Para Christoph Courth, director global de servicios filantrópicos en Pictet WM, “la filantropía tradicional se ha quedado anticuada”. Se prevé que una riqueza por valor de 84 billones de dólares se transmita a las nuevas generaciones hasta 2045, de los cuales 12 billones pueden dirigirse directamente a actividades de filantropía y que los restantes 72 billones pasen a manos de una generación social y medioambientalmente más activa que sus predecesoras con métodos diferentes para promover cambios positivos sistémicos.
Estas tendencias vienen a reafirmar la reflexión que lanzaba Courth. Desde Pictet WM consideran que, efectivamente, la nueva generación quiere promover cambios positivos sistémicos, más allá de la filantropía tradicional, que se limita a aliviar necesidades a corto plazo y para ello una mayoría considera sus empresas la principal herramienta. “Así, la filantropía debe trascender el simple acto de donar, caridad tradicional o soluciones temporales. Se trata de encontrar soluciones sostenibles a problemas duraderos, lo que requiere pensar sistémicamente con enfoque empresarial para abordar las causas de los problemas sociales y ambientales”, explica Courth.
Según un estudio con 150 jóvenes de entre 18 y 25 años llamados a responsabilizarse de grandes patrimonios, que han participado en seminarios con el equipo de filantropía del Grupo suizo Pictet , existe consenso respecto a la gestión de patrimonios más concienciada y responsable, no simplemente enfocada en hacer crecer la riqueza y promover eficazmente cambios positivos. De manera que el futuro de la filantropía pasa por un enfoque holístico de “esfera de influencia”, con atención a que las empresas e inversiones jueguen un papel crucial en una economía resiliente y regenerativa”, añade el director global de servicios filantrópicos en Pictet Wealth Management.
La “esfera de influencia”
Efectivamente, 44% cita su empresa como el medio más poderoso para ejercer influencia y promover cambios positivos, seguido de inversiones para 41%, quedando la filantropía en tercer lugar para el 25%. Para Courth, esto refleja que la generación más joven considera que la filantropía tradicional se ha quedado anticuada. De hecho, muchos declaran no sentirse identificados con el término “filántropo”, prefiriendo “activista”, “emprendedor social”, “inversor social” o “agente de cambio”.
Además, un concepto popular en la nueva generación es el de «esfera de influencia», un enfoque holístico que incluye dirigir empresas, gestionar inversiones, aprovechar posiciones sociales o cargos sectoriales y aplicar capital filantrópico estratégicamente. Sin embargo, la filantropía tradicional, centrada en resolver problemas aislados en lugar de contribuir al cambio a largo plazo, a menudo se considera ineficaz para abordar cuestiones relevantes.
Cambio climático y medio ambiente
Aunque el cambio climático y el medio ambiente reciben menos de 2% del total de donaciones filantrópicas globales de dos billones de dólares, pero las principales prioridades para la nueva generación son precisamente el cambio climático y el medio ambiente, seguido de la desigualdad y los conflictos. Pero apenas mencionan asuntos relacionados con la religión o artes/cultura.
La nueva generación reconoce el poder de sus voces y de su apoyo activista, aunque son conscientes de los sesgos de sus propias experiencias vitales en la toma de decisiones. Incluso algunos expresan la incomodidad de que su patrimonio intergeneracional sea fruto del privilegio o negocios que no casan bien con sus valores.
Cambios sistémicos y un modelo basado en la confianza
En concreto, la nueva generación tiene la sensación de que las pasadas no utilizaron el capital filantrópico eficazmente. Aunque aceptan que las donaciones tradicionales siguen siendo esenciales para ciertas causas y situaciones, es palpable su convicción de que en lugar de limitarse a aliviar necesidades a corto plazo hay que actuar como catalizador de nuevas iniciativas que impulsen cambios sistémicos.
Al respecto expresan su preferencia por un enfoque más participativo en colaboración con otros con los que compartan objetivos comunes. Incluso citan como pionera a MacKenzie Scott, cofundadora de Amazon, en un modelo basado en la confianza, que favorece la financiación libre de restricciones a organizaciones dotadas de flexibilidad para asignar los recursos durante años sin circunscribirse a los proyectos impuestos por los donantes. Además, valoran la financiación combinada que permite que movilizar recursos públicos y capital privado para conseguir resultados.
Por último, el 86% se declara interesado en la inversión de impacto, por su aplicación práctica y enfoque empresarial. Pero muchos admiten que aún supone una pequeña fracción de sus carteras de inversión, en las que resaltan la necesidad de mayor integración de criterios ambientales, sociales y de gobernanza, en particular en activos de la fundación familiar, en alineación con su misión y como imperativo de responsabilidad social.