Detrás de una de las bebidas favoritas a nivel mundial se esconde una materia prima cotizada globalmente con un gran potencial de inversión.
El café destaca por dos características esenciales: su importancia cultural y su volatilidad de mercado. El precio de esta semilla tropical fluctúa en un mercado complejo, influido por riesgos climáticos y cadenas de suministro globales que terminan impactando en la demanda de la bebida más consumida durante las primeras horas del día.
El recorrido del café, desde su recolección de un arbusto silvestre en Etiopía hasta su transformación en una de las materias primas blandas más activamente negociadas, guarda una historia de comercio, sabor y transformación. Hoy en día, más de 80 países producen café, siendo Brasil, Vietnam y Colombia los principales exportadores mundiales. Dos variedades dominan el mercado: Arábica, valorada por su sabor matizado, y Robusta, apreciada por su resistencia y mayor concentración de cafeína. Ambas sostienen un mercado que conecta pequeñas explotaciones agrícolas con parqués de negociación en Nueva York y Londres.
Pocas materias primas combinan como el café la relevancia cultural, la importancia económica y la sostenibilidad.
Históricamente, el café ha sido mucho más que una bebida. Tras el Motín del Té de Boston, simbolizó resistencia política e independencia en Estados Unidos, rompiendo los vínculos coloniales. Ese legado perdura, con el café configurando todavía rutinas, identidades y valores.
Junto a su importancia cultural, el café es una materia prima financiera de relevancia, negociada en bolsas internacionales. La Intercontinental Exchange (ICE) constituye el mercado de referencia para el Arábica. El precio de referencia KC reacciona con rapidez a fenómenos climáticos, fluctuaciones de divisas, cambios económicos y posicionamientos de los inversores. Una helada en Brasil o una sequía en Vietnam pueden disparar los precios. Al mismo tiempo, los movimientos de divisas en países productores clave, como el real brasileño o el dong vietnamita, pueden alterar de la noche a la mañana la rentabilidad de la oferta.
Por ejemplo, se prevé que la producción de Robusta en Vietnam aumente un 7% en la campaña 2025/26, alcanzando los 31 millones de sacos. Por su parte, la temporada de heladas en Brasil continúa proyectando incertidumbre sobre los rendimientos del Arábica. Al igual que otras materias primas blandas, los mecanismos de fijación de precios del café son complejos, pero su reacción a las perturbaciones de la oferta puede ser inmediata y pronunciada.
La volatilidad de esta materia prima representa tanto desafíos como oportunidades para los inversores. A menudo su precio no está correlacionado con los activos tradicionales, lo que lo convierte en un buen diversificador para carteras multiactivo. Su sensibilidad a la inflación, al clima y a las tendencias de los mercados emergentes ofrece oportunidades tácticas de inversión.
Los precios del café reflejan una vasta red de esfuerzo humano. En torno al 70% del café mundial es cultivado por pequeños productores, con frecuencia en condiciones precarias y con recursos financieros o información de mercado limitados. El recorrido del grano hasta su consumo incluye numerosas etapas: recolección, procesado, clasificación, certificación, exportación, tueste, envasado y distribución. Cada paso es vital, y la transparencia resulta cada vez más importante.
Los esquemas de certificación como Fairtrade y Rainforest Alliance han ganado tracción, no solo como etiquetas de marketing, sino como marcos reales para favorecer mejores prácticas y beneficios más estables. Para los inversores centrados en la integración de criterios ESG, estas certificaciones son relevantes. La trazabilidad, la agricultura sostenible, los derechos laborales y el uso del agua son hoy centrales para evaluar el valor y el riesgo a largo plazo.
El café se sitúa en la intersección entre la exposición climática, la transformación de las cadenas de suministro y los cambios en los patrones de consumo.
Las preferencias de los consumidores también están cambiando la ecuación. Aunque Europa y Norteamérica continúan liderando el consumo per cápita, el mayor crecimiento proviene de Asia y África, donde la urbanización y el aumento de la renta están generando nuevas culturas cafeteras. Los consumidores más jóvenes impulsan un cambio hacia la calidad y la sostenibilidad. Buscan granos de origen único, tuestes más claros, abastecimiento ético, y están dispuestos a pagar por ello.
El café de especialidad es uno de los grandes beneficiados. Representa ya casi el 20% de las ventas minoristas mundiales y se expande con rapidez. Los canales digitales están amplificando este crecimiento. Las plataformas directas al consumidor y las suscripciones conectan tostadores con compradores globales, apoyan a productores de nicho y permiten una economía más equitativa a lo largo de la cadena.
Este cambio de comportamiento es una historia de consumo minorista, pero también refleja fuerzas estructurales que están moldeando el panorama de las materias primas. El café se encuentra en la intersección entre la exposición climática, la transformación de las cadenas de suministro y los cambios en los patrones de consumo.
Por supuesto, los mercados cafeteros no están exentos de riesgos. Los precios son muy sensibles a las variaciones medioambientales, las plagas, los cuellos de botella logísticos y los cambios regulatorios. Aunque los mercados de especialidad muestran potencial, pueden carecer de liquidez. El almacenamiento y el transporte de materias primas físicas implican complejidades operativas. Los inversores deben gestionar cuidadosamente estas exposiciones.
Pocas materias primas combinan como el café la relevancia cultural, la importancia económica y la sostenibilidad. Aunque volátil, el café está profundamente arraigado a la vida cotidiana, el comercio global y el auge del consumo consciente. Su relevancia como inversión es estructural, más que una tendencia pasajera.
A medida que evolucionan los patrones de demanda y crecen las expectativas de sostenibilidad, la baja correlación del café con las clases de activos tradicionales lo convierte en una opción a considerar dentro de una asignación diversificada a materias primas.
A la hora de invertir en esta tipología de activos es esencial contar con un equipo especializado. J. Safra Sarasin Sustainable AM cuenta con amplia experiencia en la gestión de estrategias enfocadas en materias primas. Hace 18 años lanzamos JSS Commodity – Diversified, estrategia que ha logrado batir a su benchmark cada año desde lanzamiento, y en 2024 creamos su versión UCIT con el lanzamiento de JSS Commodity – Transition Enhanced, que además incluye inversión en materias primas de transición energética.
Tribuna de opinión escrita por Mariano Guerenstein; Managing director; Institutional Clients and Wholesale Iberia en J. Safra Sarasin Sustainable AM