestores activos con un historial contrastado en la aplicación de un enfoque basado en el análisis.
Tribuna de John Lloyd, gestor de carteras de Janus Henderson.
Mientras que los inversores en renta variable pueden fijarse en parámetros de valoración, tales como el PER (ratio precio/beneficios) para determinar si las acciones están caras o baratas, los inversores en renta fija suelen prestar atención a los diferenciales de crédito. Los niveles de diferencial son de suma importancia para los gestores activos porque éstos tratan de maximizar el rendimiento global – y, por ende, el diferencial – de una cartera en relación con el riesgo que asume para obtener ese rendimiento.
Antes de entrar de lleno en el análisis de los diferenciales de crédito, es importante comprender primero el funcionamiento básico de la curva de rendimientos del Tesoro estadounidense.
El gráfico 1 muestra dos curvas de rendimientos del Tesoro en dos momentos. La curva representa visualmente los rendimientos que un inversor puede obtener comprando bonos del Tesoro estadounidense con distintos vencimientos. La curva puede tener una pendiente ascendente, lo que significa que los bonos con vencimientos más largos pagan rendimientos más altos (línea mandarina), o bien estar invertida, lo que significa que los bonos con vencimientos más cortos pagan rendimientos más altos (línea azul).
No solo es importante la forma actual de la curva de rendimientos, también los cambios previstos en la curva debido a los cambios en los tipos de interés son una consideración clave para los inversores.
Los movimientos de la curva pueden ser tanto paralelos como no paralelos. Los desplazamientos paralelos implican que toda la curva sube o baja en la misma proporción. Los movimientos no paralelos se producen cuando bonos con vencimientos diferentes se mueven en mayor o menor grado que otros, provocando un cambio tanto en la posición global como en la pendiente de la curva.
Estos movimientos tienen un impacto significativo en los precios de los bonos de cada vencimiento, en términos tanto absolutos como relativos. Los gestores de carteras activos suelen dedicar mucho tiempo y atención a gestionar la exposición a la curva de rendimientos para maximizar el rendimiento obtenido, a la vez que tratan de posicionar las carteras lo mejor posible para beneficiarse de los cambios anticipados en la curva.
La mayoría de los inversores en renta fija invierten no solo en TDP – que se consideran activos sin riesgos al entrañar un nivel de riesgo crediticio insignificante – sino también en bonos que conllevan un riesgo crediticio adicional, como los bonos corporativos. El diferencial de crédito compensa a los inversores este riesgo adicional.
Por lo general, cuando aumenta el riesgo de crédito, también lo hace el diferencial de crédito. Como se muestra en el Gráfico 2, los bonos con una calificación crediticia BBB rinden más que los bonos con rating A, mientras que éstos rinden más que los bonos AA, y así sucesivamente. En general, los niveles de diferencial suben y bajan en función de factores tales como cambios en el entorno macroeconómico, el fortalecimiento o debilitamiento de los fundamentales de las empresas y cambios en la dinámica de oferta y demanda del mercado de bonos.
Los gestores activos realizarán un estrecho seguimiento de estos y otros factores en relación con los niveles de los diferenciales para determinar cómo posicionar mejor sus carteras.
Si bien los diferenciales pueden subir y bajar en conjunto, también pueden fluctuar entre sí. Por ejemplo, los diferenciales BBB se ampliaron mucho más que los diferenciales A o AA en febrero de 2016, un indicador de que el elevado riesgo de impago afectaría en mayor medida a los bonos de menor calificación debido al desplome del precio del petróleo. En otras ocasiones, la brecha en los diferenciales puede reducirse significativamente gracias a un fuerte crecimiento económico, como sucedió a principios de 2021.
Es el gestor activo quien debe decidir si el movimiento de los diferenciales refleja adecuadamente el cambio en el riesgo. Además, la divergencia en los diferenciales se produce no solo entre las distintas categorías de calificación crediticia, sino también a nivel industrial, sectorial, subsectorial e idiosincrásico (emisor individual).
Los diferenciales ajustados por opciones (OAS) del gráfico 2 ilustran cómo fluctúan los diferenciales a lo largo del tiempo, pero no tienen en cuenta cómo podría haber cambiado la naturaleza del índice de bonos corporativos estadounidenses Bloomberg durante ese período. Por ejemplo, entre enero de 2013 y julio de 2024, la duración del índice Bloomberg de bonos corporativos estadounidenses fluctuó entre un mínimo de 6,5 años y un máximo de 8,8 años. Teniendo en cuenta que los diferenciales de los bonos se ven afectados por la duración, creemos que los inversores deberían adaptarse a estos cambios.
Además de la duración, creemos que también deben tenerse en cuenta las variaciones de otros factores como la calificación crediticia, la composición del sector y los precios medios de los bonos. Janus Henderson ha desarrollado un modelo propio que tiene en cuenta estas diferencias, lo cual, en nuestra opinión, nos permite comparar los diferenciales con mayor precisión a lo largo del tiempo.
El Gráfico 3 muestra el índice Bloomberg U.S. Corporate Bond OAS frente al Janus Henderson Adjusted U.S. Corporate OAS. En algunos periodos no ha habido diferencias significativas, pero en otros sí.
Esto es especialmente importante en el entorno actual, en el que los diferenciales ajustados son 12 puntos básicos (pb) más amplios que el OAS del índice.1 Esto representa un diferencial de valoración del 10% e implica que los diferenciales están más baratos de lo que parece a primera vista (en torno al percentil 44 de su rango histórico frente al percentil 33).
Después de realizar los ajustes necesarios para tener en cuenta los cambios en el índice, las valoraciones de los bonos corporativos no nos parecen tan exigentes como cabría esperar. Y si tenemos en cuenta el estado de la economía, la postura dovish de la Reserva Federal y la solidez de los balances corporativos, creemos que los diferenciales corporativos parecen tener un precio adecuado. Del mismo modo, creemos que los aspectos técnicos y fundamentales del mercado respaldan el nivel actual de los diferenciales.
Los inversores se enfrentan a muchas variables móviles a la hora de gestionar carteras de bonos. Aunque nuestro análisis se ha centrado exclusivamente en el mercado estadounidense de bonos corporativos con grado de inversión, aplicamos los mismos principios de análisis cuantitativo y cualitativo profundo a todos los sectores del mercado de renta fija.
A la hora de construir carteras multisectoriales que incluyan activos de renta fija privada, pública, titulizada y global, los inversores deberían recurrir, a nuestro juicio, a gestores activos con un historial contrastado en la aplicación de un enfoque basado en el análisis.
Tribuna de John Lloyd, gestor de carteras de Janus Henderson.
Mientras que los inversores en renta variable pueden fijarse en parámetros de valoración, tales como el PER (ratio precio/beneficios) para determinar si las acciones están caras o baratas, los inversores en renta fija suelen prestar atención a los diferenciales de crédito. Los niveles de diferencial son de suma importancia para los gestores activos porque éstos tratan de maximizar el rendimiento global – y, por ende, el diferencial – de una cartera en relación con el riesgo que asume para obtener ese rendimiento.
Antes de entrar de lleno en el análisis de los diferenciales de crédito, es importante comprender primero el funcionamiento básico de la curva de rendimientos del Tesoro estadounidense.
El gráfico 1 muestra dos curvas de rendimientos del Tesoro en dos momentos. La curva representa visualmente los rendimientos que un inversor puede obtener comprando bonos del Tesoro estadounidense con distintos vencimientos. La curva puede tener una pendiente ascendente, lo que significa que los bonos con vencimientos más largos pagan rendimientos más altos (línea mandarina), o bien estar invertida, lo que significa que los bonos con vencimientos más cortos pagan rendimientos más altos (línea azul).
No solo es importante la forma actual de la curva de rendimientos, también los cambios previstos en la curva debido a los cambios en los tipos de interés son una consideración clave para los inversores.
Los movimientos de la curva pueden ser tanto paralelos como no paralelos. Los desplazamientos paralelos implican que toda la curva sube o baja en la misma proporción. Los movimientos no paralelos se producen cuando bonos con vencimientos diferentes se mueven en mayor o menor grado que otros, provocando un cambio tanto en la posición global como en la pendiente de la curva.
Estos movimientos tienen un impacto significativo en los precios de los bonos de cada vencimiento, en términos tanto absolutos como relativos. Los gestores de carteras activos suelen dedicar mucho tiempo y atención a gestionar la exposición a la curva de rendimientos para maximizar el rendimiento obtenido, a la vez que tratan de posicionar las carteras lo mejor posible para beneficiarse de los cambios anticipados en la curva.
La mayoría de los inversores en renta fija invierten no solo en TDP – que se consideran activos sin riesgos al entrañar un nivel de riesgo crediticio insignificante – sino también en bonos que conllevan un riesgo crediticio adicional, como los bonos corporativos. El diferencial de crédito compensa a los inversores este riesgo adicional.
Por lo general, cuando aumenta el riesgo de crédito, también lo hace el diferencial de crédito. Como se muestra en el Gráfico 2, los bonos con una calificación crediticia BBB rinden más que los bonos con rating A, mientras que éstos rinden más que los bonos AA, y así sucesivamente. En general, los niveles de diferencial suben y bajan en función de factores tales como cambios en el entorno macroeconómico, el fortalecimiento o debilitamiento de los fundamentales de las empresas y cambios en la dinámica de oferta y demanda del mercado de bonos.
Los gestores activos realizarán un estrecho seguimiento de estos y otros factores en relación con los niveles de los diferenciales para determinar cómo posicionar mejor sus carteras.
Si bien los diferenciales pueden subir y bajar en conjunto, también pueden fluctuar entre sí. Por ejemplo, los diferenciales BBB se ampliaron mucho más que los diferenciales A o AA en febrero de 2016, un indicador de que el elevado riesgo de impago afectaría en mayor medida a los bonos de menor calificación debido al desplome del precio del petróleo. En otras ocasiones, la brecha en los diferenciales puede reducirse significativamente gracias a un fuerte crecimiento económico, como sucedió a principios de 2021.
Es el gestor activo quien debe decidir si el movimiento de los diferenciales refleja adecuadamente el cambio en el riesgo. Además, la divergencia en los diferenciales se produce no solo entre las distintas categorías de calificación crediticia, sino también a nivel industrial, sectorial, subsectorial e idiosincrásico (emisor individual).
Los diferenciales ajustados por opciones (OAS) del gráfico 2 ilustran cómo fluctúan los diferenciales a lo largo del tiempo, pero no tienen en cuenta cómo podría haber cambiado la naturaleza del índice de bonos corporativos estadounidenses Bloomberg durante ese período. Por ejemplo, entre enero de 2013 y julio de 2024, la duración del índice Bloomberg de bonos corporativos estadounidenses fluctuó entre un mínimo de 6,5 años y un máximo de 8,8 años. Teniendo en cuenta que los diferenciales de los bonos se ven afectados por la duración, creemos que los inversores deberían adaptarse a estos cambios.
Además de la duración, creemos que también deben tenerse en cuenta las variaciones de otros factores como la calificación crediticia, la composición del sector y los precios medios de los bonos. Janus Henderson ha desarrollado un modelo propio que tiene en cuenta estas diferencias, lo cual, en nuestra opinión, nos permite comparar los diferenciales con mayor precisión a lo largo del tiempo.
El Gráfico 3 muestra el índice Bloomberg U.S. Corporate Bond OAS frente al Janus Henderson Adjusted U.S. Corporate OAS. En algunos periodos no ha habido diferencias significativas, pero en otros sí.
Esto es especialmente importante en el entorno actual, en el que los diferenciales ajustados son 12 puntos básicos (pb) más amplios que el OAS del índice.1 Esto representa un diferencial de valoración del 10% e implica que los diferenciales están más baratos de lo que parece a primera vista (en torno al percentil 44 de su rango histórico frente al percentil 33).
Después de realizar los ajustes necesarios para tener en cuenta los cambios en el índice, las valoraciones de los bonos corporativos no nos parecen tan exigentes como cabría esperar. Y si tenemos en cuenta el estado de la economía, la postura dovish de la Reserva Federal y la solidez de los balances corporativos, creemos que los diferenciales corporativos parecen tener un precio adecuado. Del mismo modo, creemos que los aspectos técnicos y fundamentales del mercado respaldan el nivel actual de los diferenciales.
Los inversores se enfrentan a muchas variables móviles a la hora de gestionar carteras de bonos. Aunque nuestro análisis se ha centrado exclusivamente en el mercado estadounidense de bonos corporativos con grado de inversión, aplicamos los mismos principios de análisis cuantitativo y cualitativo profundo a todos los sectores del mercado de renta fija.
A la hora de construir carteras multisectoriales que incluyan activos de renta fija privada, pública, titulizada y global, los inversores deberían recurrir, a nuestro juicio, a gestores activos con un historial contrastado en la aplicación de un enfoque basado en el análisis.
Tribuna de John Lloyd, gestor de carteras de Janus Henderson.
Pixabay CC0 Public DomainScott & Michael Seviour-Owens from Pixabay
Estados Unidos encara la recta final de una de las carreras electorales más reñidas que se recuerdan. El pronóstico al que apunta el consenso es, con independencia de quién sea el próximo inquilino de la Casa Blanca, el resultado más probable será el de un gobierno dividido, con poco margen para impulsar y modificar leyes de calado. Pero, ahora bien, ¿acaso importa quién pueda ganar las elecciones presidenciales? Lucía Gutiérrez-Mellado, directora de estrategia de JP Morgan AM para España y Portugal, es clara: “Los inversores no deberían dejarse guiar por la victoria de uno u otro partido, sino por la visión a medio- largo plazo”.
La experta indica que, históricamente, la volatilidad de los mercados suele repuntar en las semanas previas a las elecciones presidenciales en EE.UU., pero una vez pasados los comicios se suele revertir a la media, como se puede observar en el gráfico.
Lo importante, insiste Gutiérrez-Mellado, es que la renta variable estadounidense ha mostrado un buen comportamiento con independencia del presidente electo; de hecho, el S&P 500 ha generado retornos de doble dígito en cada uno de los tres ciclos electorales que se han producido en EE.UU. desde 2009, coincidiendo con la presidencia de Barack Obama (Partido Demócrata), Donald Trump (Partido Repúbicano) y Joe Biden (Partido Demócrata).
La trayectoria de los beneficios será clave
¿En qué deberían fijarse los inversores, más allá de la batalla política? “Estados Unidos ha vivido uno de los ciclos económicos más difíciles de predecir de la historia. Los mercados han puesto mucho énfasis en la trayectoria ascendente de los tipos de interés y no tanto en otras medidas de estímulo fiscal, que han permitido que la economía estadounidense resistiera bien”, relata la experta. El escenario central con el que trabajan en J.P. Morgan AM es el un aterrizaje suave de la economía americana, aunque Gutiérrez-Mellado afirma que “la recesión llegará en algún momento, aunque descartamos que sea en el corto plazo”.
Desde la firma sí encuentran “preocupante” el incremento del déficit gubernamental, aunque puntualizan que este fenómeno no es exclusivo de EE.UU. sino que también afecta a otras economías que impulsaron medidas fiscales extraordinarias para paliar los efectos del COVID-19. En este sentido, están monitorizando el impacto que pueda tener el incremento del déficit sobre las tires de la deuda gubernamental en el medio plazo.
Dicho esto, Lucía Gutiérrez-Mellado indica que el factor que más destacan desde la firma en el lado positivo es la resistencia del tejido corporativo estadounidense: “Es cierto que las valoraciones están ajustadas, pero estamos constructivos con el crecimiento de los beneficios y esperamos un mayor crecimiento en los próximos trimestres”, concluye.
Desde hace años devoro libros por el mero placer de la lectura, pero también con un objetivo oculto: cocinar lo que leo. Algunos amigos son víctimas de nuestras cenas literarias, en las que tan importante es lo que se come como lo que se bebe. Estos ‘Menús literarios’ son el resultado.
Bram Stoker escribe toda la parte de ‘Drácula’ que transcurre en Transilvania de oídas, nunca estuvo allí. Uno se pregunta si la escritora Emily Gerard, de la que Stoker obtuvo toda la información pintoresca de la región, era una gourmande, ya que nada más comenzar la novela aparece la primera mención culinaria del libro: Jonathan Harker prueba un “paprika hendl” y le parece de suficiente interés como para pedir la receta a la camarera y poder compartirla con Mina, su prometida, cuando regrese a Inglaterra.
En el diario de Jonathan Harker (escrito en taquigrafía desde Bistritz) leemos:
“Partimos con bastante puntualidad y llegamos a Klausenburgo después del anochecer. Allí pasé la noche en el Hotel Royale. Almorcé, o más bien cené, un plato de pollo condimentado de algún modo con pimentón rojo, que aunque estaba muy bueno me provocó mucha sed. (Nota: recuerda pedir la receta para Mina.) Le pregunté al camarero, y me dijo que se llamaba ‘paprika hendl’, y que, como era el plato nacional, podría pedirlo en cualquier lugar de los Cárpatos”.
Así, antes de explicarnos nada sobre su misión, Stoker plantifica la acción en una taberna transilvana a las puertas de los Montes Cárpatos y deja claras tres cosas: la primera, que Jonathan Harker es curioso, prueba el plato típico de la región, quiere saber más, aunque como es sabido ‘la curiosidad mató al gato’; la segunda, que estamos ante una novela de opuestos: Oriente (los Cárpatos, el peligro, la vieja Europa y en definitiva, el mal), frente a Occidente (Gran Bretaña, el progreso, el orden victoriano, el triunfo del bien); y por último, nos demuestra que este libro está al día con las nuevas tecnologías, una constante en toda la novela.
Drácula se publica en 1897 y su protagonista, Jonathan Harker, escribe su diario utilizando la taquigrafía, un sistema revolucionario perfeccionado por un compatriota británico pocos años antes de la publicación de la novela. Más adelante se mencionarán las transfusiones de sangre, el psicoanálisis, el fonógrafo, los telegramas… pero al final Van Helsing y sus muchachos conseguirán acorralar al vampiro armados con ristras de ajos, crucifijos y una daga nepalí.
Volvamos a la comida. Según nos vamos adentrando en los Cárpatos y acercándonos al misterioso castillo del conde Drácula, Bram Stoker va sumando características góticas a su relato: escenarios fabulosos, ancianas supersticiosas, atmósfera de misterio, pero no se olvida de contarnos con todo detalle lo que desayuna su héroe:
“He desayunado más paprika, una especie de gachas de harina de maíz que según me han dicho eran ‘mamaliga’, y berenjenas rellenas de carne picada, un plato excelente que ellos llaman ‘impletata’ (nota: pide también la receta)”.
Poco después nos describe con detalle su cena en el Hotel Golden Krone de Bistritz: un kebab en toda regla, que al héroe le recuerda a la comida para gatos que vendían por las calles de Londres. Poco podía imaginar el pobre Jonathan que en esa zona se empalaban más cosas que la carne de buey. Ya estaba muy cerca del castillo del conde Drácula.
“Tomé lo que ellos llaman ‘filete del salteador’: trozos de tocino, cebolla y buey, sazonados con pimentón rojo, pinchados en brochetas y asados en el fuego… ¡al estilo sencillo de la carne para gatos que se vende en Londres!”
No hemos pasado de la séptima página y ya tenemos material más que suficiente para componer un menú literario. La comida está clara: berenjenas rellenas (impletata) con mamaliga y pollo a la paprika (paprika hendl), o bien brochetas de carne para los menos audaces. ¿Para beber? Stoker no decepciona y poco después nos ofrece el maridaje perfecto, un vino blanco de la región, el Golden Mediasch, que aunque ya no se produce puede equipararse con un riesling transilvano que también provoca “picazón en la lengua”, y se encuentra con relativa facilidad en bodegas de Europa y América.
A medida que Estados Unidos se acerca a sus próximas elecciones, una infinidad de desafíos e incertidumbres se ciernen sobre el panorama político y económico. El electorado profundamente dividido, caracterizado por opiniones polarizadas y encuestas ajustadas, sienta las bases para un resultado electoral potencialmente polémico. Esta división no solo complica el proceso electoral, sino que también crea una incertidumbre significativa sobre cómo reaccionarán los mercados.
La creciente dependencia de los sistemas de votación por correo puede prolongar el proceso de conteo, oscureciendo aún más el panorama político. Esta incertidumbre se ve agravada por la posibilidad de reclamaciones en las votaciones a través de demandas y procesos legales, lo que podría llevar a una mayor volatilidad del mercado. Los inversores se ven atrapados lidiando con las implicaciones de estas incertidumbres, mientras intentan predecir el comportamiento del mercado en respuesta a los diferentes resultados electorales. Actualmente, Trump lidera las encuestas en Polymarket. Sin embargo, hay cuatro escenarios que valorar:
Una victoria total de los republicanos en la presidencia y las dos cámaras del congreso (Senado y «House»), a esto se le llama el «Republican Sweep».
Una victoria total de los demócratas en la presidencia y las dos cámaras del congreso «Democrat Sweep».
Una victoria de los republlicanos en la presidencia y el senado, y de los demócratas en la cámara de representantes («House»).
Una victoria de los demócratasen lapresidenciaylacámara de representantes, y de los republicanos en el senado.
La respuesta del mercado al resultado de las elecciones también estará influenciada por los cambios de las políticas fiscales de cada partido. Se espera que una victoria republicana, particularmente bajo Trump, favorezca a ciertos sectores debido a las políticas fiscales acomodaticias y la eliminación de determinadas regulaciones. Los sectores clave que pueden beneficiarse incluyen:
Energía tradicional: La posición de Donald Trump sobre la transición energética es bien conocida. La victoria republicana puede acabar con muchas trabas actuales a las nuevas prospecciones y aumentar la confianza del sector para que pueda aumentar su inversión.
Industriales: una de las consecuencias del cambio en las políticas de transición energética sería un menor coste energético, que favorecería directamente al sector industrial. Las expectativas de expansión fiscal bajo una administración republicana probablemente llevarían también a un aumento en la demanda de bienes y servicios industriales.
Defensa: ambas partes están incentivadas a gastar más en seguridad nacional, pero una victoria republicana podría llevar a aumentos aún mayores en el gasto en defensa.
Farma, banca, inmobiliaria: son sectores con mucho peso de su negocio en EE.UU. y vía reducción de impuestos se beneficiarían relativamente más que otros.
Por el contrario, una victoria demócrata podría favorecer a los sectores alineados con políticas progresistas:
Energía renovable: una administración demócrata priorizará las iniciativas contra el cambio climático (lnflation Reduction Act), lo que llevará a un aumento en las inversiones en energía renovable y tecnologías relacionadas con estas.
Infraestructuras: la inversión en infraestructuras relacionadas con la transición energética y con salud deberían tener un impulso bajo mandato demócrata.
Tecnología: aunque ambos partidos apoyan el avance tecnológico, una administración demócrata podría impulsar nuevas regulaciones que beneficien a las empresas tecnológicas con un enfoque en la responsabilidad social y la privacidad de los datos.
En el mercado de deuda soberana, una victoria demócrata parcial podría llevar a menores tasas de interés debido a la incertidumbre y crecimiento económico más lento. Sin embargo, una victoria republicana, con políticas fiscalmente expansivas, podría aumentar las tasas de interés debido a las expectativas de una mayor inflación y las tensiones geopolíticas.
El resultado de las elecciones tendrá un impacto significativo en el dólar. Una victoria republicana, con control tanto de la presidencia como del Congreso, se espera que fortalezca el dólar debido a la expansión fiscal. Una victoria demócrata total podría tener implicaciones mixtas, con posibles restricciones fiscales compensadas por el apoyo a la independencia de la Reserva Federal. Un gobierno dividido tendría efectos limitados, pero una presidencia de Kamala con un Congreso dividido podría ser negativa para el dólar por la incertidumbre política.
En conclusión, las próximas elecciones presentan unos complejos desafíos e incertidumbres que impactarán significativamente al mercado global tanto de renta fija como variable, afectando a determinados sectores mayormente, y al mercado de divisas. El electorado profundamente dividido, los potenciales diferentes resultados y las diversas implicaciones de estos crean un entorno volátil en el mes de noviembre. En última instancia, la capacidad de los mercados para navegar estas complejidades dependerá de la claridad de la dirección política y de la capacidad de respuesta de la Reserva Federal ante las condiciones económicas.
Tribuna de Jorge Borbón, analista de Ibercaja Gestión
El patrimonio global en alternativos podría alcanzar los 29,2 billones de dólares en 2029, casi el doble que los 16,8 billones al cierre de 2023. Hay capital en el mercado, que podría virar desde los productos monetarios hacia los alternativos en busca de mejores rentabilidades. La democratización de este tipo de inversión sigue en la mente de las gestoras, que insisten en la necesidad de una educación financiera de calidad.
La inversión en activos alternativos va camino de vivir una época de despegue a nivel mundial. El patrimonio global en alternativos podría alcanzar los 29,2 billones de dólares en 2029, casi el doble que los 16,8 billones al cierre de 2023, según las estimaciones de Preqin. Una tendencia imparable en todo el mundo de la que muy probablemente tampoco escapará el mercado español.
Así lo cree Estel Sardà Espuga, gestora de activos alternativos en Creand Crèdit Andorrà, que opina que “se presentan perspectivas optimistas”. La experta justifica esta visión por la vuelta a niveles prepandemia en cuanto a captación de fondos, que está previsto que “siga acelerándose en los próximos meses dado el capital disponible que hay en el mercado”, lo que, a su vez, “crea un ambiente favorable para nuevas inversiones”. Como complemento, está el hecho de que la incertidumbre del contexto eco- nómico actual hace que sea primor- dial descorrelacionar las carteras, según la experta, y “aumentar la di- versificación del riesgo” de las mismas. “Esto, sumado a la previsión de las bajadas de tipos de interés, contribuyen a los vientos de cola para los activos alternativos”, sentencia.
En líneas similares se expresa Javier Martínez, responsable de inversiones alternativas de Tressis, que considera que el nuevo escenario de bajadas de tipos de interés que se está produciendo, junto con el control de la inflación y la estabilización del coste del capital “deberían favorecer la recuperación de la actividad empresarial y de M&A y actuar como principales motores en la trayectoria a medio plazo de los activos alternativos”. El experto no duda en citar a una recuperación y repunte del ritmo de captación de fondos como los factores van a influir de forma determinante en el crecimiento de estos activos.
Para Ignacio Fuertes, director de Inversiones de Miraltabank, los mercados alternativos, “y en especial los de direct lending”, van a jugar un papel clave durante los próximos meses y años, sobre todo en Europa. El experto justifica que las fuertes necesidades de capital y financiación, tanto pública como privada, necesarias para acometer las inversiones que requiere la descarbonización de la economía mundial y el rearme de Europa, a las que se suman las recomendaciones del reciente “informe Draghi”, va a demandar unos mercados de capitales más sólidos y competitivos. “Para ello, y dadas los cada vez mayores requerimientos de capital y liquidez a la banca, es necesario una mayor participación de lo que actualmente se denomina el “shadow banking”. Por estas necesidades y cada vez un mayor protagonismo, entidades como el ECB y el BIS están poniendo el foco en plataformas de crédito, fondos, compañías de seguros, family offices y hedge funds, entre otros”, explica Fuertes.
No en vano, José Cloquell Martín, director de Inversiones Ilíquidas de Diaphanum, opina que en la medida en que no parece probable que nos enfrentemos a una gran recesión, “las decisiones de política monetaria van a ser determinantes” y detalla que, en ausencia de subidas de tipos y, en todo caso, con bajadas moderadas, “debería reactivarse el flujo de transacciones corporativas -y con ello tanto la deuda privada como el private equity- y de activos reales -infraestructuras e inmobiliario-, así como las desinversiones de los fondos de activos privados y, por lo tanto, un ambiente más fácil para la captación de fondos”.
Además de factores de mercado, otros puntos intrínsecos de la propia industria apoyan este crecimiento que, a juicio de Arturo Santolaya, socio del área de alternativos de Abante, “es ya una realidad a nivel inversor”. El experto explica que las buenas perspectivas del sector también pueden justificarse por una mayor accesibilidad respecto años atrás y por, en cierta medida, un cambio en la mentalidad del propio inversor, ya que “se está acostumbrando rápidamente a las particularidades de los alternativos”, como son el largo plazo, la iliquidez, etcétera.
De hecho, Alberto Romero, analista de Mercados Privados en atl Capital, reconoce que “ahora es el turno de los minoristas, los cuales entienden cada vez mejor el producto y son conscientes de sus beneficios”, toda vez que la parte institucional (endowments, family offices, fondos soberanos) han sido los responsables del primer tirón de este tipo de activos, ya que lleva invirtiendo en ellos desde hace años, con porcentajes en alternativos que representan “entre un 20% y un 30% de sus carteras”. Incluso, va más allá al asegurar que la democratización de los activos privados es el factor que más puede influir en su crecimiento. “Anteriormente esta clase de activos solo estaba disponible para inversores institucionales, pero actualmente los minoristas también pueden acceder a ellos, lo que hace que el potencial sea enorme”. Santolaya sentencia que “sin duda” los activos alternativos “serán protagonistas en las carteras de inversión para los próximos años”.
Peso en las carteras
Si hay algo en lo que coinciden los profesionales de la inversión es que el peso de los activos alternativos en las carteras debe fijarse en función del perfil del inversor. Tanto por su capacidad de tolerar riesgo como por las necesidades de liquidez que tenga en mente, entre otros factores. Entre ellos está Santolaya, que afirma que cualquier cartera de inversión debe construirse en función de las circunstancias particulares de cada inversor -perfil de riesgo, horizonte temporal, necesidades de liquidez, estructura patrimonial, grado de diversificación, etcétera-. En el caso de los alternativos, “la necesidad de analizar para qué invierte el cliente es aún mayor debido a las propias características del activo, es decir, las restricciones de liquidez, los plazos largos de inversión, unos tickets medios elevados… “El peso en cartera de esta tipología de activo deberá estar en consonancia con los objetivos financieros y personales de cada inversor”, sentencia el experto.
Para Guillermo Santos, socio de iCapital AF, la clave para ajustar el peso de los alternativos en las carteras es el tamaño de la misma, “pues estos activos suelen ser ilíquidos durante un periodo de entre ocho y doce años, aunque en el ínterin comiencen a devolver parcialmente lo invertido”. Por eso, para carteras entre uno y cinco millones de euros “un 5%- 10% de alternativos en cartera es razonable”. Para importes de entre cinco y 20 millones de euros, entre el 10% y 20% de la cartera sería lo adecuado, según Santos. Y, para carteras de mayor tamaño, “posiciones superiores al 20% son más que convenientes, pudiendo alcanzar un 30%”. El experto explica que no hay que olvidar que el elemento de diversificación que estos activos proporcionan “es muy relevante, pues atemperan la ciclicidad de la economía y sus negativos efectos en la valoración del conjunto de una cartera de inversión”.
Sin embargo, Romero cree que el peso ideal es de un mínimo del 10% de la cartera, “independientemente del perfil del cliente”. El experto de atl Capital justifica esta afirmación aseverando que, con ello, “la rentabilidad-riesgo se verá notablemente mejorada, debido a los mayores re- tornos del asset class y su menor volatilidad”, a lo que suma la baja correlación de los activos privados con los mercados tradicionales, “lo que puede ayudar a diversificar el riesgo”.
Por su parte, Martínez considera un peso de entre el 15% y el 30% como el “óptimo”, dentro de una cartera global diversificada por asset class y geografía. “Dentro de nuestro know- how en la estructuración de asset allocation, es la asignación media que promovemos en los mandatos de single family office, puesto que supone una fuente de retorno y descorrelación imprescindible en cualquier cartera”.
Deuda privada y private equity, las opciones favoritas
Una vez determinado el porcentaje que deben representar los alternativos en las carteras, queda responder a la pregunta de cuáles presentan las mejores oportunidades. La deuda privada y el private equity son los activos privados por excelencia y, en ambos casos, hay opciones en las que sacar notables rentabilidades. Es lo que opina Martínez, que ve atractivo en ambos casos, pero sí resalta algunas subclases de activo donde ve una oportunidad “diferencial”.
Dentro de private equity, el experto de Tressis ve más oportunidades en los activos de secundarios. “El re-equilibrio dentro de las carteras de los inversores, la falta de liquidez y distribución, junto a la búsqueda de una diversificación real, la necesidad de dar salida a los inversores y mitigar el efecto de la curva J, hacen de este activo un componente esencial en las carteras de nuestros clientes”, asegura. También percibe oportunidades en el segmento de “special situations”. En este punto, Martínez argumenta que el contexto económico favorece de manera natural la estrategia de “deal-flow”, que se centra en casos de compañías complejas con la necesidad de reestructuración. “El ciclo económico de los últimos 10 años ha creado un desequilibrio entre la oferta y la demanda”, sentencia.
En lo que a deuda privada se refiere, Martínez se decanta por la deuda mezzanine: las tasas de impago -que deberían aumentar mecánicamente bajo el doble impacto de las subidas de los tipos de interés y un nivel récord de empresas con necesidades de refinanciación entre 2024 y 2026- conforman la “combinación perfecta” para el auge de esta subclase de activo. Asimismo, otorga preferencia “a los actores capaces de proporcionar liquidez rápidamente y en volumen”.
Desde Miraltabank, Fuertes no duda en apuntar a la deuda privada colateralizada como el segmento con mejores perspectivas de crecimiento de negocio. “Aparte de ofrecer retornos similares a los de la renta variable, te pone en un lugar privilegiado ante la nueva ley concursal, en posibles procesos de restructuración y su formación de clases”, explica, y añade que estos fondos “van a ayudar a financiar las ingentes necesidades de capex que el sector privado va a tener que acometer para adaptarse a las nuevas normativas en materia de sostenibilidad”.
No en vano, Romero es consciente de que la deuda privada “es el activo con más perspectiva de crecimiento” como consecuencia del escenario en el que nos encontramos. Señala que es el activo que más dinero ha levantado este año y está marcando tendencia actualmente “por sus atractivas rentabilidades respecto al riesgo asumido, siendo una clase de activo más conservadora que el private equity”. Esta tendencia, a juicio de Romero, “parece que ha llegado para quedarse debido a la flexibilidad que les da a las empresas financiarse a través de estos fondos en lugar de con los bancos tradicionales”.
Santos, por su parte, se decanta “ahora mismo” por el private debt, el private equity real estate y las infraestructuras, todos beneficiados por el ciclo bajista de tipos de interés, ya que implica menores costes de financiación, mayor en atractivo sobre inversiones monetarias y dotan a las carteras de un componente anticíclico. También ve nichos de mercado atractivos, “como es el de secundarios de private equity vía fondos de inversión, “cuya valoración ha caído y presenta precios de entrada muy atractivos”.
Poniendo la lupa para detectar más oportunidades
Santolaya también ve oportunidades en ciertos segmentos del private equity, que, aunque “también tiene sus ciclos y siempre hay oportunidades dentro de cualquier estrategia, actualmente hay algunas que pueden tener mayor protagonismo que otras”. En este punto, el experto cita al mercado secundario de private equity: las demoras en las distribuciones, la necesidad de liquidez de los gestores y los fondos de continuación son, sin duda, una buena opción para construir cartera a buenos precios y plazos menores, a juicio de Santolaya. También ve con buenos ojos al venture capital, aunque aquí matiza que “con mucha prudencia”. El experto admite que ha sufrido correcciones en precio muy relevantes y que compañías que ya eran buenas hace tres años, “ahora están a unos precios incluso mejores”. También aclara que las compañías que estaban bien capitalizadas “tienen una muy buena oportunidad de crecer y, si se tranquiliza el entorno, tendrán opciones de obtener financiación adicional para su crecimiento”.
Sardà Espuga, mientras tanto, destaca los fondos de private equity pequeños y medianos y las coinversiones. “Los primeros, se están beneficiando de las oportunidades que se han creado tras la pandemia, comprando con descuentos en las valoraciones y del dry powder que se concentra en los grandes fondos de buyouts cuando se trata de vender, mientras que los segundos están aprovechando la falta de capital derivada de la menor concesión de crédito por parte de los bancos”. Eso sí, es consciente de que cuando los tipos de interés bajen, será bueno para la mayoría de las tipologías, “con lo cual ahora podremos encontrar oportunidades en casi todos los sectores y estrategias”. También menciona a los fondos de secundarios por su mayor capacidad para aprovechar las ineficiencias que se han generado en el mercado los últimos meses: “El inversor busca maximizar retornos disminuyendo el periodo de inversión y justamente esta tipología es ideal en este momento”,
sentencia.
Asimismo, Cloquell apunta que la deuda privada, en términos relativos, continuará asistiendo a crecimientos relevantes “pues las necesidades de financiación no tradicional son cada vez mayores, y las restricciones regulatorias para que las entidades bancarias sean activas financiando dichas necesidades son difíciles de salvar”. Eso sí, reclama una regulación y vehiculización en España que no penalice las inversiones en deuda privada, frente al muy favorable tratamiento del private equity.
Blue Mahoe Capital, una empresa dedicada a las inversiones de impacto y centrada en proporcionar acceso a las economías emergentes en el Caribe con un enfoque en la vivienda asequible y la gestión de activos, anunció la contratación de Kingswood Capital Partners, como su asesor estratégico.
Este anuncio se produce poco después de la oferta de acciones según la norma de financiación colectiva (Reg CF) de la empresa y el significativo interés en la Fase A de sus planes de desarrollo de viviendas asequibles en Old Harbour, Jamaica.
Con sede en Miami, Blue Mahoe se ha comprometido a remodelar la percepción del Caribe como algo más que un destino turístico y a poner de relieve las importantes ventajas de inversión que ofrece la región gracias a su ubicación, su talento y su gente.
La empresa está diseñada para ampliar el acceso de los inversores a las mejores inversiones a largo plazo en el Caribe, proporcionando exposición a oportunidades de inversión de calidad que repercutan positivamente en las economías de la región, dice el comunicado.
Actualmente, Blue Mahoe es la primera empresa de capitales caribeños a la que se ha concedido una exención para captar capital de particulares estadounidenses e invertir en el Caribe. Tras la calificación de la Reg CF a principios de mayo, los inversores han podido adquirir acciones a 10 dólares por acción con una inversión total mínima requerida de 500 dólares.
Mediante la cotización prevista en el NASDAQ, Blue Mahoe tiene intención de recaudar un mínimo de 10 millones de dólares a razón de 10 dólares por acción.
“La fuerza impulsora que llevó a la fundación de Blue Mahoe fue la firme creencia en el potencial sin explotar del Caribe, que, en nuestra opinión, presenta todas las características típicas de las economías emergentes maduras para la inversión. Nuestras estrategias de inversión están diseñadas para tener un impacto positivo en las comunidades en las que invertimos y estamos encantados de contratar a Kingswood para facilitar nuestra cotización en el NASDAQ como una forma de aumentar la exposición de los inversores globales a la región”, explicó David Mullings, presidente y director ejecutivo de Blue Mahoe Capital.
Kingswood es un agente de bolsa registrado en la Bolsa de Valores de Estados Unidos (U.S. Securities and Exchange Commission, “SEC”) y miembro de la Financial Industry Regulatory Authority (“FINRA”) para desempeñar determinadas funciones administrativas y de cumplimiento relacionadas con esta oferta. En los últimos 12 meses ya han ejecutado más de 7 ofertas.
“La visión de David para liberar el potencial de inversión en el Caribe, junto con su compromiso de influir positivamente en las comunidades de la región, hizo que la asociación con Blue Mahoe en la primera oferta pública centrada en el Caribe fuera algo que atrajo nuestro interés. Estamos muy contentos de trabajar con ellos para ayudar a exponer aún más este potencial sin explotar y cambiar la percepción de la región más allá de un simple destino turístico”, declaró Ariel Imas de Kingwood Capital Partners, LLC.
“La octava maravilla del mundo es la ley de la capitalización, que exige coherencia de comportamiento a lo largo del tiempo. En mi función de asesor en Blue Mahoe Capital, he sido testigo del enfoque coherente y disciplinado de David, basado en principios y marcos firmes. Como ferviente discípulo de Warren Buffett, David reúne todas las características necesarias para guiar a Blue Mahoe Capital en la siguiente fase de su crecimiento y confío en que su gestión seguirá recompensando a los inversores protegiendo y haciendo crecer su capital en los ineficientes mercados elegidos”, añadió Michael Lee-Chin, presidente de Portland Holdings, Inc. y asesor clave de Blue Mahoe.
El acuerdo con Kingswood se produce tras el anuncio en junio del bono de Blue Mahoe dirigido a la diáspora jamaicana, que está previsto se ofrezca a inversores de EE. UU., Reino Unido y Canadá y se lance oficialmente a finales de este mes.
Pixabay CC0 Public DomainEpicantus. ¿Qué ventajas tienen las empresas familiares y qué fondos invierten en ellas?
Las emisiones simplificadas, nueva figura de inversión contemplada en la Ley del Mercado de Valores de México, significarán una curva amplia de aprendizaje para las Afores, por lo tanto es poco probable que se detone de inmediato una fiebre por estos vehículos de inversión pensados para las pequeñas y medianas empresas, dijo Guillermo Zamarripa, presidente de la Amafore.
«Considero que no tendrán un impacto inmediato en el financiamiento bursátil a las pequeñas y medianas empresas (pymes) por la curva de aprendizaje que deberán tener las Afores, la nueva legislación aprobada a finales del año pasado y su reglamento deben pasar por un proceso de aprendizaje entre los inversionistas para obtener resultados satisfactorios y no catastróficos», dijo Zamarripa.
«Creo que lo sano para el desarrollo del mercado es que empiece despacio, pero con paso firme, en vez de acelerado y con muchos damnificados por atropello, entonces creo que sucederá algo similar a lo que sucedió hace 15 años cuando comenzaron los CKDs», explicó el dirigente del gremio de las Afores.
Entre algunos de los cambios importantes para allanar el camino de las empresas al mercado está el hecho de que anteriormente para lograr la autorización para la emisión de acciones, era necesario el visto bueno de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), mientras que con la nueva ley la autorización recaerá en alguna de las dos bolsas, la que elija el emisor, ya sea la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), o bien la Bolsa Institucional de Valores (BIVA).
La medida sin duda abate los tiempos y los requisitos en forma importante para las empresas, pero incrementa en cierta forma el riesgo para las bolsas de valores y por lo tanto para quienes adquieran las acciones, por lo tanto existe cautela en el mercado.
¿Qué son las emisiones simplificadas?
Con las reformas a la Ley del Mercado de Valores nació a finales del año pasado el concepto de Emisiones Simplificadas. Este esquema facilita el camino para que empresas pequeñas y medianas puedan listarse en el mercado de valores, reduciendo costos y tiempos administrativos.
En otras palabras, se trata de un intento más para democratizar el acceso al mercado de valores mexicano, reduciendo los requisitos y modificando la legislación para permitir que las empresas pequeñas y medianas puedan eventualmente acceder a financiamiento bursátil.
Sin embargo, la legislación no deja de lado requisitos como la existencia de un gobierno corporativo sólido, y desde luego los análisis de las cifras de la empresa así como su prestigio financiero y su resiliencia, razón por la cual se considera que de cualquier manera millones de empresas mexicanas seguirán al margen del mercado y su potencial financiamiento.
Foto cedidaLV-Robeco Masterclass 2024 en Rotterdam
LarrainVial organizó en Rotterdam su primera Masterclass junto a Robeco en la que participaron más de 30 clientes de la firma.
“Back in Rotterdam! Después de mas de 5 años acabamos de completar nuestro primer LV-Robeco Masterclass 2024. Y ojalá el primero de muchos más”, comentaron Julieta Henke y Maria Elena Isaza, man
aging directors de LarrainVial cubriendo la relación para Robeco del negocio de US Offshore y América Latina en su cuenta de LinkedIn.
Los invitados llegaron procedentes de Miami, Nueva York, Texas y América Latina a los headquarters de Robeco en Rotterdam para escuchar a los expertos de la gestora en temas como mercados financieros, crédito, mercados emergentes, elecciones de EE.UU., Quant, Fundamental investing y temas tendencia como la inteligencia artificial.
La apertura estuvo a cargo de Tim Kruis, Head de Ventas Institucionales para Países Bajos y Soledad Almarza, partner de LarrainVial.
Entre los oradores se destacaron por un lado: Laurens Swinkels, Head of Quant Strategy; Joop Kohler, Head of Credit Team; Weili Zhou, Head of Quant Investing & Research; Erika van der Merwe, Equity Investment Specialist; Arnout van Rijn, Portfolio Manager y Jack Neele Portfolio manager de la estrategia Robeco Global Consumer Trends.
Además, también participaron de intensa agenda de dos días: Erik Keller, Client Portfolio Manager Global Credits & Sustainability; Maurice Meijers, Client Portfolio Manager High Yield y Head Business Development Private Debt; Brad Brezinski, Head de International Investor Relations & Distribution; Brian Farley, coach de alta performance; Carl Ghielen, Client Portfolio Manager Thematic Investing; Sebastian Schneider, Quant Analyst; Jan de Koning, Head de Quant Client Portfolio Management y Jan de Bruijn, Client Portfolio Manager del equipo de Emerging Markets Equity.