El deporte femenino está entrando en una fase de crecimiento acelerado y sostenido, y representa una oportunidad económica de “una generación”. Tras años de subinversión e invisibilidad mediática, ahora hay condiciones estructurales que permiten que este sector escale de forma más orgánica, rentable y duradera, según un informe de McKinsey & Company.
Según la consultora, el deporte femenino ya no es un nicho “activista” con una base de seguidores limitada: el público está creciendo, las franquicias se están expandiendo y nuevos formatos están emergiendo. De hecho, muchas audiencias de deporte femenino provienen hoy de fans ya existentes del deporte masculino, es decir, la conversión de aficionados que consumen deporte ha sido fundamental para este impulso.
Cambios estructurales y drivers del crecimiento
McKinsey identifica varios motores clave del crecimiento del deporte femenino:
- Aumento de seguidores: El número de seguidores del deporte femenino ha crecido, así como su tiempo de consumo (asistencia presencial, televidencia, plataformas digitales). Esta afición incentiva a los medios a comprar derechos de transmisión, y a los patrocinadores a invertir más.
- Innovación en formatos y ligas: Nuevas ligas, competiciones complementarias y formatos emergentes (por ejemplo, competencias 3 vs 3, ligas con estructuras de franquicia) permiten que el deporte femenino explore territorios menos congestionados y diseñar su crecimiento con mayor flexibilidad.
- Valor de los derechos de medios: McKinsey subraya que el precio por hora de audiencia de los derechos de medios femeninos está muy por debajo del equivalente masculino, lo que implica un mayor potencial de upselling si se logra cerrar esa brecha.
- Patrocinios, mercadotecnia y marcas: Los inversores, las marcas patrocinadoras y los medios están empezando a ver el deporte femenino no solo como una causa social, sino como una inversión con retornos crecientes, gracias al aumento del público objetivo con poder adquisitivo.
- Infraestructura e inversiones de capital: Fondos privados, inversores institucionales y capital riesgo han comenzado a apostar por franquicias, ligas, plataformas de datos deportivas, servicios de gestión y otras empresas de la “infraestructura del deporte femenino”. McKinsey menciona que actores como Project Level (liderado por Jason Wright) buscan “nivelar el campo de juego” como estrategia de inversión. Estos impulsores combinados están generando un “ciclo virtuoso”: mayor audiencia → mejores derechos de medios → más inversión → expansión de ligas, franquicias e infraestructura.
Proyecciones de mercado y monetización futura
McKinsey estima que los derechos del deporte femenino en EE.UU. podrían generar al menos 2.500 millones de dólares anuales para 2030, frente a los alrededor de 1.000 millones estimados en 2024. Es decir, proyecta un crecimiento del 150-250% en el horizonte de esta década.
En cuanto a la distribución prevista de ingresos:
- Los patrocinios (marcas, imagen, alianzas) serían la fuente de mayor participación en el mix.
- La venta de boletas y experiencias presenciales sería la segunda fuente más importante, dado el alza de la asistencia en estadios y la popularidad del deporte en vivo.
- Los derechos de medios representarán cerca del 20% del total de ingresos proyectados.
- El resto provendrá de la venta de mercancía, activaciones de marca, licencias y otros productos relacionados.
Un punto clave es que los derechos de medios del deporte femenino están todavía subvalorados (menor precio por hora de audiencia que los del masculino), lo que indica un espacio significativo para que los propietarios de derechos puedan capturar más valor si logran mejorar el engagement, la audiencia y el posicionamiento comercial.
Para que esta monetización potencial se realice, McKinsey enfatiza la necesidad de una acción coordinada en todos los niveles del ecosistema: ligas, franquicias, federaciones, marcas, medios y plataformas tecnológicas.
Desafíos, brechas y riesgos
Si bien el momento es prometedor, McKinsey también señala una serie de barreras y riesgos que podrían frenar el desarrollo del deporte femenino:
- Brecha de monetización y percepción de riesgo: Muchos inversores, marcas y medios aplican un “descuento” o sesgo hacia el deporte femenino, dado su corto historial de desempeño financiero, menor escala establecida y percepción de incertidumbre.
- Falta de datos, estándares e infraestructura: Muchas organizaciones femeninas carecen de capacidades maduras en análisis de datos, métricas de audiencia, estrategias de retención de fans o plataformas tecnológicas robustas.
- Competencia de atención y saturación mediática: El deporte femenino compite en un mercado donde la oferta de entretenimiento (deportes masculinos, streaming, gaming, contenido digital) es muy variada y agresiva, por lo que captar y retener audiencia es costoso.
- Desalineaciones operativas y capacidad de gestión: Muchas franquicias femeninas operan con equipos pequeños, recursos limitados, sin escalas eficientes ni economías de escala, lo que puede limitar su margen de crecimiento o aumento de rentabilidad.
- Riesgo de sobreexpansión: Si el crecimiento es demasiado rápido sin respaldo financiero o estructural, puede generar inestabilidades (quiebras, recortes, decepción de fans).
- Desigualdad en el acceso al capital y redes: Las organizaciones femeninas todavía tienen menor acceso a redes de capital, patrocinio y alianzas robustas, lo que puede perpetuar la brecha de crecimiento.
McKinsey advierte que el “pico” de impacto positivo aún no se ha alcanzado: muchas de las dinámicas de crecimiento están en etapas iniciales y dependen de que los actores del ecosistema avancen de forma coordinada y con visión a largo plazo.
Recomendaciones estratégicas para stakeholders
A fin de capitalizar el momento, el artículo sugiere una serie de estrategias para distintos actores:
- Para los inversores / capital riesgo: involucrarse no solo como financiadores, sino como operadores, aportar conocimientos, conexiones y apoyo estratégico a franquicias emergentes.
- Para franquicias / equipos / ligas: profesionalizar operaciones, invertir en análisis de datos y métricas de audiencia, reforzar estrategias de marketing digital y “storytelling” que conecten emocionalmente con los fans, construir productos y experiencias envolventes presenciales y digitales.
- Para marcas y patrocinadores: reconocer el deporte femenino como una oportunidad de crecimiento y posicionamiento con mayor credibilidad, apostar tempranamente, construir alianzas profundas con equipos y clubes, involucrarse más allá del mero patrocinio (activaciones, contenido conjunto, colaboraciones estratégicas).
- Para medios y plataformas de transmisión: elevar la visibilidad del deporte femenino, negociar derechos de forma más agresiva, colaborar en la producción de contenido original, generar integraciones con plataformas digitales para aumentar la accesibilidad y el descubrimiento de competiciones.
- Para federaciones, entes reguladores y organismos del deporte: facilitar acceso, diseñar calendarios más equilibrados, armonizar formatos, promover infraestructura de desarrollo juvenil femenino y políticas de equidad.
- Para el ecosistema en general (servicios, tecnología, capacitación, data): construir empresas complementarias (analítica deportiva, plataformas de gestión, agencias especializadas, marketing deportivo), que amplíen el “stack” del deporte femenino y contribuyan a su escalabilidad.
Estas recomendaciones apuntan a que cada actor no solo “apueste” al deporte femenino, sino que se convierta en parte activa del cambio estructural.