Durante la última década, y posiblemente durante la mayor parte del siglo XXI hasta ahora, los activos de riesgo han repuntado, y cualquier retroceso ha supuesto una oportunidad para acumular más compras («comprar en las caídas»), aprovechando eficazmente la opción de venta de los bancos centrales. Al mismo tiempo, la diversificación mediante una cartera mixta de renta variable y renta fija se ha beneficiado de la correlación baja o negativa entre estas dos clases de activos. Esto ha dado lugar a una racha alcista larga y duradera tanto en los mercados de renta variable como en los de renta fija.
La época de «comprar en las caídas» y el poder de la renta fija y la renta variable, con fuertes rentabilidades y bajas correlaciones, fueron el reflejo del entorno de tipos de interés cada vez más bajos, presiones inflacionistas mínimas y la política fiscal laxa tras la crisis financiera mundial. Sin embargo, si nos remontamos más atrás, hasta el período que abarca desde finales de la década de 1960 hasta principios del siglo XXI, esta correlación negativa se invirtió, es decir, la correlación entre renta variable y renta fija resultó muy positiva.
Todo paradigma de mercado tiene una vida útil
Desde nuestro punto de vista, parece que ahora estamos moviéndonos a un mundo muy diferente, en el que prevalecen la tendencia a la relocalización, el interés propio y un tipo de interés r* (r-estrella) más alta. Esto está generando preocupación por el riesgo de un aumento de la inflación, la evolución de los tipos de interés y el crecimiento mundial, con las consiguientes repercusiones en las decisiones empresariales, desde la congelación de la contratación hasta la pausa en la inversión en activo fijo.
Basta con fijarse en las declaraciones sobre las perspectivas de resultados del cuarto trimestre realizadas por los altos directivos, en las que muchas empresas han eliminado totalmente sus previsiones:
Además, vemos inquietud acerca la capacidad de los gobiernos para financiar sus alarmantes obligaciones de deuda a largo plazo, con un reciente repunte de los rendimientos de los bonos a más largo plazo, sobre todo desde que se aprobó la «gran y magnífica ley» del presidente estadounidense Trump. El dólar estadounidense ya no se considera el activo refugio que solía ser (el índice ponderado del dólar estadounidense ha caído sin parar desde su máximo alcanzado a principios de enero).
Al mismo tiempo, se está intensificando la tendencia hacia mercados privados y más opacos, justo cuando los pioneros de esta tendencia (Yale y Harvard, por ejemplo) están vendiendo sus posiciones. Ante tal indecisión e incertidumbre, parece oportuno analizar la futura evolución de los activos de riesgo, especialmente en un momento en el que el MSCI All Country World Index está marcando máximos históricos (gráfico 1), tras el retroceso registrado en abril, a pesar de la continua incertidumbre acerca de los aranceles.
Sin embargo, el comportamiento tarda tiempo en adaptarse. «Comprar en las caídas» ha sido el pilar fundamental de toda la carrera profesional de algunos inversores. También parece estar determinando la mentalidad de rebaño en algunas áreas de comercio minorista; téngase en cuenta el rally del S&P 500 tras el llamamiento del presidente Trump a “comprar acciones ahora”. Ahora es urgente que los inversores dejen de lado esta adicción a redoblar sus apuestas, ya que el intervalo de confianza en torno a cualquier indicador económico prospectivo o perspectiva de mercado es mayor que nunca.
La necesidad de que el sector de la gestión de inversiones promueva la diversificación de las carteras de sus clientes es fundamental para ayudarles a garantizar su futuro financiero. Podría decirse que los inversores han ganado demasiado durante este período glorioso para los activos de riesgo. La necesidad de reinvertir esos excesos de rentabilidades en clases de activos que demuestren una rentabilidad sólida y con una baja correlación es más importante que nunca.
¿Por qué ahora?
Este reciente período de volatilidad del mercado e incertidumbre de los inversores ha sido positivo en general para las estrategias alternativas líquidas, y la situación sigue mejorando:
• Aunque la volatilidad implícita se disparó en el «día de la liberación», algo positivo para los inversores diversificados, ya que el índice VIX, barómetro del miedo, alcanzó un máximo intradía de 60,3 en abril, su nivel más alto en ocho meses. Desde entonces, se ha hundido hasta casi 16,0. El coste de la protección de las opciones frente a la volatilidad del mercado también se ha normalizado. Esto significa que el coste de la protección contra los picos de volatilidad del mercado se ha reducido.
• Al ofrecer liquidez a los mercados bursátiles, como las operaciones en bloque y las ofertas secundarias, los descuentos han aumentado, lo que ha dado lugar a la posibilidad de que las estrategias de presión sobre los precios generen mayores rentabilidades, ya que las primas de riesgo son ahora más amplias.
• El mercado de ofertas públicas de venta (OPV) parece estar recuperando su orden, con una buena rentabilidad de las empresas en su debut. Esto debería liberar la oferta de capital privado, ya que desean monetizar sus inventarios y devolver el capital a los inversores.
• Las nuevas emisiones convertibles están aumentando a medida que los directores financieros (CFO) se dan cuenta de que pueden pagar cupones más baratos que con la deuda directa, que tienen que emitir para refinanciar préstamos que vencen y que se emitieron originalmente en un entorno de tipos de interés más bajos.
• La normativa sobre fusiones y adquisiciones se está relajando, lo que debería dar lugar a un aumento de las oportunidades para las estrategias basadas en eventos.
Estrategias para un mercado cambiante
El término «alternativos» engloba un amplio abanico de activos no tradicionales, con factores diferenciados de la rentabilidad, que pueden prosperar en una amplia variedad de condiciones de mercado distintivas. Las estrategias de seguimiento de tendencias y de materias primas, por ejemplo, han sido históricamente dos áreas que han obtenido buenos resultados en períodos de mayor inflación.
Las inversiones alternativas ofrecen a los inversores un entorno fértil de herramientas potenciales (estrategias) que pueden añadir mucha diversificación a una estrategia equilibrada más amplia, lo que puede resultar fundamental en un momento en el que las dinámicas del mercado, antes fiables, se están desmoronando y las relaciones entre las clases de activos están cambiando. Este es el tipo de entorno en el que los inversores buscarán áreas que se diferencien de la corriente dominante.
Artículo escrito por David Elms, director de Inversiones Alternativas, Diversificadas y gestor de Carteras y Carlo Castronovo, gestor de Carteras en Janus Henderson Investors.
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