Los fondos españoles podrían sufrir pérdidas en caso de shocks climáticos. En un reciente informe, bajo el título “Modelización dinámica de los shocks climáticos en el sector de fondos de inversión español”, elaborado por Diana Mykhalyuk -miembro del Departamento de Estudios y Estadística de la CNMV-, el organismo ha analizado 1.716 fondos de inversión que gestionan 337.000 millones de euros, y evaluado el posible impacto en el valor de sus carteras derivado de tres escenarios climáticos desarrollados por el ESRB (la Junta Europea de Riesgo Sistémico). Como conclusión de las pruebas de resistencia, el análisis revela que los fondos de inversión españoles experimentarían pérdidas que oscilarían entre el 2,1% y el 8,2% del valor de su cartera en función de la severidad del escenario.
Las pérdidas de primera ronda (debidas a los shocks estáticos) son más significativas que las de segunda ronda (introducidas por los efectos dinámicos): 6,5 % y 1,7%, respectivamente. Dentro de los efectos estáticos, las exposiciones directas muestran mayores pérdidas que las indirectas (4,5% y 2,0%, respectivamente). El escenario más adverso daría lugar a una pérdida agregada de aproximadamente 27.770 millones de euros, superior a las estimaciones anteriores debido a la incorporación de simulaciones dinámicas y al análisis de la exposición indirecta.
Sin embargo, estos resultados señalan que los fondos de inversión españoles muestran una mayor resistencia a los shocks de transición climática en comparación con la media europea. En concreto, los fondos de inversión españoles registrarían menores pérdidas (8,2%) de media en comparación con sus homólogos europeos (15,8%) y que los fondos no sostenibles presentarían mayores pérdidas que los sostenibles cuando se clasifican según la intensidad de las emisiones.
La respuesta del gestor, clave
Pero los datos también muestran la importancia del gestor: teniendo en cuenta el reequilibrio de las carteras por parte de los gestores de fondos, las pérdidas totales se reducen en un 30% en todos los escenarios, lo que pone de manifiesto la relevancia de la respuesta de los gestores para mitigar las pérdidas potenciales.
Diferenciando entre tipos de activos, los de renta variable sufrirían las mayores pérdidas (16,1%), seguidos de las inversiones en otros fondos (9,5%), los bonos corporativos (5,2%) y la deuda soberana (4,4%). La deuda corporativa y la deuda soberana registrarían menores pérdidas debido a factores atenuantes como los emisores con bajas emisiones de carbono y los vencimientos a corto plazo. Considerando los datos por sectores, las pérdidas más cuantiosas en las inversiones en renta variable estarían relacionadas con la importante variabilidad de las emisiones de CO₂ dentro de cada sector y entre sectores, en particular en el sector manufacturero, dice el informe.
También llama la atención que las inversiones indirectas en renta variable (a través de otros fondos) se concentren en sectores más contaminantes en comparación con las exposiciones directas a renta variable, concluye el informe. A nivel de compartimento, se ha observado que los fondos con mayores pérdidas invierten, sobre todo, en sectores —especialmente en renta variable— con una elevada intensidad de carbono. Por el contrario, los fondos con mejores resultados tienen grandes posiciones en deuda pública, repos y activos líquidos, que están menos expuestos a los riesgos de la transición climática.
Fondos sostenibles y no sostenibles
Al considerar las pérdidas totales, los resultados obtenidos utilizando medidas alternativas de sostenibilidad (calificaciones ASG y adhesión a los artículos 8 y 9 del SFDR) son muy parecidos a los obtenidos utilizando la medida principal de emisiones de CO2. Según ambas medidas alternativas, los fondos españoles experimentarían pérdidas que oscilarían entre el 2,0% y el 7,9% del valor de la cartera, dependiendo de la severidad del escenario. Sin embargo, al desagregar las pérdidas de los fondos según su nivel de sostenibilidad, surgen diferencias relevantes. Utilizando las emisiones de carbono como métrica, se observa que los fondos no sostenibles (aquellos con emisiones superiores a 35) experimentarían mayores pérdidas (9,3%) que los fondos sostenibles (4,5%). Sin embargo, cuando se aplican métricas de sostenibilidad alternativas, los resultados difieren significativamente.
En concreto, utilizando métricas como las calificaciones ASG o la adhesión a los artículos 8 y 9 del SFDR, los fondos sostenibles muestran pérdidas relativamente mayores (11,0% y 9,1%, respectivamente) que los fondos no sostenibles (6,6% y 7,3 %, respectivamente). Esta divergencia puede atribuirse a la naturaleza de las métricas: las emisiones de carbono reflejan el impacto ambiental actual —pese a las limitaciones metodológicas previamente señaladas—, mientras que las medidas alternativas son prospectivas y presentan otras limitaciones analíticas. Estos resultados ponen de relieve la importancia de considerar múltiples métricas directamente relacionadas con la gestión del cambio climático al evaluar la resiliencia, ya que utilizar una única medida puede condicionar las conclusiones, dice la autora del informe.
«No obstante, el análisis presenta ciertas limitaciones, como los supuestos incorporados en las simulaciones de shocks y la dependencia de las métricas de sostenibilidad empleadas. Investigaciones futuras podrían ampliar este marco a otros mercados o explorar mecanismos adicionales de transmisión del riesgo. Los resultados ponen de relieve la necesidad de establecer objetivos climáticos concretos para los fondos denominados sostenibles —y más ampliamente, de transición—, tales como la reducción de las emisiones de sus carteras, el desarrollo de planes de transición o el alineamiento con la Taxonomía de la UE. Asimismo, se hace patente el imperativo de evaluar la exposición a los riesgos físicos y de transición, así como su gestión diferenciada, para después integrarlos en un enfoque coherente. Estos esfuerzos contribuirán a mejorar la comprensión de la compleja interacción entre los riesgos climáticos y la estabilidad financiera en la gestión de carteras», explica la autora.
Metodología novedosa
En conjunto, el estudio presenta una estimación preliminar de las pérdidas potenciales en la cartera de los fondos bajo tres escenarios de estrés relacionados con la transición climática diseñados por la Junta Europea de Riesgo Sistémico (ESRB), incorporando un marco de evaluación dinámico para simular y evaluar los impactos tanto estáticos como dinámicos del riesgo de transición climática. El análisis no considera los riesgos físicos, por lo que ofrece una aproximación parcial del riesgo climático. El análisis consiste en evaluar el impacto de un shock estático en las participaciones directas e indirectas de los fondos, que varía según el tipo de activo.