En su reunión del 18 de septiembre, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal decidió recortar en 25 puntos básicos su tasa de referencia, situándola en el rango del 1,75% y el 2%. La decisión esta vez no obtuvo consenso y aunque se ha dejado la puerta abierta a nuevas rebajas, todavía es pronto para saber cuál será el siguiente movimiento de la Fed, pues Jerome Powell ofreció pocas orientaciones sobre cómo actuará la Fed en las reuniones que quedan antes de que acabe el año.
Con este telón de fondo, a la gestora T. Rowe Price le preocupa el momento delicado que atraviesa la economía mundial. Sus dos mayores actores, Estados Unidos y China, están enzarzados en una guerra comercial intermitente que está ralentizando el crecimiento en ambas economías, desaceleración que está viéndose agravada por el efecto persistente del endurecimiento monetario anterior. El último índice de gestores de compras (PMI) de Estados Unidos ha sido probablemente el peor en 10 años (debido al descenso de la confianza y de los pedidos nuevos), y el crecimiento de la zona euro lleva 18 meses en niveles mediocres. Está formándose un ciclo vicioso entre el crecimiento bajo y el debilitamiento de la confianza, que se retroalimentan mutuamente.
En julio, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) bajó los tipos de interés por primera vez en más de una década. Desde entonces, la curva de rendimientos estadounidense ha ido aplanándose cada vez más (y algunos segmentos, como los diferenciales entre los bonos del Tesoro a tres meses y a siete años, son ahora marcadamente negativos), los diferenciales de los bonos high yield se han ampliado y la renta variable ha registrado una escasa rentabilidad. Los mercados están diciendo claramente a la Fed que un ciclo de recortes de tipos breve y limitado no bastará para hacer despegar el crecimiento. Poca cosa para relanzar el ciclo económico.
El problema es que cuando se trata de impulsar el crecimiento mundial, todos los caminos llevan a la Fed. Por decirlo sin rodeos, ninguna otra entidad tiene la voluntad y la capacidad para estimular la economía mundial. China está aplicando estímulos, pero concebidos y dirigidos a estabilizar el crecimiento interno; además, Pekín no tiene ningún deseo de alentar otro auge del crédito que amenace su estabilidad financiera. El Banco de Japón ya desplegó «todo su arsenal» hace tres años. El Banco Central Europeo tiene un margen de maniobra muy limitado para poner en marcha estímulos adicionales. Como mucho, llegado el momento, podríamos ver algún estímulo fiscal en Europa, pero no en breve: no se aprecia mucho entusiasmo entre los grandes gobiernos de la zona euro por aumentar la deuda pública.
La experiencia de los últimos tiempos sugiere que las grandes economías solo crecen a tasas razonables cuando se aplican estímulos, de modo que la ausencia de candidatos obvios, aparte de la Fed, para poner en marcha tales estímulos supone realmente un problema. Es probable que continúe la tendencia a la baja en el crecimiento y la inflación hasta que los responsables de las políticas públicas reaccionen. Una desaceleración profunda o recesión leve se antojan inevitables. Con todo, es improbable que se produzca una recesión larga o profunda, ya que los desequilibrios económicos necesarios para provocarla simplemente no existen.
Así pues, ¿qué sucederá a continuación? Los mercados monetarios descuentan dos escenarios posibles, con dos resultados muy diferentes: en primer lugar, una alta probabilidad de expansión monetaria limitada de la Fed, siendo muy probable que conlleve dos recortes más. Esto no sería suficiente para relanzar el crecimiento mundial. En segundo lugar, una baja probabilidad de expansión significativa de la Fed, con recortes que situarían los tipos en niveles cercanos a cero. Esto, combinado con algunas medidas de estímulo fiscal limitado en Europa y China, bastaría para reactivar el crecimiento mundial.
¿Captará la Fed el mensaje? Y si es así, ¿cuándo? Es probable que la situación tenga antes que empeorar más para mejorar. Así pues, es razonable seguir largos en duración de alta calidad y mantener las coberturas de riesgo. Eventualmente, no obstante, la historia sugiere que la Fed hará lo que tenga que hacer y, cuando eso suceda, brindará una excelente oportunidad de compra de crédito corporativo.
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