El presidente de los Estados Unidos ha dado un último giro de guion en su juego arancelario. Trump ha firmado la orden ejecutiva que reconfigura el comercio internacional con la imposición de nuevos aranceles y que entrarán en vigor el próximo 7 de agosto, seis días después de lo esperado. En líneas generales, la nueva tasa mínima para las naciones con la que Estados Unidos mantiene una balanza comercial negativa ha quedado fijada en el 15%, según ha informado la Casa Blanca.
En este sentido, unos 40 países se ven sujetos a ese porcentaje del 15%, entre ellos Costa Rica, Ecuador, Venezuela o Bolivia. Mientras que en el caso de aquellos con los que Estados Unidos mantiene un saldo positivo, el arancel será del 10%. Sin embargo, también encontramos gravámenes por encima del 30% para algunos países que no han llegado a acuerdos comerciales con EE.UU., entre ellos encontramos a Canadá (35%), Suiza (39%), Argelia, Bosnia, Siria, Sudáfrica, Serbia, Myanmar, Libia, Laos e Irak. En el caso de Brasil, Trump confirmó un arancel del 50%, acompañado de sanciones contra el Supremo Tribunal Federal brasileño, como represalia por el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro. Y para México, ha fijado otros 90 días de prórroga para prolongar sus conversaciones.
Según explica Yves Bonzon, CIO de Julius Baer, Donald Trump está decidido a aumentar los ingresos públicos mediante el incremento de los aranceles y este es un aspecto crítico de su agenda económica para lograr un reequilibrio de la economía estadounidense y alejarla de los déficits crónicos. “Parte del plan maestro de EE.UU. para reequilibrar el comercio mundial tiene a China como objetivo implícito. Pekín ha dejado muy claro que cualquier Estado soberano es libre de concluir un acuerdo comercial bilateral con Washington, pero que no lo puede hacer a expensas de los intereses de China. Si otros Estados acaban eximiendo las importaciones estadounidenses de aranceles, difícilmente podrá la Administración estadounidense argüir que no se beneficia de una cláusula de nación más favorecida”, apunta Bonzon.
Desde la óptica de Mark Dowding, BlueBay CIO de RBC BlueBay Asset Management, Trump ha obtenido prácticamente todas las concesiones que esperaba en las negociaciones comerciales realizadas hasta ahora. “Nuestro análisis nos lleva a concluir que EE.UU. ha incrementado su tasa media arancelaria hasta aproximadamente el 18% a nivel global. Bajo esta premisa, proyectamos unos ingresos anuales por aranceles en torno a los 450.000 millones de dólares, frente a los 77.000 millones de 2024; un aumento equivalente al 1,25% del PIB. Este volumen de ingresos debería contribuir a reducir ligeramente el déficit fiscal de EE. UU., situándolo por debajo del 7 % del PIB en el próximo año”, explica Dowding.
Asia y Europa: apertura de las bolsas
Tras el anuncio oficial Trump ha celebrado su nueva política comercial en la red social Truth varios un mensaje claro: “Hace un año, EE.UU. era un país muerto, ahora es el más atractivo del mundo”. Por su parte, tanto los mercados asiáticos como los europeos abrieron ligeramente a la baja, mostrando que la incertidumbre sigue instalada en la comunidad inversora. En el caso asiático, el MSC Asia-Pacífico retrocedió un 0,4%, el Kospi un 1,6% y el Nikkei 225 un 0,6%. Según los expertos, estas bajadas responden al anuncio de nuevos aranceles de entre el 10 % y el 41% sobre importaciones desde India, Taiwán, Corea y otros países.
En el caso de Europa, los principales índices también reaccionaron con una “negatividad moderada”: el Dax y el CAC caen un 1,6%, y el FTSE 100 un 0,7%. Cabe recordar que el acuerdo comercial entre EE.UU. y la Unión Europea había impulsado al STOXX 600 un 0,7 % el 28 de julio, pero la decisión del 1 de agosto ha revertido ese ligero optimismo.
“Aunque el acuerdo entre EE.UU. y la UE evitó una guerra comercial perjudicial, sus efectos reales aún están por verse. Si bien se lograron avances en sectores estratégicos y se reforzó la cooperación energética, el pacto deja sin resolver varios temas estructurales. Aun así, en un mundo marcado por la fragmentación geopolítica y los riesgos económicos, este entendimiento representa un respiro diplomático. Será crucial que ambas partes continúen trabajando en una agenda común que priorice la estabilidad, el comercio justo y la innovación compartida”, señala Antonio Di Giacomo, analista de Mercados Financieros para LATAM en XS.
En opinión de Bonzon, los mercados han estado descontando la guerra comercial desde hace algún tiempo. “La sabiduría colectiva probablemente acierte al aseverar que la guerra comercial no ocurrirá. No obstante, el resto del mundo cuenta aquí con una oportunidad de avanzar y de continuar fomentando un marco comercial amigable”, comenta.
El inverso se prepara
El nuevo rumbo de la política comercial estadounidense es un claro ejemplo de cómo el mundo se está transformando a una velocidad sin precedentes. “Mientras la economía mundial avanza hacia la descarbonización para lograr el objetivo de emisiones netas cero, las guerras comerciales están frenando la globalización, el cambio demográfico provoca una reducción de la fuerza laboral, y la digitalización avanza a un ritmo vertiginoso. Actualmente vivimos en la era de la geoeconomía. Aunque la idea de emplear herramientas económicas con fines políticos no es nueva, es difícil encontrar otro momento en la historia en el que la política exterior, la seguridad y la economía hayan estado tan entrelazadas y actuando al mismo tiempo con tanta intensidad. Y, como es lógico, esto tiene un impacto directo tanto en las economías como en los mercados», defiende Hans-Jörg Naumer, Global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors.
Según la gestora, para los inversores, esto implica asegurarse de que sus inversiones estén bien diversificadas en este “multiverso” de oportunidades en constante cambio, y estar preparados para ajustar sus carteras. “El reto no es solo reequilibrar una cartera para reflejar estos cambios, sino también no perder de vista la diversificación. De hecho, aquí cobra especial sentido un dicho muy conocido, y profundamente arraigado en la teoría de carteras: no pongas todos los huevos en la misma cesta”, señalan desde Allianz GI.
En su opinión, aquí podría jugar un papel determinante las soluciones multiactivo. “La lógica es sencilla: ¿por qué no diseñar una cartera ajustada al apetito individual de riesgo del inversor que combine diferentes clases de activos? Y no tiene por qué limitarse solo a acciones y bonos”, argumentan.