Las rentabilidades medias del fondo de renta variable internacional –si bien principalmente europea- de Bestinver vienen situándose desde 2010 en torno al 9%. Y eso no ha cambiado con la incorporación del nuevo equipo encabezado por Beltrán de la Lastra hace un año: en lo que va de 2015, el retorno es del 9,09%, y las subidas en los últimos doce meses se acercan al 14%. Para Gustavo Trillo, responsable comercial de la gestora, los retornos medios anuales se han acercado al 10% y ése es un nivel que considera “objetivo asumible” para los próximos años, con el nuevo equipo gestor, según explicó en la VIII Conferencia Anual Bestvalue 2015.
“Hemos logrado rentabilidades relativas y absolutas atractivas a pesar del difícil entorno de mercado”, y en las dos caras que mostró 2015: una primera de rally y otra de retrocesos ante preocupaciones macroeconómicas como Grecia o China.
En su intervención, Beltrán de la Lastra, el director de Inversiones, aseguró que en los últimos 12 meses ha «puesto en práctica todo lo aprendido en los últimos 18 años de vida profesional”, poniendo el acento en la responsabilidad fiduciaria, la labor de equipo y el trabajo llevado a cabo para obtener resultados y rentabilidad. Siempre con tres pilares: el análisis fundamental, una gestión adecuada del riesgo que les lleva a apostar por compañías con un margen de seguridad mínimo del 30% (aunque actualmente en la cartera del Bestvalue ese margen es del 55%), y una vocación a largo plazo compartida con inversores y gestores.
De la Lastra echó mano de este último pilar para rechazar la distribución de los fondos de Bestinver a través de terceros: “No es posible porque perderíamos el contacto y la cercanía con los clientes, que es lo que permite que tengamos una vocación a largo plazo, la que necesitamos de nuestros inversores”.
Alta rotación en las carteras
De la Lastra también habló de los beneficios de esa visión a largo plazo y tolerancia de la volatilidad, “muy bien pagada en renta variable”, y explicó los cambios que han hecho en la cartera internacional desde su llegada; cambios que suponen una rotación de entre un 40% y un 50% con respecto a la anterior cartera. Aunque no prevé que esa rotación sea tan alta en el futuro.
En los últimos doce meses han entrado unas 16 firmas en la cartera internacional, entre las que se encuentran nombres como Barón de Ley o Aena, pero también Volkswagen. “Nos ha costado dinero porque sus mentiras han revertido en tres aspectos de la inversión: el valor objetivo es menor hoy que antes del escándalo –es decir, vale menos de lo que pensábamos que valía- ; la horquilla de valoración se ha incrementado, generando más incertidumbre sobre su valor; y ha sufrido una gran penalización en bolsa, de más de 25.000 millones de euros”. En su opinión, aunque la situación más cómoda hubiera sido vender, asegura que se preguntaron si tendrían la compañía en cartera en caso de no tenerla y la respuesta fue positiva, y con una posición del 2%. Porque cree que ofrece la posibilidad de ganar dinero, por su gran margen de seguridad. “Me recuerda mucho a la situación vivida hace años con las farmacéuticas, cuando el miedo a muchas patentes que expiraban generaron enormes oportunidades por precio. A veces somos pagados por la impopularidad”, apostilla.
Entre los nombres que sacó de la cartera, Tesco o Portugal Telecom, y de otros ha reducido o aumentado su exposición, hasta esa rotación de casi el 50%.
Ricardo Cañete, gestor, explicó que siguen sin invertir en bancos, aunque sí apuestan por firmas de servicios financieros como Deutsche Boerse o gestoras de fondos, que suponen el 9% del total. Pero huyen de bancos porque “el entorno competitivo sigue siendo muy complicado con los tipos bajos y la presión regulatoria, lo que hace augurar rentabilidades más bajas que en otros sectores donde vemos más valor”, como el de industriales, por ejemplo.
Por geografías, centran la cartera en Europa, y con sesgo hacia firmas medianas menos analizadas, aunque los beneficios de las entidades están un 20% en EE.UU. y un 25% en emergentes; pero prefieren invertir en firmas que conocen bien, dentro de su círculo de competencia, y están sobre todo en el Viejo Continente, aunque no descartan invertir fuera siempre que tengan acceso a buena información y siempre que las firmas ofrezcan buenos márgenes para compensar los riesgos.