Cuando ponemos sobre la mesa la oferta de fondos de inversión que actualmente existe en el mercado, observamos una amplia variedad de estrategias, clases de activos y enfoques o estilos de inversión. Desde el punto de vista de las clases de activos, podemos encontrar fondos de renta fija, renta variable, fondos alternativos… y, desde el punto de vista del estilo de inversión, entran en juego los enfoques quality y value, entre otros.
El enfoque quality busca identificar e invertir en empresas de alta calidad, es decir, compañías que cumplen con ciertos criterios exigentes: ser líderes en su sector, mostrar buenas perspectivas de crecimiento, contar con ventajas competitivas que otorgan capacidad para fijar precios, obtener altos retornos sobre el capital invertido y, además, presentar un perfil de riesgo reducido.
La calidad tiene un precio y estas compañías normalmente cotizan a múltiplos elevados (por ejemplo, si tomamos Apple, Microsoft o Visa, estas compañías cotizan a PER > 30x).
Por su parte, el enfoque value, también conocido como contrarian, se centra principalmente en adquirir empresas a precios bajos, idealmente por debajo de su valor contable o, en general, a múltiplos de valoración reducidos. El value es un estilo que busca obtener márgenes de seguridad en la inversión al comprar las empresas a precios por debajo de su valor intrínseco, tras realizar un análisis fundamental. Este enfoque pretende, por tanto, adquirir valores a precios de “ganga” con la expectativa de que esta diferencia entre el valor y el precio será reconocida por el mercado. En este contexto, los múltiplos de valoración para invertir con un enfoque value son menores que los que se buscan cuando invertimos en empresas de calidad, y suelen estar por debajo de PER 12X.
En ocasiones, podemos escuchar que la combinación de ambos enfoques es imposible pero lo cierto es que no está tan reñida como pueda parecer. Más bien al contrario, ambos enfoques son complementarios, permitiendo obtener ventajas a la hora de aplicar elementos de ambos tanto en los retornos obtenidos como en los riesgos asumidos.
En primer lugar, la combinación entre el quality y el value parte de un análisis riguroso de las empresas en las que se va a invertir, a través de dos etapas. La primera es determinar y preseleccionar un universo de compañías de calidad que cumplen con los requisitos anteriormente mencionados. En total, estaríamos hablando de unas 400 empresas a nivel global que están en revisión constante bajo los criterios de calidad, sin limitaciones sobre sectores y excluyendo únicamente empresas con elevada regulación, industrias en declive estructural y firmas con un elevado componente cíclico.
La segunda etapa es identificar situaciones en las que estas empresas sufren un derating material, es decir, una caída del precio de su acción, por motivos coyunturales y con alta probabilidad de ser revertidos sin afectar en ningún caso a sus ventajas competitivas. Estas causas pueden ser exógenas cuando, por ejemplo, la inflación afecta al poder adquisitivo de su base de clientes de manera temporal, o endógenas, cuando la compañía ha cometido un error, pero es consciente y sabe cómo revertirlo sin que su ventaja competitiva se haya visto afectada. Para llevar a cabo este análisis con rigor, es fundamental asegurarnos mediante un largo trabajo con redes de expertos, de que la empresa no ha sufrido ningún cambio de paradigma.
Este doble enfoque, junto con el análisis previo de las compañías en una primera fase, permite abordar con mayor agilidad la segunda etapa del análisis. De este modo, se pueden aprovechar con rapidez y agilidad las oportunidades que surgen en contextos de derating.
La principal ventaja de combinar ambos enfoques de una manera estructurada es que ofrece un elevado potencial de retorno con un menor riesgo. El objetivo es comprar empresas de calidad con sus ventajas competitivas intactas en un momento en el que, por una serie de motivos transitorios, el precio de la acción ha sido castigado en exceso. Esto nos ofrece una oportunidad muy positiva, pero poco frecuente, de acceder a estas compañías a unos precios muy atractivos. De este modo, cuando el mercado descuente que los factores internos o externos que han causado la caída de precio son transitorios y que la empresa vuelve a su senda habitual, las compañías experimentarán un rerating, momento en el que se desinvierte de un valor para buscar otra compañía de calidad, dentro de ese universo, que cotiza a buen precio.
Tribuna de Javier Orduna, director de Inversiones de Estela Capital.