Un panorama de inversión positivo en un momento en que se está redefiniendo el orden de seguridad global y la arquitectura comercial puede parecer audaz. Nuestra perspectiva de mercado se basa, como siempre, en nuestro escenario base, y anticipamos que no faltarán factores disruptivos que puedan sacudir o incluso socavar dicho escenario.
En primer lugar, el hiperactivo presidente de EE. UU., Donald Trump, sigue siendo la mayor fuente de sorpresas, y no solo negativas. Creemos que hubo evidencia de lo que el mercado denomina el “Trump put” -una disposición a cambiar de rumbo si los mercados caen demasiado- en abril y mayo. Trump dio marcha atrás en iniciativas particularmente preocupantes para los mercados de capitales. Sin embargo, también creemos que todavía es imposible predecir cómo se reflejarán finalmente los aranceles más altos y el aislacionismo deliberado de EE. UU. en los beneficios empresariales.
Donde estas políticas ya se reflejan es en nuestras previsiones de crecimiento. Después de un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 2,8 % el año pasado, ahora esperamos solo un 1,2 % en EE. UU. para el presente año y un 1,3 % en 2026. Para Alemania, vemos una dinámica opuesta, con una mejora en el crecimiento. Creemos que la cifra de -0,2 % en 2024 se transformará en un 1,6 % en 2026.
Con base en este contexto macroeconómico, tenemos una perspectiva positiva a 12 meses para las acciones -aunque prevemos retrocesos temporales- por cinco razones:
A largo plazo, los precios de las acciones están impulsados por los beneficios. Y esperamos que los beneficios globales sigan creciendo en 2025 y 2026.
El S&P 500, en particular, se está beneficiando de forma desproporcionada del entusiasmo por la inteligencia artificial (IA) y de otros motores del crecimiento digital.
Las empresas han aprendido a adaptarse más rápidamente a los shocks externos en los últimos diez años.
En Europa, la perspectiva de una política fiscal más expansiva está impulsando las expectativas de crecimiento e inversión.
En caso de que la inflación repunte nuevamente, las acciones, el oro y algunos segmentos del sector inmobiliario y de infraestructuras podrían ofrecer una mejor gestión del riesgo, en términos relativos, que el efectivo o los bonos.
El mercado de bonos será, por tanto, un indicador clave de riesgo en los próximos doce meses. Si el fuerte aumento en los rendimientos de los bonos gubernamentales japoneses y la preocupación por el persistente déficit fiscal de EE. UU. llevaran a una liquidación en el extremo largo de la curva de rendimientos -con inversores extranjeros retirándose de los activos estadounidenses- tendríamos que revisar todas nuestras previsiones de mercado. Sin embargo, no esperamos que este escenario de riesgo se materialice, a pesar de las presiones sobre el presupuesto de EE. UU. Creemos que el proceso de “desdolarización” será muy gradual; y también asumimos que la Reserva Federal (Fed) intervendrá si los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 y 30 años suben muy por encima del cinco por ciento. En consecuencia, seguimos considerando atractivos a los bonos. Ya sean bonos gubernamentales a corto o medio plazo, o bonos corporativos con grado de inversión, sus altos rendimientos actuales respaldan este segmento. El dólar estadounidense débil también jugará un papel relevante en el próximo año. La apreciación que esperamos para el euro, el yen y algunas otras monedas asiáticas implicaría que los retornos esperados de los activos globales resulten más atractivos en términos de dólares.
En conjunto, por tanto, nuestra perspectiva de inversión vuelve a ser bastante optimista, incluso si las expectativas de retorno están algo por debajo del promedio. Es muy posible que los niveles de las acciones y los rendimientos de los bonos no se desvíen demasiado de sus niveles actuales dentro de doce meses, tras haber sufrido quizás otra corrección significativa o haber alcanzado nuevos máximos en el ínterin. Para tener en cuenta la mayor incertidumbre derivada de la creciente multipolarización del mundo, volvemos a centrarnos en una cartera de inversión ampliamente diversificada.
Tribuna de Vincenzo Vedda, director global de Inversiones de DWS