De vuelta al escenario Goldilocks, fin de la guerra comercial, inicio de las bajadas de impuestos y puerta abierta para los alcistas bursátiles si el repunte del petróleo es efímero. Así describen el escenario los expertos del equipo de Michael Hartnett, estratega de inversiones de BofA, el escenario actual a partir de las novedades legislativas impulsadas desde la Administración Trump. Por su parte, las gestoras internacionales trabajan en identificar cuáles serán los focos que pueden mover el mercado para lo que queda de año, dentro de este contexto de incertidumbre.
Por ejemplo, siguen con atención los riesgos geopolíticos que están generando las tensiones en Oriente Medio y cómo estas turbulencias se están reflejando en los precios de las materias primas, especialmente el petróleo. “Sin una escalada del conflicto, la incertidumbre persistente y los costes energéticos estructuralmente más altos tienen el potencial de ralentizar el crecimiento económico y elevar la inflación”, reconoce Samy Chaar, Chief Economist y CIO Switzerland de Bank Lombard Odier.
En opinión de George Brown, economista sénior de Schroders, aunque los precios del petróleo son sensibles a este tipo de conflictos, como en anteriores acontecimientos similares, la subida inicial de los precios se moderó durante las horas siguientes a la escalada. “Si el crudo Brent se asentara en 75 dólares por barril, implicaría que la inflación energética del G7 se situaría ligeramente por encima del 5% durante el próximo año. ¿Llevaría esto a una presión inflacionista más amplia? Probablemente no. Nuestras investigaciones sugieren que cada subida del 10% de los precios del petróleo añade sólo un 0,1% a la inflación subyacente”, apunta Brown.
Por último, Razan Nasser y Peter Botoucharov, analistas de crédito de T. Rowe Price, advierten de que los mercados de renta fija regionales son demasiado complacientes y los precios actuales no reflejan adecuadamente los riesgos. “Con los riesgos sesgados a la baja, los mercados de bonos regionales de Oriente Medio están siendo demasiado complacientes, en nuestra opinión. Es poco probable que el conflicto se resuelva a corto plazo. A los precios actuales, creemos que no se está compensando adecuadamente a los inversores. Por ejemplo, la deuda pública local y el crédito israelíes se enfrentan a un mayor riesgo geopolítico, a un posible deterioro de las finanzas públicas y a mayores necesidades de financiación. En general, el entorno sigue siendo muy incierto. Seguimos vigilando la evolución de la situación para evaluar las implicaciones para los mercados financieros”, aclaran Nasser y Botoucharov.
Inflación, bancos centrales y crecimiento
La inflación, los bancos centrales y sus políticas monetarias son el otro gran foco que las gestoras internacionales están analizando en sus perspectivas. En opinión de PIMCO, los bancos centrales han logrado controlar la inflación y que no tardarán en empezar a bajar sus tipos de interés. “Los bancos centrales de mercados desarrollados han empezado a bajar tipos, pero los temas del aterrizaje suave de la economía mundial, la excepcionalidad de EE.UU. y la desinflación se están viendo cuestionados por las crecientes tensiones comerciales”, explican.
Para PIMCO, aunque los aranceles aumenten a corto plazo, inflación regresará al nivel objetivo de la Fed en su horizonte secular, y anticipa que la Fed recortará los tipos hasta situarlos en un nivel neutral (en torno al 3%) y que los bajará mucho más en caso de recesión, hasta cero si es necesario. Fuera de EE.UU., considera que las principales economías desarrolladas se enfrentan a claros desafíos en términos de crecimiento, mientras que los países de mercados emergentes se ven respaldados por una gestión prudente de la deuda, pero también influidos por los cambios que experimentan el comercio mundial y las políticas de los mercados desarrollados.
“En Europa, tampoco es previsible que la inflación regrese al 1% en el que se instaló antes de la pandemia, debido a la desglobalización y al repunte de las expectativas de inflación, aunque sí es probable que se sitúe por debajo del objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE). Los tipos de interés de equilibrio probablemente se mantendrán bajos y por debajo del nivel nominal actual de alrededor del 2%. Mientras que en China, las presiones deflacionarias y las limitaciones estructurales sugieren que el crecimiento seguirá una trayectoria más lenta”, añaden.
Una visión que también comparten otras gestoras. “A diferencia de lo que ocurrió durante la desaceleración anterior, ni la respuesta proactiva de la Fed ni una relajación de las condiciones del crédito en el extremo largo de la curva podrán amortiguar esta mala racha. De hecho, la persistencia de la inflación por encima del objetivo obligará a la Fed a mostrarse anormalmente reactiva. Por otra parte, las amenazas de Trump sobre su independencia hacen prever que el presidente de la Fed, Jerome Powell, se inclinará por retrasar más la próxima bajada de tipos”, añade Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac.
En opinión de Gallardo, a falta de alternativas creíbles, los bancos centrales están volviendo al oro. “Estimamos que esta tendencia se verá ampliada por el desplazamiento de los fondos soberanos hacia otras materias primas estratégicas, que no son directamente ‘monetizables’ como el oro, pero que se pueden almacenar y ofrecen un seguro geopolítico en un mundo más inestable. Hablamos del petróleo, el cobre, el litio, etc”, afirma.
Sobre el BCE el economista jefe de Carmignac considera que, a pesar del riesgo de que la inflación se sitúe por debajo del objetivo como consecuencia de una cuádruple conmoción (fortaleza del euro, deflación de la energía, aranceles y desviación del comercio), el Banco Central Europeo (BCE) mostró en la reunión de junio su aversión a poner a prueba el rango de tipos neutrales. “Seguimos considerando que habrá otro recorte de tipos en septiembre, pero el listón para la relajación monetaria se ha elevado”, concluye.
Administración Trump
Las gestoras esperan que, a lo largo de los próximos meses se aclare el panorama respecto a la política comercial de EE.UU. y a las principales políticas de la Administración Trump. “Si 2024 fue el año de las elecciones, 2025 es el año del cambio político. Los aranceles han sacudido los mercados y han dejado claro que el riesgo geopolítico debe tenerse en cuenta en las decisiones de inversión. Las tensiones interestatales han aumentado, las normas internacionales de conducta se han debilitado y la mecha para la escalada se ha acortado”, apunta Ali Dibadj, CEO de Janus Henderson.
Desde Carmignac, Gallardo señala que existe el riesgo de que Trump proponga soluciones que en realidad agravan los problemas. “En primer lugar, los aranceles y el freno a la inmigración son conmociones estanflacionarias que debilitan la senda presupuestaria y hacen aún más exigente la valoración de la renta variable estadounidense. En segundo lugar, los nuevos recortes fiscales son supuestamente temporales o están financiados por recortes de gastos que se espera que comiencen después de que concluya el mandato de Trump”, resume.
Según su visión, en consecuencia, esto ha convencido a los tenedores de bonos extranjeros de que se ha abandonado toda prudencia presupuestaria. “En tercer lugar, los intentos de coaccionar a los socios comerciales para que reevalúen sus monedas frente al dólar en unas tensas conversaciones comerciales son una invitación a los inversores extranjeros a que se deshagan de sus activos estadounidenses o cubran el riesgo de divisas”, añade. Y, por último, advierte de que “la infame Sección 899 añadida al proyecto de ley presupuestaria suena a declaración de guerra de capitales al resto del mundo, lo que significa que los demás países no podrán defenderse del poder de mercado abusivo ejercido por los gigantes corporativos estadounidenses”.
Desde PIMCO consideran que, aunque la batalla legal sobre los aranceles estadounidenses podría acabar suavizando la guerra comercial, las tensiones comerciales persistirán. Según su visión, la incertidumbre sobre el desenlace de la política comercial y las alianzas mundiales en materia de seguridad ha elevado los riesgos bajistas para el crecimiento mundial.
“En ausencia de represalias sostenidas contra EE.UU., la guerra comercial reduce en gran medida la demanda de exportaciones para gran parte del mundo, con el consiguiente impacto desinflacionario. La redistribución del superávit comercial de China entre el resto del mundo supone una clara fuente de riesgo desinflacionario. Por el contrario, los riesgos inflacionarios han aumentado en EE.UU., al menos a corto plazo, al igual que la probabilidad de divergencias entre la política monetaria estadounidense y las de otros países”, explican.
Además, señalan que pese a la depreciación que ha sufrido recientemente, es casi imposible que el dólar estadounidense pierda su estatus de moneda de reserva mundial dominante en nuestro horizonte secular, “en parte por la falta de alternativas realistas en los mercados de divisas, de deuda en moneda extranjera y de préstamos bancarios”.