Una noticia bien interesante que se produjo en los últimos días, tiene que ver con la propuesta del presidente Obama de condonar billones de dólares de deuda estudiantil en la siguiente década. Las voces en contra no se hacen esperar, diciendo que esto podría llevar a un sobre endeudamiento de parte de los estudiantes, afectando, como siempre, a los que sostienen las finanzas públicas que son los contribuyentes.
Para entender bien el trasfondo de este asunto, debemos remontarnos a lo que ha sido el desarrollo de varios sucesos durante los últimos años. Cuando estalla la crisis económica, empiezan a subir los índices de desempleo, especialmente de la población comprendida entre 18 y 25 años; que por definición son siempre los más afectados con los recortes laborales. Para evitar una población ampliamente ociosa, que perdiera los mejores años donde se pueden capacitar, el Gobierno decidió dar un plan de impulso a este grupo de personas, ampliando el espectro de créditos disponibles para educación, por medio de entidades como Ginnie Mae.
Esto permitía que, mientras se superaba la crisis, las personas más jóvenes, que no habían accedido a educación superior, lo hicieran. Al mismo tiempo, permitía que personas desempleadas dentro de la Población Económicamente Activa, pasaran a la Población Económicamente Inactiva; lo que garantizaba una reducción en la tasa de desempleo, lo cual impactaba positivamente el ritmo de la economía.
Pero hay un problema: las personas que empezaron a estudiar en el período 2008-2009 se empezaron a graduar, y tienen que empezar a pagar los créditos adquiridos; con la mala noticia de que el empleo no se ha reactivado a un ritmo que permita absorber esa fuerza laboral, más educada, pero sin ninguna experiencia. Este factor, desde hace mucho tiempo, llevó a algunos analistas a pronosticar que la próxima burbuja en explotar sería, precisamente, los créditos impagados por parte de los estudiantes.
Al proponer esta figura, Obama lo que está haciendo es extenderle la vida universitaria a algunos que salieron pero que podrían continuar, y motivar a aquellos que no lo han hecho, a que regresen a la educación superior. Pero finalmente, el problema no es de pago del crédito, lo verdaderamente de fondo es que la economía aún no recupera el dinamismo para permitirle a todos estos jóvenes tener oportunidades laborales que permitan explotar las capacidades con las que se están formando.