El pasado 22 de agosto fuimos testigos, muy probablemente, del último Jackson Hole con Jerome Powell al mando de la Reserva Federal (Fed). Como es costumbre, el discurso tocó varios temas clave: inflación, mercado laboral y crecimiento económico. Sin embargo, esta vez hubo un énfasis especial en algo que suele pasar desapercibido: la importancia de distinguir entre factores cíclicos y estructurales a la hora de elaborar política monetaria. Y es que, poco a poco, el foco de la Fed parece estar girando. La inflación, que fue la gran protagonista en los últimos años, empieza a ceder espacio al mercado laboral, que con cada nuevo informe y revisión se convierte en el principal desafío para la Fed.
La inflación: ¿ya no es el principal problema?
Después de varios meses de desaceleración, hemos visto cómo algunos indicadores de inflación —como el PCE, CPI y PPI por sus siglas en inglés— han empezado a repuntar desde abril. Incluso los componentes de precios pagados en los ISM manufactureros y de servicios siguen mostrando expansión. Sin embargo, si miramos más allá del corto plazo, vemos señales de que la inflación podría estar perdiendo fuerza estructuralmente. Por ejemplo, la inflación en vivienda, que tiene un peso considerable en la canasta de índices de precios, sigue desacelerándose. Además, los temores sobre el impacto de los aranceles en los precios, aunque visibles en algunas categorías de bienes, parecen estar controlados por el momento. Powell mencionó que, por ahora, ve este efecto como algo más temporal que estructural. Los dos grandes riesgos que podrían complicar el panorama—expectativas de inflación desancladas y aumentos salariales persistentes—no parecen tan probables en vista del comportamiento del mercado laboral.
De momento, los datos de inflación previos a la reunión de la Fed serán clave: un repunte podría sugerir demanda firme y capacidad de trasladar costos al consumidor; mientras que una sorpresa a la baja podría sugerir debilidad del consumidor y posible reducción en la creación de empleo con el fin de controlar costos. Por ahora, los principales indicadores y encuestas muestran que las expectativas de inflación continúan alineadas con el objetivo del 2% a largo plazo, mientras que el mercado laboral ya no luce tan ajustado como en meses anteriores.
El mercado laboral: ¿nuevo foco de preocupación?
Aquí es donde el discurso de Powell cobra mayor relevancia. El presidente de la Reserva Federal reconoció que los datos de empleo de julio fueron más débiles de lo previsto, y, además, se revisaron significativamente a la baja las cifras de meses anteriores. Aunque la tasa de desempleo se mantiene baja—alrededor del 4.3%—la creación de empleo muestra señales claras de desaceleración.
De hecho, el informe laboral de agosto reveló que se han generado menos de 600,000 empleos en lo que va del año. Exceptuando el 2020, los ocho primeros meses del 2025 se perfilan como uno de los peores años en términos de creación de nuevos puestos de trabajo desde 2009. Lo interesante es que tal menor demanda laboral está siendo compensada por una oferta también reducida, en parte debido a una menor inmigración, lo que ha permitido cierto equilibrio en el mercado.
Sin embargo, Powell advirtió que los riesgos en el mercado laboral están aumentando. Si éste se debilita aún más, podría hacerlo de forma abrupta, con despidos acelerados y un repunte en el desempleo. Los indicadores adelantados, como los componentes de empleo en los índices ISM, ya muestran señales de contracción, llevando al mercado a valorar una Fed más acomodaticia yendo hacia adelante.
¿Qué significa todo esto para la política monetaria?
La Fed estima que la tasa neutral a largo plazo —aquella que ni estimula ni frena la economía — podría estar cerca del 3 %, implicando que el nivel actual (4.25 %-4.50 %) sigue siendo restrictivo. En el Resumen de Proyecciones Económicas (SEP por sus iniciales en inglés) del mes de junio, la media de los miembros de la Fed esperaba cerrar 2025 con una inflación del 3% y desempleo del 4.5%, implicando una tasa federal media de 3.875% —es decir, dos recortes más de 0.25% para lo que queda del año.
No obstante, desde entonces, han pasado muchas cosas con respecto al personal de la Junta de Gobernadores de la Fed. Adriana Kugler dejó su puesto, Lisa Cook podría perder el suyo, y todo indica que el presidente Trump nombrará un nuevo presidente de la Fed cuando termine el mandato de Powell en mayo. Esto podría cambiar por completo la composición de la Junta de Gobernadores, inclinándola hacia una visión más favorable a tasas bajas. De hecho, el mercado ya está descontando hasta seis recortes adicionales de aquí a diciembre de 2026, lo que llevaría la tasa terminal a un rango de 2.75%-3.00%. Esta visión está alineada con lo que piensa Christopher Waller, uno de los nombres que suenan fuerte para reemplazar a Powell.
Conclusión: ¿esta vez sí va en serio?
Aunque el mercado ha tenido falsas esperanzas de recortes de tasas en el pasado, esta vez el contexto parece distinto. Con un mercado laboral que empieza a mostrar debilidad, una Fed que podría tener nuevos miembros más alineados con la visión del presidente, y una inflación que ya no es tan amenazante de manera estructural, el escenario para recortes de tasas parece más sólido. Si bien podríamos ver repuntes temporales en las tasas de los bonos, la dirección general de la curva—especialmente en los tramos corto e intermedio—parece apuntar a un nuevo ciclo de recortes de tasas.
Tribuna de Sebastián Salamanca, CFA, CAIA – Senior Invesment Advisor de Boreal Capital Management