En un reciente análisis, Peder Beck-Friis, economista de la gestora de inversiones PIMCO, alertó sobre el aumento sostenido de la deuda pública en los países del G7, destacando sus implicaciones para el dólar estadounidense y los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo. Según Beck-Friis, los niveles actuales de endeudamiento se aproximan a los máximos históricos registrados al término de la Segunda Guerra Mundial.
En su opinión, estos repuntes han sido impulsados por crisis recientes como la recesión financiera global de 2008 y la pandemia de COVID-19, que obligaron a los gobiernos a implementar medidas fiscales extraordinarias.“La deuda pública de las economías avanzadas ha seguido una trayectoria ascendente desde hace más de una década, y en el caso de Estados Unidos, los pronósticos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) sugieren un posible aumento hasta el 200 % del PIB para 2050 si no se introducen cambios en la política fiscal actual”, advirtió el analista.
El dólar se mantiene firme, por ahora
A pesar de la preocupante evolución de la deuda estadounidense, Beck-Friis considera que el dólar mantendrá su estatus como moneda de reserva dominante en los próximos años, gracias a su papel central en el comercio y las finanzas globales. Actualmente, cerca del 88 % de las transacciones cambiarias a nivel mundial involucran al dólar. “La falta de alternativas viables fortalece la posición del dólar, aunque la sostenibilidad de esta ventaja dependerá de cómo evolucione el panorama fiscal estadounidense”, señaló el economista.
Otro aspecto destacado del análisis es el creciente peso de los pagos por intereses dentro del presupuesto federal de EE. UU. Históricamente, este tipo de presiones ha derivado en episodios de consolidación fiscal, como ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial y nuevamente en las décadas de 1980 y 1990. Beck-Friis considera que un escenario similar podría repetirse si los costes de financiación continúan escalando.
Finalmente, el análisis sugiere que existe una relación (aunque débil) entre el aumento de la deuda pública (excluyendo la deuda en manos de la Reserva Federal) y una mayor prima por plazo en los bonos del Tesoro a 10 años. Esto podría traducirse en una curva de rendimiento más pronunciada, lo que tendría implicaciones significativas para los gestores de activos y la valoración de instrumentos de renta fija. “La acumulación de deuda pública podría llevar a los inversores a exigir mayores rendimientos para los bonos a largo plazo, como compensación por el riesgo fiscal a futuro”, concluyó Beck-Friis.