A pesar del efecto Trump, más que un rechazo estructural a la sostenibilidad, el panorama actual refleja una «crisis de alineamiento», en la que la desafección de ciertas firmas puede interpretarse como el final de una etapa en la que algunos grandes actores se sumaron al movimiento ESG más por presión que por convicción. Por eso en el futuro, el portazo estadounidense provocará un enfoque más exigente, transparente y selectivo en cuando a la sostenibilidad en inversiones, defiende Daniel Sullà, director general de Caja Ingenieros Gestión. «Habrá menos marketing y más trazabilidad», prevé.
En esta entrevista con Funds Society, descarta que Europa abandone su liderazgo normativo en sostenibilidad, aunque se muestra crítico con la simplificación promovida, y cree que el mayor riesgo es que la tendencia pierda tracción justo cuando resulta más necesaria. Con todo, es optimista con respecto a la actitud, a medio y largo plazo, de las gestoras españolas. Reproducimos la entrevista a continuación.
Caja Ingenieros es referente en inversión responsable, pero estamos en tiempos difíciles para la sostenibilidad en finanzas. Trump marca tendencia, al menos en EE.UU.: JP Morgan, PIMCO, BlackRock y State Street han abandonado el grupo Climate Action 100+, por ejemplo. ¿Qué futuro vislumbra para las finanzas sostenibles?
El contexto actual, con la retirada de este tipo de actores mencionados en el grupo Climate Action 100+, refleja una crisis de alineamiento más que un rechazo estructural a la sostenibilidad. La desafección de ciertas firmas estadounidenses no debe interpretarse como el fin de las finanzas sostenibles, sino como el fin de una etapa en la que algunos grandes actores se sumaron al movimiento ESG más por presión de mercado que por convicción estratégica.
No obstante, a medio plazo, el futuro de las finanzas sostenibles seguirá avanzando, pero con un enfoque más exigente, más transparente y, sobre todo, más selectivo. La presión regulatoria en Europa, las acciones climáticas en aumento, los compromisos de transición energética adoptados en Asia y la evolución del riesgo climático como variable financiera están consolidando una estructura que ya no depende del voluntarismo, sino del deber fiduciario y del análisis de riesgos integrales. Habrá menos marketing y más trazabilidad. Y eso, aunque incómodo para algunos, hace más firme el posicionamiento de otros.
¿Habrá dos escenarios, el de EE.UU. y el de Europa? ¿O Europa sucumbirá a la presión que se genere al otro lado del Atlántico?
Mientras Europa refuerza su marco normativo (aunque ahora con intentos de simplificación), en EE.UU. se observa una creciente polarización en torno a las finanzas sostenibles, con retrocesos regulatorios en algunos estados y un discurso político que ha cuestionado abiertamente la credibilidad del enfoque ESG. Este desequilibrio genera un escenario de incertidumbre global, especialmente para los inversores internacionales que buscan señales claras y consistentes. Si bien el interés por la sostenibilidad ha crecido de manera estructural en los últimos años, hoy se enfrenta a tensiones que podrían ralentizar su consolidación o provocar un paso al lado por parte de ciertos segmentos de inversores.
Ante esta dicotomía, surge la pregunta de si Europa resistirá esta presión o se verá arrastrada hacia una posición más laxa o reactiva. Aunque es posible que ciertos sectores económicos o actores políticos europeos aboguen por una menor carga regulatoria para mantener la competitividad frente al enfoque estadounidense, parece poco probable que Europa abandone su liderazgo normativo en sostenibilidad, al menos en el corto y medio plazo. Este compromiso responde tanto a una convicción de política pública como a una demanda social y corporativa creciente, especialmente en países del norte y centro de Europa.
No obstante, la presión competitiva internacional sí podría traducirse en ciertas concesiones, especialmente en términos de simplificación, flexibilidad en la implementación o incluso redefinición de algunos criterios técnicos para evitar asimetrías que perjudiquen a los actores europeos en los mercados globales. De igual modo, el sector financiero europeo podría verse obligado a articular una narrativa más centrada en los beneficios económicos de la sostenibilidad, no solo en su valor ambiental, para contrarrestar las críticas de greenwashing.
¿Y la demanda, podría verse afectada?
Sin duda, aunque más que atribuirlo exclusivamente al entorno macroeconómico actual o a la divergencia regulatoria entre Estados Unidos y Europa, es necesario mirar hacia factores más específicos y estructurales que están emergiendo en nuestro propio contexto. La demanda de productos sostenibles puede verse comprometida por elementos que inciden directamente en la percepción de credibilidad, coherencia y utilidad de la información ESG, factores clave para sostener la confianza del inversor.
Aunque la cobertura y calidad de lo datos ESG han mejorado, la heterogeneidad de fuentes, metodologías y criterios entre regiones y proveedores sigue dificultando una lectura coherente y rigurosa. Esta fragmentación complica la evaluación de riesgos y oportunidades sostenibles, lo que perjudica directamente la confianza, especialmente entre los inversores más sofisticados que exigen trazabilidad y estándares consistentes.
Además, la proliferación de estrategias con etiqueta ESG sin una base robusta ha alimentado el riesgo de greenwashing. La falta de alineación entre jurisdicciones favorece este fenómeno, debilitando la credibilidad del sector y sembrando dudas sobre la autenticidad de la oferta ESG en su conjunto. En este contexto, el riesgo no es solo que algunos inversores reculen, sino que el avance global hacia mercados más sostenibles pierda tracción justo cuando más necesaria es la convergencia y la transparencia.
Los reguladores en Europa reaccionan con simplificación normativa, como ha ocurrido en el paquete Ómnibus. ¿Es positiva esta simplificación o entraña riesgos?
Una cosa es armonizar los niveles de exigencia con coherencia, y otra muy distinta es convertirlos en algo prácticamente opcional para muchos. La normativa europea quiso adelantarse a la realidad de los mercados para marcar el rumbo, y retroceder ahora compromete seriamente su credibilidad.
La simplificación que plantea el paquete Ómnibus puede parecer, a primera vista, una medida sensata para agilizar la implementación de políticas ESG y reducir la carga administrativa. Siempre y cuando la simplificación no termina en dilución. Si la normativa pierde firmeza en nombre de la competitividad, podríamos estar retrocediendo justo cuando más cerca estábamos de consolidar el avance. Precisamente ahora que el mercado empieza a madurar, y que los datos ESG ganan en profundidad y precisión, relajar el marco normativo envía un mensaje preocupante: que la sostenibilidad puede ser prescindible si resulta incómoda. Esta ambigüedad no solo genera incertidumbre jurídica, sino que mina la confianza de los inversores que reclaman coherencia y ambición. Y si se pierde la confianza, también puede hacerlo la demanda. Porque, al final, sin reglas claras y exigentes, el greenwashing se encuentra en terreno fértil.
En su entidad, ¿seguirán aplicando políticas ESG independientemente del entorno, especialmente a la hora de invertir?
En primer lugar, es importante resaltar que el Informe Anual sobre Inversión Sostenible y Responsable (ISR) 2024, elaborado por Spainsif, muestra una tendencia positiva en la implementación de estrategias de ISR por parte de las gestoras en España. De acuerdo con el informe, estrategias como el Screening negativo (96%), Screening positivo (80%), Integración ASG (84%) y las Políticas activas de engagement y voto (88%) ya son utilizadas por la gran mayoría de las gestoras, lo que refleja la consolidación de los criterios ESG en los procesos de inversión de muchas entidades.
En Caja Ingenieros Gestión, la integración de los criterios ESG sigue siendo una prioridad clave, independientemente del entorno económico o del mercado. De hecho, actualmente, el 88% del total de los fondos de inversión que gestionamos y 100% de los planes de pensiones están invertidos en estrategias sostenibles según la normativa SFDR. Este compromiso con la sostenibilidad no solo se alinea con las tendencias del mercado, sino que va más allá, superando la media del mercado y consolidándose como una de nuestras principales prioridades estratégicas.
En cuanto a las nuevas Directrices de ESMA sobre la denominación de fondos con términos relacionados con la sostenibilidad, nuestra postura ha sido clara: no realizar cambios. La denominación de nuestros cuatro fondos con etiqueta ISR (Fonengin ISR, CI Environment ISR, CdE ODS Impact ISR y CI Global ISR) mantienen el sello, lo que subraya nuestra coherencia y compromiso con los principios de sostenibilidad a largo plazo, sin dejarnos llevar por modificaciones ante las nuevas regulaciones. Nuestra rigurosa política interna también juega un papel clave en este proceso. Incluye criterios estrictos de exclusión y selección de activos, garantizando que nuestras decisiones de inversión no solo se ajusten a las normativas ESG, sino que sigan buscando rentabilidades sólidas y coherentes a largo plazo.
Finalmente, en lo que respecta a la gobernanza de las empresas en las que invertimos, tenemos un enfoque activo. En el último año, más del 90% de nuestros fondos gestionados han ejercido su derecho a voto en resoluciones clave sobre sostenibilidad y gobernanza, lo que demuestra que participamos activamente en la toma de decisiones que afectan a las empresas en las que invertimos.
¿Cómo ve la situación de las gestoras españolas en torno a la sostenibilidad?
El panorama en las gestoras en España en relación con la sostenibilidad es, en términos generales, optimista, especialmente a medio y largo plazo. El Informe Anual sobre Inversión Sostenible y Responsable (ISR) 2024, indica que un 42% de las entidades cree que en los próximos tres años la captación en fondos sostenibles crecerá hasta un 15%, y un 46% prevé un crecimiento aún mayor, de entre el 15% y el 30%. Este dato refleja la confianza en la evolución de la sostenibilidad dentro del sector de inversión en España, lo que sugiere que la adopción de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) seguirá expandiéndose de manera significativa.
Si bien el Informe Anual sobre Inversión Sostenible y Responsable (ISR) 2024 refleja una adopción generalizada de criterios ESG entre las gestoras, el principal desafío sigue siendo la homogeneización y la transparencia en cuanto a cómo se aplican estos criterios. Por un lado, la adopción de estrategias ESG en España está muy extendida, como lo demuestra que más del 80% de las gestoras ya integran criterios de sostenibilidad en sus procesos de inversión. Sin embargo, en muchos casos, las métricas y las metodologías no están completamente estandarizadas, lo que puede dificultar la comparabilidad entre productos y la evaluación del impacto real de esas inversiones. Las nuevas regulaciones europeas, como la SFDR y las Directrices de ESMA, están ayudando a mejorar la transparencia y la estandarización, lo que está llevando a una mejora en la fiabilidad y la claridad de los productos de inversión sostenibles.
Por parte de Caja Ingenieros Gestión, mantenemos un fuerte compromiso con el crecimiento sostenible de la economía, consideramos la integración ESG como una de las principales capas de riesgo en la gestión de carteras y además forma parte de nuestros otros pilares fundamentales de inversión como son invertir en compañías de calidad, que crecen y valoradas de manera razonable.