Ya sea que hayas venido por los partidos o por la magia de la comunidad, la Serie Mundial de las Ligas Menores (LLWS) de 2024 en Williamsport, Pensilvania, dejó a los aficionados inspirados, lo que demuestra que, a veces, las mejores historias se desarrollan en campos pequeños con corazones grandes.
Entre esas historias, pocas resonaron más profundamente que el emotivo viaje del equipo de México, que jugó con habilidad, pasión y el recuerdo imborrable de un querido entrenador.
Un camino difícil hacia Williamsport
La Liga Pequeña de Matamoros, en representación de Tamaulipas, salió airosa de un competitivo torneo de la región de México con un récord de 6-1, consiguiendo el título nacional en una emocionante victoria por 5-4 en la final. Esa victoria supuso la 36.ª participación de México en la LLWS desde 1957, lo que lo sitúa entre los programas más legendarios de la historia de la Liga Pequeña. También le aseguró un codiciado puesto en la fase internacional de la Serie Mundial de 2024, que se celebrará del 14 al 25 de agosto.
El equipo llegó a Williamsport con las esperanzas de una nación y el peso de una pérdida personal sobre sus hombros.
Jugando por Ricky: una temporada de homenaje
En el corazón de la campaña de México en 2024 estaba el recuerdo de Ricky Benavides Jr., el querido entrenador del equipo que falleció trágicamente en noviembre de 2023 a los 30 años.
Según Ricardo Benavides, padre de Benavides Jr., Ricky sufrió un repentino ataque al corazón pocos meses antes de que su equipo representara a México en la escena internacional.
Su fallecimiento conmocionó a la comunidad de Matamoros y dejó lo que muchos describieron como “un vacío significativo” en la cultura deportiva juvenil de la región.
Pero Ricky dejó más que recuerdos: dejó un legado. Había convertido a sus jugadores no solo en competidores, sino en una familia. Su orientación iba más allá de los fundamentos del béisbol; guiaba a los chicos en cuanto a carácter, humildad y unidad. En Williamsport, cada camiseta con el nombre «Benavides» y el número 90 bordados servía como un poderoso recordatorio de que él seguía con ellos en espíritu. Los papás sostenían su camiseta en las gradas. Una colgaba en el dugout. Y cada vez que la multitud coreaba «Benavides», la energía impulsaba a los jugadores y les levantaba el ánimo.
Partido a partido: triunfos y desilusiones
El equipo de México terminó su campaña en la LLWS con un récord de 3-2, mostrando algunos de los momentos más emocionantes y cargados de emoción del torneo.
Comenzaron con una victoria por 2-0 contra Aruba, gracias a la magistral actuación de Antonio Guerrero, que ponchó a 11 y no permitió ningún hit en cinco entradas. Raúl Hernández Jr. cerró el partido con un gran trabajo de relevo, lo que lo convirtió en uno de los lanzamientos más destacados de la serie.
Sin embargo, en su segundo partido, México se enfrentó a una dominante selección de Venezuela, sufriendo una derrota por 10-0 que lo envió a la ronda de eliminación. Lejos de desanimarse, el equipo se recuperó con determinación.
Con un marcador de 4-3 en contra en la parte baja de la sexta entrada y enfrentándose a la eliminación, México protagonizó una remontada legendaria. Antonio Guerrero conectó un jonrón de tres carreras, dando la vuelta al marcador. Momentos después, Ulises Ortiz siguió con un jonrón solitario decisivo, sellando una impresionante victoria por 6-4. El estadio estalló. Los jugadores lloraron. El padre de Benavides agitó su camiseta en el aire. No fue solo una victoria, fue una catarsis. Una liberación de semanas de emoción, dolor y gratitud. Desafortunadamente, el viaje de México terminó en una revancha contra Venezuela, que volvió a demostrar ser demasiado fuerte y eliminó a México con una victoria por 11-3. Pero para entonces, su historia había trascendido el béisbol.
“El equipo de México no necesitaba un trofeo para demostrar su grandeza. Demostraron que jugar con el corazón, por algo más grande que uno mismo, es lo que realmente define a un campeón”, dijo Ricardo Benavides a Funds Society.
Más que una puntuación
Aunque el equipo no ganó el campeonato, su trayectoria se convirtió en un homenaje a su difunto entrenador y en un símbolo de resiliencia. Desde lanzamientos de élite hasta remontadas dramáticas, el equipo de México encarnó lo que significa la LLWS: determinación, alegría y unidad.
Su historia nos recuerda que, a veces, las mayores victorias no se ganan en el marcador, sino en los lazos que dejas atrás.
Un torneo para la historia
La Serie Mundial de las Ligas Menores de 2024 fue una celebración que fue más allá del béisbol. Aficionados de todas las edades disfrutaron de entretenimiento gratuito, zonas interactivas para aficionados, experiencias familiares y encuentros memorables con estrellas de las Grandes Ligas. Desde el rugido de la multitud hasta las caras pintadas en las bermas cubiertas de hierba, la energía en Williamsport era eléctrica.
Williamsport demostró una vez más por qué la Serie Mundial de las Ligas Menores es mucho más que un torneo de béisbol: es una reunión de comunidades, una muestra de determinación pura y un escenario para la grandeza futura. Para cualquiera que tuviera la suerte de estar allí en persona, los recuerdos de animar en las gradas, chocar los cinco con un jugador o agitar una camiseta homenaje fueron inolvidables.