El Banco Central Europeo (BCE) afronta su reunión de julio -la última antes de las vacaciones estivales en el hemisferio norte- sin saber qué ocurrirá con los aranceles entre EE.UU. y la Unión Europea y habiendo dejado sobre la mesa, en su cita de junio, el mensaje de que el proceso de recorte de tipos ya estaba cerca de concluir. Según los expertos de las firmas de inversión, ante la falta de certezas, el BCE no realizará recortes en esta reunión, a la espera de despejar la incógnita de los aranceles y de las nuevas previsiones de septiembre.
En opinión de Banca March, el BCE mantendrá un tono neutro tras los últimos recortes y con los diferentes miembros del Comité con posturas divergentes respecto al crecimiento de la eurozona. “Serán determinantes los datos que veamos estos meses y la resolución de la guerra arancelaria emprendida por Estados Unidos. Con una amenaza de arancel un 10% más elevado –del 20% al 30%–, la UE intenta negociar reducirlo hasta el 15%-20% y exenciones a ciertos productos como los coches, aviación y productos farmacéuticos. La potencial entrada en vigor de nuevas tarifas específicas a productos –especialmente los farmacéuticos– junto con un euro más fuerte suponen lastres para el crecimiento a corto plazo”, señalan sobre la situación macro que Christina Lagarde y los miembros del Comité tienen por delante.
La estimación de Banca March es que, por estas razones, en esta reunión, el BCE busque “ganar tiempo” antes de tomar una decisión ante lo incierto de la resolución arancelaria y también busca comprobar si la reducción de tipos llevada en la primera parte del año está generando algún estímulo. “En este sentido, será interesante conocer los resultados de la encuesta bancaria de junio, que será la primera con la guerra de Trump vigente”, añaden.
Respecto a la conferencia de prensa, se espera que Lagarde subraye la importancia de mantener una política monetaria prudente y flexible basada en una evaluación continua de los riesgos, evitando al mismo tiempo dar orientaciones explícitas sobre futuros movimientos de los tipos. Según François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel Asset Management, basándose en las actas de la reunión anterior, el BCE podría empezar a ajustar su estrategia alejándose del enfoque estrictamente dependiente de los datos. “Una vez alcanzado el objetivo de inflación del 2%, la institución podría adoptar un enfoque de evaluación del riesgo más prospectivo. Las decisiones seguirían tomándose reunión a reunión, sin compromiso previo sobre la futura senda de los tipos”, afirma Rimeu.
Pausa veraniega
Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa, no espera cambios en los tipos de interés oficiales, aunque sí pequeños ajustes en la comunicación. “Lagarde probablemente tendrá que reconocer que los últimos acontecimientos han agravado los riesgos ya señalados en la reunión de junio. No obstante, insistirá en que el BCE se encuentra en una buena posición para afrontar las condiciones de incertidumbre que se avecinan. Es probable que se mantenga firme en su decisión de actuar reunión a reunión y no comprometerse de antemano”, afirma.
Una visión que coincide con la de Ulrike Kastens, economista senior de DWS, quien considera que hay muchos argumentos a favor de adoptar un enfoque de espera en la política monetaria -la inflación ha evolucionado favorablemente, manteniéndose la tendencia desinflacionista- “El BCE seguirá dependiendo de los datos, mantendrá su enfoque de reunión por reunión, sin comprometerse de antemano con una senda monetaria específica. El BCE sigue considerándose bien posicionado. No obstante, el trabajo del BCE aún no ha terminado. Las nuevas proyecciones de septiembre deberían confirmar que el objetivo de inflación se alcanzará de forma sostenible. Dada la incertidumbre en torno a la política comercial, esperamos otro recorte de los tipos de interés de 25 puntos básicos, hasta el 1,75%, en septiembre. Sin embargo, si el conflicto comercial con EE.UU. se intensifica, es cada vez más probable una política monetaria expansiva”, defiende Kastens.
«Tras haber aplicado ya una relajación significativa de su política monetaria, se espera que el BCE haga una pausa en la próxima reunión. Coincidimos con esta valoración. Sin embargo, dado el progreso continuo en la contención de la inflación y el lastre que representa la incertidumbre arancelaria global para el crecimiento económico, existe la posibilidad de que se adopten nuevas medidas de estímulo en el próximo año. A más largo plazo, el panorama es mixto: aunque unas medidas fiscales más proactivas podrían impulsar la economía, persisten desafíos estructurales, en particular para el sector manufacturero europeo, que se enfrenta a una creciente presión competitiva por parte de países como China”, afirma Ariel Bezalel, gestor de Renta Fija de Jupiter AM.
En opinión de Karsten Junius, economista jefe en J. Safra Sarasin Sustainable AM, con la inflación en el objetivo, el BCE podría argumentar fácilmente que ya no es necesaria una política monetaria restrictiva. Sin embargo, señala que argumentar a favor de una política expansiva es difícil, ya que la economía no está en recesión ni es probable que entre en una en los próximos meses. «Además, la expansión fiscal en Alemania podría impulsar el crecimiento de la eurozona en 2026. Por lo tanto, los futuros recortes de tipos serán más probables si pueden calificarse de recortes «seguros» o si contrarrestan otros factores que pesan sobre la economía. De este modo, el BCE podría afirmar que su política monetaria sigue siendo neutral en términos generales, lo que minimiza el riesgo de cometer un error», afirma.
En resumen, la justificación de una pausa en los tipos también se apoya en los datos conocidos desde la última reunión del Consejo: la inflación se mantiene en línea con el objetivo del 2% y los indicadores adelantados, como los PMIs, reflejan cierta estabilidad en la actividad económica. «En este contexto, el mensaje del BCE debería tener un sesgo moderadamente expansivo (dovish). Un tono más restrictivo podría acelerar aún más la apreciación del euro, y agravar las incertidumbres macroeconómicas. Por tanto, no sería sorprendente que el comunicado o la rueda de prensa posterior dejen abierta la puerta a nuevos recortes de tipos, aunque siempre condicionados a la evolución de los datos», añade Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.
Con la vista en septiembre
Sin embargo, al igual que los expertos Banca March y DWS, desde BofA consideran que la reunión de septiembre será más relevante, ya que la situación será más incómoda y al BCE le resultará más difícil afirmar que se encuentran en una buena posición. “Las nuevas previsiones tendrán dificultades para mantener la inflación en 2027 en el 2 %, mientras que dudamos que la evolución del comercio sea mejor de lo que ya se prevé en las previsiones del BCE. A falta de sorpresas importantes en los tipos reales o en la moneda, seguimos convencidos de que el BCE recortará los tipos en diciembre”, defiende Segura-Cayuela, quien sostiene que el BCE aún realizará dos recortes más de tipos.
Konstantin Veit, gestor de cartera de PIMCO, considera que, en la reunión de septiembre, con las nuevas proyecciones de los expertos disponibles, el BCE podría decidir recortar los tipos de interés una vez más para protegerse contra el riesgo de un estancamiento más prolongado de la inflación, pero ven probable de que el ciclo de recortes ya haya concluido en el actual tipo de interés oficial del 2%.
“Los miembros del CG han expresado su confianza en que la lucha contra el choque inflacionista de 2021-2022 se ha completado en gran medida, pero han reconocido nuevos retos, ya que se espera que la política arancelaria estadounidense afecte a la confianza y la actividad, intensificando los riesgos para un crecimiento ya de por sí modesto. A partir de ahora, los debates sobre el CG se centrarán probablemente en la orientación adecuada de la política económica y, en particular, en si será necesaria una postura más acomodaticia para evitar que la inflación no alcance el objetivo de estabilidad de precios a medio plazo”, comenta Veit.
En opinión de la gestora, de nuevo, los datos serán la única pista. “Las perspectivas de la política del BCE se volvieron menos claras tras ocho recortes de tipos de interés consecutivos de 200 puntos básicos acumulados. El crecimiento es débil y está rodeado de riesgos geopolíticos y arancelarios a la baja. Un nuevo recorte sería un seguro contra estos riesgos y dejaría los tipos aún en territorio neutral. La actualización de las proyecciones macroeconómicas en septiembre debería desencadenar un recorte de 25 puntos básicos, hasta el 1,75%. Sólo es probable que se produzcan nuevos recortes si se materializan los riesgos a la baja para la actividad”, concluye Martin Wolburg, economista senior en Generali Investments.
David Zhan, responsable de renta fija de Franklin Templeton, ve improbable un recorte en la reunión de septiembre. Sin embargo considera que, en junio, «los mercados estarán atentos al tono de Lagarde en relación con los riesgos comerciales y la fortaleza del euro. La inflación se sitúa cerca del objetivo, pero las amenazas arancelarias enturbian las perspectivas. Serán las señales sobre la política monetaria, más que las decisiones concretas, las que marquen la reacción del mercado».