En un contexto económico que ha estado marcado por la bajada progresiva de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, muchos productos tradicionales de ahorro han empezado a perder atractivo. La mayoría de entidades han seguido esa tendencia, reduciendo la retribución del ahorro, lo que ha dejado a los ahorradores más conservadores con una sensación de vacío y falta de alternativas.
Los ahorradores tradicionales, que en este país son mayoritarios, buscan rentabilidades, pero sin dejar de dormir tranquilos. De ahí el éxito en los últimos años de productos como los depósitos a plazo, las Letras del Tesoro o los fondos monetarios. Sin embargo, con rentabilidades que ahora, en muchos casos, apenas superan, o incluso se sitúan por debajo de la inflación, surge una necesidad evidente: encontrar nuevas fórmulas que permitan proteger el capital y, al mismo tiempo, aspirar a algo más.
En ese escenario nacen las llamadas soluciones híbridas, como los depósitos combinados con productos de inversión: una forma de unir lo mejor de dos mundos: seguridad y rentabilidad potencial, en un solo producto. Y lo hacen, además, como una propuesta sencilla, flexible y al alcance de todo tipo de perfiles.
Un equilibrio inteligente
La lógica detrás de estas soluciones combinadas es clara: parte del capital se sitúa en un depósito tradicional, con un tipo de interés garantizado y un vencimiento concreto. La otra parte se destina a productos de inversión, como fondos o carteras de gestión discrecional. Esta estructura permite acceder a una rentabilidad más atractiva que la de los depósitos simples que existen en el mercado.
El atractivo reside, precisamente, en ese equilibrio: el inversor puede diversificar su patrimonio, explorar nuevas oportunidades y, al mismo tiempo, proteger parte de su ahorro con un rendimiento fijo.
Más que una fórmula comercial, estas soluciones responden a una demanda real: la de un ahorrador que quiere evolucionar hacia una inversión más activa, pero sin renunciar a los valores que siempre han guiado su gestión del dinero: estabilidad, previsibilidad, control.
Una herramienta flexible y personalizable
Uno de los elementos diferenciales de estos productos híbridos es la capacidad de adaptación que pueden ofrecer. El inversor no solo elige cuánto destinar a la parte garantizada y cuánto a la parte de inversión, sino que también puede seleccionar el tipo de fondo o producto que mejor se alinee con sus objetivos, horizonte temporal y tolerancia al riesgo.
Además, muchas de estas soluciones permiten reajustar la inversión durante la vida del depósito. Esta posibilidad de adaptación resulta clave en un entorno volátil, donde las circunstancias personales y las condiciones del mercado pueden cambiar rápidamente.
Invertir con acompañamiento
Como en toda decisión de inversión, el asesoramiento es esencial. Un producto híbrido puede ofrecer muchas ventajas, pero su efectividad depende en buena medida de la selección adecuada de los productos de inversión que lo componen. No todos los inversores tienen los mismos conocimientos ni los mismos objetivos. Por eso, la figura del asesor cobra un papel clave: no solo para explicar el funcionamiento de la fórmula, sino para diseñar una estrategia adaptada a cada persona.
Las mejores soluciones son las que ofrecen una amplia gama de opciones, desde fondos conservadores hasta vehículos más dinámicos y permiten construir carteras verdaderamente diversificadas, pensadas para todo tipo de perfiles. A eso se suma la ventaja fiscal de los fondos de inversión, que permiten diferir el pago de impuestos y optimizar la rentabilidad a largo plazo.
Mucho más que un producto, una forma de invertir
En definitiva, los depósitos combinados no son solo una propuesta puntual, sino una forma de entender la inversión: con flexibilidad, con opciones, con un equilibrio real entre seguridad y potencial. En tiempos de incertidumbre, los inversores más exigentes buscan alternativas que les permitan crecer sin perder el control. Y estas soluciones híbridas están respondiendo a esa necesidad con eficacia.
No se trata de elegir entre lo seguro y lo rentable. Se trata de construir estrategias que permitan avanzar con paso firme, pero sin miedo, a explorar nuevas oportunidades. Porque invertir no debería ser una disyuntiva entre blanco y negro, sino un camino a medida, diseñado para cada tipo de inversor. Sin olvidar el objetivo esencial de la gestión patrimonial: hacer crecer el patrimonio con equilibrio, seguridad y visión de futuro.
Tribuna de Belén González Ezquerra, directora de Marketing, Producto y Estrategia de CBNK.