En opinión de Dan Grandage, director de Inversiones Sostenibles de Aberdeen Investment, este es un año crucial para la inversión sostenible, dado la combinación de fuertes cambios regulatorios, reacciones políticas y un cambio en el sentimiento general. Ante este contexto, el experto se pregunta si la inversión sostenible ha llegado a su fin, y su respuesta es clara: “No cabe duda de que la luna de miel ha terminado. Sin embargo, una mirada más atenta
“El entorno político hostil en Estados Unidos dificulta seguir principios de inversión sostenible en ese país. No obstante, la demanda de estrategias sostenibles sigue siendo fuerte, especialmente por parte de inversores institucionales comprometidos con alcanzar sus metas en sostenibilidad, que necesitan soluciones de inversión personalizadas. Una vez eliminado el ruido que hace el marketing, la inversión sostenible siempre ha girado en torno a cuestiones financieramente relevantes. Y estas cuestiones siguen siendo clave, independientemente del vaivén político del momento”, señala Grandage.
Según su experiencia, los propietarios de activos, como inversores a largo plazo, siguen comprometidos. Por ello, reconocen que existen oportunidades para quienes logren orientarse en este entorno cambiante.
“La inversión sostenible no ha muerto: se está reformando y evolucionando para responder a las exigencias de un mundo en transformación. Costó más de cien años lograr un consenso global sobre principios contables aceptados internacionalmente. Estamos intentando lograr lo mismo, pero con mucho menos tiempo, y en un planeta que se calienta cada año más. ¿Por qué nos sorprende que haya algunos baches en el camino?”, afirma el director de Inversiones Sostenibles de Aberdeen Investment.
En este sentido, considera que estamos ante una evolución más matizada del mundo de la inversión sostenible, en la que la demanda de estrategias sostenibles sigue siendo sólida. Y subraya que esta está siendo impulsada por inversores institucionales que exigen soluciones a medida para alcanzar objetivos concretos, respaldando sus discursos con acciones concretas.
Brecha transatlántica
Una de sus principales reflexiones es que Estados Unidos y Europa están tomando rumbos divergentes. Según su análisis, las presiones políticas han provocado un retroceso en la inversión sostenible en EE.UU., mientras que Europa, en su mayoría, sigue comprometida. “Algunos gestores de activos estadounidenses, enfrentando desafíos legales, han abandonado sus objetivos climáticos y se han desvinculado de iniciativas internacionales como Net Zero Asset Managers o Climate Action 100+. Sin embargo, al otro lado del Atlántico, la situación se mantiene casi sin cambios en una región que históricamente ha liderado los esfuerzos internacionales por fomentar la sostenibilidad y la inversión responsable”, apunta.
En su opinión, esta divergencia filosófica, unida a presiones para debilitar las medidas existentes, complica la operativa global tanto para gestores de activos como para propietarios de activos. Ya no es viable aplicar un enfoque único para todos.
Los grandes inversores marcan el rumbo
Dejando a un lado esta brecha, Grandage destaca que muchos inversores institucionales continúan exigiendo estrategias sostenibles. Aunque reconoce que no siempre es visible, esta es una pieza fundamental del panorama actual de inversión.
“La demanda de soluciones de inversión personalizadas va en aumento. Aunque en su mayoría estas están enfocadas en cumplir objetivos climáticos, también hay un creciente interés en estrategias que protejan el entorno natural mediante mandatos segregados”, apunta como tendencia.
Además, señala que están viendo casos en los que los gestores de activos que se alejan de los objetivos de sostenibilidad son penalizados por algunos propietarios de activos. Por ejemplo, People’s Pension del Reino Unido y Akademiker Pension de Dinamarca retiraron mandatos de un gestor estadounidense por discrepancias en su estrategia climática.
La DEI requiere soluciones diversas
Las empresas implementan políticas de DEI por diversas razones, como el bienestar de sus empleados, el cumplimiento legal o la mejora de su imagen de marca. Pero los críticos asocian la DEI con la priorización de la identidad por encima de la competencia.
“Muchas empresas estadounidenses han comenzado a suavizar o eliminar sus políticas DEI en respuesta a la orden ejecutiva de Trump y por temor a litigios. Las cuotas relacionadas con DEI y los programas de acción afirmativa han estado especialmente bajo escrutinio. Los opositores afirman que son discriminatorios y que los empleados contratados bajo estos programas no han sido seleccionados por méritos. Algunas compañías, por ejemplo, han eliminado las cuotas de género en sus consejos de administración”, añade Grandage.
Y apunta que la respuesta de los gestores de activos ha sido variada ante el creciente número de demandas relacionadas con la DEI. “Mientras algunos han optado por guardar silencio, otros continúan dialogando con las empresas y fortaleciendo relaciones a largo plazo para impulsar mejoras en esta área. Los cambios que las empresas están haciendo en materia de DEI, en respuesta a nuevas presiones y expectativas, son otra muestra más del carácter cambiante de la inversión sostenible en un mundo cada vez más complejo”, concluye.