Si alguien pasó un tiempo fuera de los mercados en agosto, probablemente se haya perdido aún más ganancias. Se registraron nuevos máximos en el S&P 500, el Nasdaq y el FTSE 100, mientras que el Euro Stoxx 600 cerró muy cerca. Un sesgo más expansivo de la Fed, las sorpresas positivas en los beneficios del segundo trimestre y las escasas repercusiones de los aranceles hasta hora ayudaron a las bolsas a seguir subiendo.
Lo que suscitó menos atención fue la rápida subida de las acciones chinas. El índice MSCI China en dólares avanza un 29% este año hasta finales de agosto, cifra que prácticamente triplica la rentabilidad del S&P 500. Los inversores se preguntan cuánto puede durar esta racha alcista y la respuesta es que el equilibrio es muy delicado. El contexto es favorable, pero necesitamos un cambio en los fundamentales para poder confiar en un mercado alcista sostenido.
Un factor importante es la mejora de la credibilidad de las autoridades. Las iniciativas “anti-involución” deberían acabar con la destructiva competitividad en precios, sobre todo en áreas como los materiales y la minería, y están apoyando a los líderes sectoriales y la consolidación, además de fomentar un entorno competitivo más saludable. Mi compañero Gary Monaghan ahonda en la idea de la “anti-involución” en la página seis.
Otro elemento de apoyo son los avances en las relaciones entre EE.UU. y China, que han dejado noticias positivas en materia de aranceles y prohibiciones sobre los chips. Sin embargo, si los aranceles del artículo 232 de EE.UU. se amplían para abarcar los semiconductores, China sufriría, al igual que otros socios comerciales como México, Taiwán y Corea.
El ingenio de China también está despertando la imaginación. Los sectores basados en la innovación, como la IA, la investigación de fármacos y los vehículos autónomos, están poniendo de relieve la destreza técnica de China; de hecho, el sector biotecnológico del país ha registrado rentabilidades de casi tres dígitos este año.
Sin embargo, el boom inmobiliario que llegó a su fin en 2022 sigue lastrando la confianza debido a sus efectos negativos sobre la riqueza. A consecuencia de ello, los hogares chinos están manteniendo unos niveles elevados de ahorro preventivo, lo que significa menos gasto corriente, pero también podría actuar como munición cuando la confianza regrese.
Cambiando de escenario, Corea es un mercado que se encuentra en un punto de inflexión. La reforma del gobierno corporativo y el aumento de las rentabilidades para el accionista podrían ser un catalizador para una revisión al alza estructural de las valoraciones y, en este sentido, el activismo accionarial probablemente tenga un papel protagonista en los próximos ciclos de juntas anuales. En octubre de 2024 documentamos que estaban poniéndose las semillas de las reformas y estas están empezando a dar fruto. Entre las medidas adoptadas, el refuerzo de los derechos de los minoritarios y la supervisión del consejo, los límites al poder de las familias de accionistas de control y el aumento de la rendición de cuentas por parte de los consejeros podrían tener efectos de amplio calado.
Las rentabilidades para el accionista ya están incrementándose y los porcentajes de beneficio destinado a dividendo del 20-25% tienen mucho margen hasta ponerse al nivel del 35% de Japón. Las reformas, sumadas al optimismo en torno a la tecnología, han atraído capitales internacionales y el KOSPI avanza un 30% en el año, lo que ha contribuido a reducir el denominado “descuento de Corea”; además, hay mucho margen para nuevas revisiones al alza de las valoraciones.
A pesar de estas positivas evoluciones, sigue habiendo riesgo. Por ejemplo, todavía desconocemos la magnitud de los efectos retardados de los aranceles; así, los adelantos de las compras de inventario o el consumo para evitar los aranceles podrían estar enmascarando la verdadera salud de la economía. Sin embargo, en conjunto y a la vista de las condiciones a comienzos de año, nos adentramos en la última parte del año en una posición relativamente más sólida.
Tribuna de opinión firmada por Stuart Rumble, responsable de Dirección de Inversiones para Asia-Pacífico de Fidelity International
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