El índice bursátil japonés Nikkei 225 ha subido alrededor de un 25 % desde principios de año y, con casi 50.000 puntos, se acerca a su máximo histórico. Los factores impulsores no son solo la euforia por la inteligencia artificial (IA) y la debilidad del yen, sino también una nueva realineación política en Tokio. Tras la elección de Sanae Takaichi como primera ministra y la formación de una coalición entre su Partido Liberal Democrático (PLD) y el Partido de la Innovación de Japón (Ishin), orientado a las reformas, los participantes en el mercado tienen la esperanza de que se aplique una agenda favorable al crecimiento.
El optimismo se debe a la especulación del mercado de que Takaichi pondrá en marcha el «Abenomics 2.0«. Este término es sinónimo de la política económica del primer ministro Shinzo Abe, introducida en 2012 cuando llegó al poder por segunda vez. Consistía en aumentar la oferta monetaria del país, impulsar el gasto público y aplicar reformas para hacer más competitiva la economía japonesa. En aquel momento, el periódico The Economist describió el programa como «una mezcla de reflación, gasto público y una estrategia de crecimiento diseñada para sacar a la economía del letargo en el que ha estado sumida durante más de dos décadas».
Son precisamente estas expectativas -es decir, el estímulo fiscal, una política monetaria favorable y una mayor presión para la reforma- las que actualmente están avivando las esperanzas del mercado. Algunos expertos advierten de que gran parte del optimismo ya se ha tenido en cuenta. Sin embargo, la combinación de la estabilidad política y una agenda orientada al crecimiento podría suponer un importante apoyo para el desarrollo económico y los mercados.
Sin embargo, el repunte de la bolsa japonesa no se basa únicamente en la política y el impulso de las políticas. Hay fuerzas estructurales que refuerzan la recuperación, como el regreso de los inversores extranjeros, las reformas de la gobernanza empresarial y las recompras de acciones casi récord por parte de las empresas japonesas. Estos acontecimientos pueden indicar un cambio cultural que se aleja de la tendencia japonesa de acumular efectivo. A principios de año, la Bolsa de Tokio instó a las empresas nacionales a utilizar el capital de forma más eficiente, fomentando así las recompras y el aumento de los dividendos.
La estructura del mercado también es un importante motor del impulso actual. Mientras que las acciones tecnológicas son cada vez más volátiles, las acciones industriales y financieras han impulsado al alza los índices, beneficiándose del aumento de los rendimientos y de las perspectivas de apoyo fiscal. El índice Topix, más amplio, también ha subido, impulsado por las acciones de los sectores electrónico y bancario. Las empresas de pequeña capitalización también están cobrando mayor protagonismo, ya que se ven especialmente afectadas por el llamamiento de la Bolsa de Tokio a utilizar el capital de forma más eficiente y necesitan ajustar su estructura de capital en consecuencia. Por lo tanto, el repunte es mucho más amplio de lo que sugieren los titulares centrados en el Nikkei.
La política monetaria del Banco de Japón sigue siendo un factor importante. Tras abandonar la política de tipos de interés negativos, es probable que se produzcan nuevas subidas de los tipos de interés, aunque actualmente esperamos que se retrasen algo debido a la fase de transición política y a las medidas de estímulo previstas. Estos retrasos deberían dar a los mercados tiempo suficiente para absorber el estímulo fiscal y suavizar la transición hacia unos rendimientos nominales más altos, salvaguardando así la recuperación económica.
El reciente repunte bursátil se basa en el nombramiento de Sanae Takaichi como primera ministra, los vientos favorables estructurales y la debilidad del yen. Los mercados anticipan un periodo de estabilidad política y expansión fiscal, un entorno que vuelve a situar a Japón en el punto de mira de la inversión mundial tras años de estancamiento. En nuestra opinión, las perspectivas siguen siendo positivas.
Tribuna de Lucas Brauner, economista especializado en Japón de DWS
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