La renta variable estadounidense nos dejó otro comportamiento estelar en junio. El S&P 500 y el Nasdaq avanzaron un 5,0% y un 6,6%, respectivamente, y se anotaron nuevos máximos históricos. Se trata de un vuelco impresionante desde el mes de abril, cuando la renta variable se acercaba a territorio de mercado bajista. Sin embargo, los inversores deben ser conscientes de que nos encontramos en un periodo de incertidumbre estructural elevada, algo que la prima de riesgo de la renta variable parece no estar descontando plenamente.
En primer lugar, la amenaza de los aranceles persiste. Una mayor incertidumbre en la política comercial podría crear estanflación durante el resto del año, lo que impactaría en los precios, los costes y las cadenas de suministro y tendría efectos variables por región, sector y empresa.
Otra novedad importante es la aprobación de la ley de presupuestos en EE.UU., que consagra nuevos recortes de impuestos y paquetes de gasto público. Con este gasto público la economía recibe un impulso adicional, pero también se incrementa el riesgo a largo plazo, ya que la deuda sigue aumentando y dejará unos déficits presupuestarios persistentemente elevados en el periodo 2026-2029.
Las estadísticas económicas han sido dispares. Se ha observado un adelanto del consumo para esquivar los aranceles, lo que ha enturbiado los datos. Las recientes cifras de empleo correspondientes al mes de junio fueron buenas, pero la confianza de los consumidores sigue siendo endeble. Estas inciertas perspectivas económicas no parecen estar recogidas en los índices bursátiles.
Las acciones estadounidenses cotizan actualmente a alrededor de 23 veces los beneficios anuales. Son múltiplos elevados y los resultados del primer trimestre ciertamente cumplieron las expectativas, pero el mercado ha ido recortando discretamente las previsiones de beneficios. Para que las bolsas sigan escalando desde los niveles actuales, necesitaríamos un giro en la trayectoria de las expectativas de beneficios y eso requeriría, a su vez, unas condiciones económicas favorables, es decir, un escenario ideal en el que el impulso de las políticas públicas no da lugar a presiones importantes en la inflación, lo que permite a la Fed retomar el ciclo de recortes de los tipos de interés. Aunque no se puede descartar este resultado, cuesta creer que se pueda materializar.
Otra posible evolución es que el sector tecnológico, sostenido por la demanda de la IA, provoque una aceleración limitada de las revisiones al alza de los beneficios. Nuestro equipo para el sector tecnológico regresó recientemente de una gira de reuniones con executivos de Silicon Valley; aunque es evidente que el discurso en torno a la IA sigue siendo alcista, existen dudas sobre si la demanda es cíclica o estructural y si eso está recogido adecuadamente en las tasas de crecimiento que llevan implícitas las valoraciones.
A escala mundial, me quedaría con Europa y los mercados emergentes. En estas regiones existen mercados que han generado mejores rentabilidades que EE.UU. y presentan fundamentales sólidos y flujos de efectivo que podrían sostener el crecimiento de los beneficios, mientras que las valoraciones siguen siendo atractivas: alrededor de 15 veces y 13 veces los beneficios en Europa y en los mercados emergentes, respectivamente. Este año nos está recordando que las acciones estadounidenses no van a ser dominantes en todos los entornos y que la diversificación geográfica da fruto.
Artículo escrito por Niamh Brodie-Machura, CIO del área de Renta Variable en Fidelity International.
Perspectivas mensuales sobre la renta variable
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