La simplificación regulatoria en el mundo financiero es un camino que se está recorriendo en Europa, y también en España, con voces unánimes a favor tanto de entidades como de organismos, como la CNMV, que trabajan en esa vía. También los expertos en regulación financiera, de firmas como CECA o consultoras como KPMG, se muestran de acuerdo, según dejaron claro en el marco del XLII Seminario de APIE, Cuarenta años de España en la UE. Evolución de la economía española, organizado recientemente por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander.
Así, Antonio Romero, director general de CECA, mostraba su preocupación por el impacto de una excesiva regulación sobre la competitividad del sector y sobre la capacidad de desempeñar su función para canalizar el ahorro hacia la inversión. Y defendía la necesidad de reducir la excesiva carga regulatoria y supervisora que soporta la industria financiera: “La proliferación de desarrollos normativos, acompañados de una intensificación de la actividad supervisora, ha dado lugar a un modelo de cumplimiento cada vez más complejo y costoso para las entidades de crédito”.
Para muestra un botón: en los últimos cinco años, la actividad regulatoria ha alcanzado un promedio de 1,3 normas por día hábil dirigidas al ámbito financiero. «Somos conscientes de que el sector financiero es complejo y tiene que ser regulado y nadie lo discute pero creemos que la regulación debe ser eficiente y tiene que ser eficaz, para cumplir adecuadamente los objetivos que persigue y hacerlo de la forma menos costosa posible, y estas cifras revelan que la estrategia seguida hasta ahora en el ámbito europeo puede cumplir este test de eficiencia y eficacia», aseguró, defendiendo el camino que está siguiendo Europa para simplificar la normativa, tras la publicación de los informes Letta y Draghi -con claves para asegurar el buen funcionamiento del mercado único y la competitividad-, que dejaron la misma conclusión: el marco regulatorio europeo empieza a ser un problema para asegurar esa competitividad, con carácter general y en el sector financiero en particular.
No es desregulación
«Los mensajes han tenido acogida por las instituciones europeas, y la Comisión ha hecho suyo este discurso. En su programa de gobierno, fija claramente esta preocupación y diseña una estrategia basada en la simplificación del marco regulatorio», dijo el experto, matizando lo que es y lo que no es: «No es desregulación, pues es una línea roja que las autoridades parecen haber establecido; se trata de simplificar, establecer un marco más eficiente pero no significa desregular, frente a lo que están haciendo en otras regiones. En Europa no hemos llegado a ese punto aunque la línea entre esos dos conceptos es relativamente difusa», explicaba Romero.
Romero subrayó que la simplificación regulatoria ha de ir acompañada de una revisión de los procesos de producción legislativa porque actualmente favorecen la complejidad. «Desde CECA creemos que la simplificación del marco regulatorio actual no es suficiente: también hemos de cambiar el modelo de aprobación de normas que ahora mismo tenemos en Europa (un proceso muy lento y cargado de complejidades, con directivas, reglamentos, normas de desarrollo de nivel II, guías de autoridades europeas de supervisión, expectativas supervisoras del BCE y supervisores domésticos …). El modelo de producción normativa es inflacionario y si no lo cambiamos, en cinco años habrá que volver a hacer otro ejercicio de simplificación». En resumen, no se trata solo de simplificar, sino de cambiar el modelo de producción de las normas.
El experto matizó que todo este proceso es compatible con la protección al inversor: «Esa protección es una roja que nadie cuestiona, ni en las autoridades ni el sector. Pero eso no significa que no haya que repensar algunas cuestiones relacionadas con la misma, pues quizá habría que revisar el modelo seguido en MiFID para aportar información al cliente, por ejemplo, porque es tan voluminosa como ineficaz. En ningún caso se trata de rebajar los estándares de protección, lo que no quita repensar algunas estrategias que no son del todo eficaces».
Romero también habló de simplificación supervisora: «Una parte de los costes que asume el sector financiero no están del todo justificados, pues no se deben a la regulación sino al modo en que se supervisa, muy intrusivo. Hay ejercicios de inspección horizontales y verticales que tienen que racionalizarse y mejorar para facilitar la eficiencia y la competitividad», añadió, con una nota más: «Debe mejorar el funcionamiento del principio de proporcionalidad».
Por geografías, defendió que la simplificación no debe acotarse al ámbito europeo, pues también existe espacio para simplificar la regulación en el ámbito nacional. «Crear nuevas autoridades, que se está estudiando, como el defensor de clientes financieros no va en esa línea, se puede hacer atribuyendo poderes a organismos que ya existen», criticó.
En su opinión, matizó, la simplificación no es obstáculo para avanzar en proyectos normativos importantísimos que son transversales en la UE, como el proyecto del euro digital (el sector financiero está siendo muy constructivo en su diseño, sin renunciar a la responsabilidad); el proyecto de unión de ahorros e inversiones o la armonización fiscal.
Simplificación en sostenibilidad, MiFID o RIS
Pilar Galán, socia de KPMG, hizo un repaso temporal al auge de la regulación financiera, que, dijo, «responde a crisis, a la tecnología y a cambios en el entorno económico». Recordó como en los años 70-90, los mercados crecieron y se volvieron más complejos para acabar llevando a la crisis de 2008, que supuso un punto inflexión, «porque se hicieron evidentes carencias con la supervisión financiera y gestión del riesgo sistémico». «Esto nos llevó a lo que hemos vivido en los últimos años; la crisis financiera global nos llevó a instrumentar la regulación en ejes principales, como Basilea 3», aunque algunos países están postergando medidas (como EE.UU. y Reino Unido), y, pese a avanzar en armonización a nivel global, también se puede ver una fragmentación. Y también hay flecos importantes: «La crisis de 2008 llevó a plasmar la necesidad de avanzar en la unión bancaria, instrumentada en torno a la regulación de capital, liquidez, solvencia, con un mecanismo único de supervisión y resolución pero falta el mecanismo europeo de garantía de depósitos para finalizarla, y no hemos sido capaces de avanzar en el esquema».
Otro eje principal es el de la unión del mercado de capitales, en la que se está avanzando con propuestas como la SIU, que «persigue reformular las necesidades de la unión del mercado de capitales con reformas para reducir obstáculos y simplificar el marco normativo». En este sentido, sobre la simplificación -materializada ahora en el paquete ómnibus que pretende simplificar normativas como la de sostenibilidad-, Galán se mostró cauta sobre su avance y evolución, con iniciativas próximas como la simplificación de MiFID II o RIS. «Se quiere avanzar para garantizar que haya mayor armonización en todo lo aprobado en los últimos años y se busca que la simplificación se dirija a abordar problemas ya identificados (como obligaciones que suponen más peso de cumplimiento que beneficios para el sector), de forma que al final podamos encontrar soluciones más flexibles a través de la supervisión en lugar de seguir añadiendo normas que añadan complejidad a la regulación del sector financiero».
«La simplificación normativa tiene el reto de recoger cuestiones para mejorar pero al mismo tiempo ha de responder a grandes retos y necesidades que existen, entre ellas la entrada de nuevos actores o la preservación de la innovación y sin obstaculizar la aparición de nuevas tecnologías y modelos de negocio», indicó. En su opinión, será clave «reducir la fragmentación de la regulación, tanto prudencial como la armonización en directivas como el blanqueo de capitales, o la normativa de conducta», dijo.
La simplificación, añadió, tiene también el reto de «aumentar la competitividad», introduciendo cambios relevantes. «La tecnología permitirá aumentar la eficiencia ligada al cumplimiento y el reporting pero necesitamos respuestas tangibles para una regulación mejor que de verdad resuelva problemas y permita aprovechar oportunidades relacionadas con la digitalización y gestión avanzada de datos a nivel europeo, o la implementación de la IA, la ciberseguridad, la sostenibilidad, y la protección, pero sin ahogar al cliente. La regulación seguirá evolucionando, vamos a avanzar introduciendo reformas para resolver problemas al tiempo que avancemos en innovación y garanticemos la estabilidad ante las grandes incertidumbres que vivimos hoy».