Los fármacos GLP-1 han sido comparados con el descubrimiento de la penicilina, que cambió el curso de la medicina al tratar diversas enfermedades potencialmente mortales.
Originalmente desarrollados como tratamientos para la diabetes, han captado la atención tanto de profesionales del sector sanitario como del público en general, atraídos por su capacidad para favorecer la pérdida de peso al aumentar la saciedad y reducir consecuentemente la ingesta de alimentos, al tiempo que muestran un potencial adicional para reducir los lípidos, combatir la inflamación y proteger el sistema nervioso.
El creciente interés por estos medicamentos ya está teniendo múltiples consecuencias para la industria de la salud, impulsando al sector farmacéutico y biotecnológico y transformando el panorama competitivo.
En algunos estudios clínicos, los GLP-1 han ayudado a los pacientes a perder más del 20% de su peso corporal y a controlar su diabetes. Además, estos prometedores medicamentos también han sido aprobados por la FDA para tratar enfermedades renales crónicas, apnea obstructiva del sueño y para prevenir complicaciones cardiovasculares potencialmente mortales, como infartos e ictus. En la lista de posibles futuras indicaciones se encuentran la fibrosis hepática, la artrosis, trastornos dermatológicos e incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, todas ellas afecciones crónicas que aumentan, todavía más si cabe, el gasto sanitario.
En Estados Unidos, por ejemplo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informan de que los costes médicos anuales para los adultos con obesidad son 1.861 USD superiores a los de personas con peso estándar, con un coste total adicional que superó los 173.000 millones de dólares en 2019.
Más allá del mercado estadounidense, China también enfrenta una grave crisis de obesidad. Según la Comisión Nacional de Salud de China, la tasa de personas con sobrepeso u obesidad en el país podría superar el 65% de la población para el año 2030.
La adopción generalizada de los fármacos GLP-1 podría cambiar radicalmente la forma en que se trata la obesidad y las enfermedades relacionadas. Con más de 1.000 millones de personas en todo el mundo potencialmente elegibles para el tratamiento contra la obesidad, el gasto anual en estos medicamentos podría alcanzar cifras de cientos de miles de millones de dólares. Morgan Stanley predice que, para 2035, el mercado de medicamentos contra la obesidad podría alcanzar unas ventas anuales de 150.000 millones de dólares. Las implicaciones económicas son enormes.
Actualmente, las compañías líderes del mercado son Novo Nordisk y Eli Lilly, que comercializan los únicos tres fármacos GLP-1 aprobados hasta la fecha —liraglutida, semaglutida y tirzepatida— para la diabetes y la obesidad.
A pesar de estos avances, los fármacos todavía afrontan desafíos considerables. Algunos pacientes no pueden extender el tratamiento durante más de seis meses al verse afectados por alguno de los efectos secundarios asociados, como las náuseas. Esto implica que uno de los objetivos de los fármacos de próxima generación deberá ser mejorar el porcentaje de tolerabilidad entre los pacientes.
Además, el elevado coste de esta clase de medicamentos limita su acceso para la gran mayoría de la sociedad, especialmente en grupos de población de menores ingresos. Sin cambios normativos que mejoren la cobertura por parte de las aseguradoras y la asequibilidad, los beneficios de estos nuevos tratamientos podrían seguir siendo inaccesibles para quienes más los necesitan.
Sin embargo, con la aparición de nuevos tratamientos y el aumento de la competencia, el acceso a esta terapia mejorará progresivamente. Por ejemplo, Eli Lilly anunció recientemente resultados prometedores en su nuevo fármaco oral GLP-1 que demuestran una eficacia comparable a la de otras opciones inyectables, lo que podría aliviar las limitaciones de suministro y dirigirse a mercados más sensibles al precio.
A medida que avance el desarrollo de los GLP-1, podría marcarse un punto de inflexión en el sistema sanitario, pasando de un modelo centrado en tratar enfermedades a otro enfocado en la prevención, el diagnóstico precoz y el cuidado del bienestar. Esto no solo supondría un gran paso adelante en materia de salud pública, sino que también abriría oportunidades para los inversores que comprendan la ciencia y la tecnología que impulsan este cambio de paradigma.
Tribuna de opinión escrita por Blanca Gómez de Agüero, Sales Support & Client Servicing en Iberia de J. Safra Sarasin Sustainable Asset Management