Nur Cristiani, Head of LATAM Investment Strategy at J.P. Morgan Private Bank, habría preferido que el titular de este artículo fuera una fuerte recomendación de diversificar las carteras, pero en este 2025 especialmente agitado, es necesario “estrujar” un poco más los análisis sobre el amplio espectro de problemas que se plantean los inversores latinoamericanos: empezando por el dólar.
Hay una carrera hacia la búsqueda de cobertura contra una bajada de la moneda estadounidense que parece inevitable: criptomonedas, oro, derivados… el mercado muestra una fuerte demanda.
Cubrirse contra la bajada del dólar sin dejar el dólar
“Le diría que probablemente hoy sea el punto más importante con el que iniciamos todas las conversaciones con nuestros clientes. Cuando comparto, por ejemplo, mi opinión con mis colegas de Asia o Europa, la conversación es idéntica. Sin embargo, como mencionamos en nuestro informe “Cómodamente incómodos”, no vemos el fin del dólar como moneda de reserva, sino más bien una erosión del excepcionalismo estadounidense”, dice con aplomo Cristiani.
La experta, así como los analistas de JP Morgan, consideran que el “excepcionalismo de Estados Unidos” como país de referencia para el inversor tiene tres pilares, de los cuales, dos de ellos se mantienen firmes.
El primer pilar son las empresas: “No vemos en ningún otro lugar del mundo como en Estados Unidos donde exista innovación y disrupción, pero con la alineación de los intereses minoritarios con los mayoritarios, transparencia y visibilidad. Por lo tanto, Estados Unidos sigue siendo el núcleo de nuestras recomendaciones”, dice Nur Cristiani.
La segunda base del excepcionalismo estadounidense es el estatus de moneda reserva que mantiene el dólar: “No es algo que veamos en riesgo a corto plazo. ¿Por qué? Simplemente por pragmatismo, porque no hay otro activo, ni el bitcoin, ni el oro, ningún otro activo en el mundo que tenga la liquidez y la profundidad que el dólar tiene para soportar el nivel de transacciones que ocurren a diario”.
El tercer pilar evocado por Cristiani es sin duda el más interesante: el excepcionalismo de la institucionalidad estadounidense donde sí se puede hablar de “erosión”.
“Hemos visto una política comercial errática que obviamente ha inyectado volatilidad en el mercado, junto con una deuda que no deja de aumentar. Hoy se cuestiona a Estados Unidos como activo libre de riesgo, es decir, como una región libre de riesgo. Es algo nuevo, un cuestionamiento que no existía antes”.
Un ajuste estructuralmente cíclico
Nur Cristiani cree que desde la banca privada los equipos de inversión están mirando otro tipo de activos dentro de un movimiento que tiene un sentido estrcutural.
“¿A qué me refiero con estructuralmente cíclico? En los últimos 10 años hemos observado una apreciación continua del dólar, acompañada de una sobreponderación de dólares, ya sea en renta variable o fija, en las carteras de inversores globales, minoristas e institucionales. Creemos que parte de esa sobreponderación no se eliminará, pero sí se reequilibrará, aumentando un poco más la exposición regional, dándole más peso del que tenía en las carteras a otras geografías, especialmente en los mercados desarrollados. Nos gustan Europa y Japón, y dentro de Mercados Emergentes: vemos oportunidades interesantes para India y parte de Latinoamérica”.
Un pequeño giro de las carteras, la famosa diversificación, pero esta vez en clave más apremiante, sin llegar al drama.
La pregunta más difícil: ¿cómo cubrirse? ¿cómo, por ejemplo, invertir en oro?
El problema de la “diversificación” es que es un tema trillado, de esos tan repetidos que, al final, uno acaba no prestando atención. Los inversores buscan respuestas concretas y ahí Nur Cristiani es tajante: imposible dar una sola receta, todo depende del tipo de inversor y de cartera.
Pero al final, sí existe una especie de Santísima Trinidad: ETFs, renta fija y activos alternativos. Y dentro de los alternativos, Cristiani y JP Morgan observan temas muy potentes como energía, infraestructuras, transporte y energía. Y el oro, el más elemental y antiguo de los activos.
Yendo a lo práctico: ¿Cómo se invierte en oro si uno no es propietario de una mina o de una joyería?
Cristiani enumera las numerosas vías existentes en JP Morgan para invertir en el preciado metal: tenemos clientes que literalmente tienen lingotes de oro a su nombre en una bóveda, tenemos también lo que se conoce como “oro no asignado”, es decir, lingotes cuyo propietario es JP Morgan que lo ofrece por medio de certificados. Una tercera vía son los ETFs respaldados por oro físico almacenado en una bóveda. Y por supuesto, el mercado está proponiendo derivados de oro.
A esta altura del gobierno Trump: ¿quién gana y quién pierde?
A junio de 2025, el presidente Donald Trump ha generado un gran desorden, con momentos de opereta, pero sería apresurado decir que las cosas le van mal: ha conseguido bajar el dólar como se proponía, sin que la moneda pierda su estatus de reserva. Además, muchos activos estadounidenses se mantienen al alza y ahora muchas veces forman parte tanto del activo seguro de las carteras (bonos del Tesoro), como del activo de riesgo (bono del Tesoro a 50 años, por ejemplo).
Ante esto, los emisores soberanos de Latinoamérica están teniendo que colocar deuda a tasas más altas, ¿quién gana y quién pierde?
Nur Cristiani asegura que Latinoamérica no pierde y hace desfilar, mirando su pantalla, los índices de los países de la región: México, Perú, Chile, Colombia, Brasil… los activos tanto en moneda local como pesos están progresando.
“Ha habido interés en Latinoamérica dentro del mundo emergente a lo largo del año. El índice total de países emergentes ha subido un 9% en lo que va del año. No es una cifra exorbitante, pero comparémosla con el S&P, que ha subido un 1%, un 1,6% en lo que va del año, la diferencia es importante. Por lo tanto, ha habido flujos que han regresado a la región. Ahora bien, vale la pena marcas la diferencia a la hora de saber si son inversiones financieras o de capital”, dice la experta.
Para Cristiani, hay una gran oportunidad para Latinoamérica en los mercados privados, un enorme potencial para beneficiarse del giro en las relaciones Estados Unidos – China, un movimiento de inversiones entre países de la región. Los países latinoamericanos buscan sinergias: todo dependerá de la capacidad de adaptación e integración.