Consideramos que en el año 2016, y entre mercados emergentes, México será una de las historias más positivas. Nuestro escenario central para 2016 es que el crecimiento real del PIB seguirá acelerando en un contexto de inflación ligera. Proyectamos que se dará un estrechamiento de los desequilibrios fiscales y que seguirá existiendo apetito por nuevas emisiones de deuda, tanto en México como en el extranjero. La cuenta corriente se podría ampliar un poco como porcentaje del PIB, pero los flujos netos de inversión extranjera directa probablemente serán suficientes para financiar alrededor de la mitad de la brecha externa. Como no tenemos esperanzas de que surja una nueva agenda de reformas, consideramos que el entusiasmo de los inversionistas el año próximo se enfocará en el juego de adivinanzas asociado con las perspectivas de la política monetaria. De ninguna manera nos ofende la historia de México que pinta un tanto aburrida, de todas formas, ¡así me lo llevo!
Los riesgos externos en nuestro escenario central tienen que ver con la condición de la economía de los Estados Unidos y los precios del petróleo. Un crecimiento de los Estados Unidos menos dinámico de lo esperado, particularmente en cuanto a importaciones, seguramente repercutirá en menor crecimiento en México. La ventaja de este escenario sería que seguramente habría menos necesidad por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos por normalizar la política monetaria de manera agresiva, aspecto que sería positivo para aquellos activos de riesgo, incluidos los de México, si la desaceleración económica no fuera demasiado pronunciada. Mientras tanto, precios del petróleo mucho más bajos en el 2016 seguramente afectarían el sentimiento hacia México si la paraestatal Pemex siguiera retrasando los pagos a proveedores y prestadores de servicios, más allá de la fecha de pago prometida en mayo próximo. Las expectativas de crecimiento hacia 2017 y más allá también se verían afectadas en previsión a los posibles ajustes presupuestarios adicionales, en línea con la respuesta de la política del gobierno en el 2015-2016. La buena noticia es que el programa fiscal para el 2016 ha garantizado un precio promedio para la mezcla de crudo de exportación mexicano en 50 dólares por barril, frente a los 30 dólares actuales, situación que disminuye el riesgo de recortes de gastos adicionales en los próximos doce meses.
Los riesgos están asociados al crimen, la corrupción y los resultados de las próximas subastas petroleras en México. Desde nuestra perspectiva, parte del problema relacionado a la caída en los negocios y la confianza del consumidor de los trimestres pasados, así como la considerable baja en la popularidad del gobierno, tiene que ver con los casos particulares de crimen y corrupción suscitados en los últimos dos años. En este sentido, el surgimiento de nuevas situaciones de corrupción o crímenes de alto perfil, como es el caso del terrible desaparecimiento de 43 estudiantes en el estado de Guerrero en septiembre de 2014, seguramente presentaría importantes retos a la recuperación y a la reputación en general del país.
Proyectamos una aceleración en el crecimiento real promedio del PIB en el 2015 del 2,5% al 3%. Nuestras proyecciones se ubican ligeramente arriba de las expectativas del mercado en las más recientes encuestas del Banco Central del 2,4% en el 2015 y 2,7% del 2016. En nuestro pasado informe trimestral nos colocamos en 2,3% y 2,9% respectivamente. La ligera revisión al alza en nuestras proyecciones fue debido a un sorpresivo crecimiento favorable en el tercer trimestre y por las ligeras revisiones al alza a los reportes trimestrales anteriores. Del lado de la oferta, notamos que el crecimiento real del PIB habría sido de 0,5 puntos porcentuales más arriba del año a la fecha de no haber sido por la caída en la producción de petróleo. Ahora, desde la perspectiva de demanda, la suma de componentes del PIB también produce una figura de crecimiento mayor para el año pasado (4,3% frente al 2,4% actual), sin embargo, eso se debe primordialmente a errores de medición en acumulación de inventarios.
Recientes indicadores económicos de alta frecuencia se han reportado mezclados. El punto fuerte sigue siendo la fortaleza del consumo privado. Varios indicadores, incluidas las ventas comerciales, el consumo doméstico, las ventas de vehículos y las ventas en general reportadas por empresas que cotizan en la bolsa de valores sugieren que el consumo privado creció un 4,6% interanualmente en términos reales durante el tercer trimestre, su nivel más alto desde principios de 2012. Las exportaciones manufactureras se han mantenido lentas a pesar de la depreciación del peso, y seguramente reflejan la menor demanda de importaciones por parte de los Estados Unidos. Finalmente, el crecimiento de la inversión ha sido algo irregular, ya que el también bajo crecimiento de la construcción ha compensado la fortaleza de las importaciones de maquinaria y equipo.
A pesar de las presiones persistentes que debilitan al peso, nos seguimos sintiendo optimistas en lo que respecta a la inflación. La inflación general anual probablemente rondará cerca del 2,2% en 2015, situada en un punto de los más bajos en décadas, mientras que la inflación subyacente seguramente cierre en el 2,5%. Hacia 2016 anticipamos que la inflación fluctúe alrededor de la meta que ha dado el Banco Central del 3% para la mayor parte del año, a partir de enero, en lo que se disipa el efecto base favorable y en tanto se materializa el mayor traslado del peso débil. Al momento, la mayor tasa de inflación anual que prevemos para 2016 es del 3,3%, hacia finales del año.
Existen riesgos de mayor y menor inflación el año próximo. Los principales riesgos asociados con la mayor inflación son el mayor grado de traslado de debilidad de la moneda y un salto en los precios de productos agrícolas, debido a que la inflación agrícola actual parece estar demasiado baja al momento. Mientras tanto, los riesgos de una inflación más baja se asocian con la intensificación de la competencia en algunos sectores, particularmente el de las telecomunicaciones, las aerolíneas y el segmento minorista. Por otro lado, en el tercer trimestre de 2016 la incertidumbre por la inflación seguramente aumente notablemente tras el lanzamiento esperado del nuevo índice de precios al consumidor, con un nuevo año base, distintos pesos, otras ciudades y una reclasificación de ciertos artículos.
En 2016 anticipamos 75 puntos básicos en aumentos de las tasas de interés al 4%, en línea con nuestra perspectiva interna con respecto a la trayectoria que la tasa de fondos federales de los Estados Unidos seguramente vaya a seguir. Consideramos que el Banco Central de México seguramente rompería sus vínculos con la Fed en caso de que sus alzas sean menores de lo esperado y que vengan con un mayor retraso, siempre y cuando la inflación en México esté controlada. El escenario alternativo, es decir aquel en el que la Fed apriete mucho más agresivamente de lo anticipado, seguramente daría como resultado aumentos de tarifas muy comparables por parte del Banco Central de México, dado el impacto negativo que este contexto le implicaría al peso mexicano y a todos los mercados emergentes en general.
Nuestra perspectiva interna (que no es nuestra proyección) es que el peso mexicano se reducirá a 18,20 pesos al dólar en doce meses. Consideramos que los riesgos asociados con este pronóstico están claramente inclinados hacia el lado fuerte, es decir que el peso esté más fuerte que los 18,20 en un año. Aunque entendemos los argumentos detrás de una tesis por un dólar fuerte, destacamos que México se beneficiaría de una economía estadounidense más fuerte, que las principales caídas en los precios del petróleo ya se dieron y que las autoridades mexicanas saben defender su moneda mediante ventas adicionales de dólares y aumentos de intereses.
Desde la perspectiva fiscal, felicitamos a las autoridades por redoblar sus esfuerzos y por ver la situación de los precios del petróleo como una instancia permanente. Proyectamos que el amplio déficit fiscal se reducirá al 3,2% del PIB en el 2016 de un déficit de alrededor del 3,5% del PIB en 2015, mientras que el déficit primario se reducirá hasta 0,6% del PIB de un déficit del 1,3% del PIB en 2015. Mientras tanto, en lo que respecta a las cuentas externas, prevemos un aumento del déficit de la cuenta corriente hacia el 3,5% del PIB en 2016 de un déficit del 2,8% del PIB en 2015, reflejo de una mayor demanda interna y el impacto negativo de los precios energéticos. Estimamos que los flujos netos de inversión extranjera directa van a financiar alrededor del 50% del déficit del próximo año.
Consideramos que las perspectivas políticas se mantendrán en general sin mayor eventualidad en el 2016. Consideramos que no se van a presentar reformas legislativas sustanciales ante el Congreso y que los principales partidos políticos se concentrarán en las elecciones de gobernadores de principios del mes de junio. Desde nuestra perspectiva, no será hasta mediados o finales de 2017 que los inversionistas y en particular los extranjeros, se pongan más pendientes de los desarrollos políticos, ya con miras a las elecciones presidenciales del 2018.
Finalmente, en el 2016, no anticipamos cambios en las calificaciones de deuda soberana de moneda extranjera a largo plazo en México. Lo anterior lo fundamentamos en nuestro escenario central de que es poco probable que se lleguen a materializar importantes sorpresas – ya sea positivas o negativas-. Además, en el caso dado de que se llegaran a dar algunas negativas, existirían las respuestas políticas adecuadas para afrontarlas.
Columna de opinión de Alonso Cervera, de Credit Suisse.