Pese a un comienzo de año marcado por la incertidumbre política y la volatilidad de los mercados, las inversiones sostenibles han comenzado a recuperar terreno. Así lo revela un reciente análisis de Sophie Chardon, directora de Inversión Sostenible de Lombard Odier Private Bank, que subraya cómo la sostenibilidad se está adaptando con agilidad a las nuevas condiciones globales, incluso en un entorno menos favorable a nivel regulatorio.
Durante el primer trimestre de 2025, los fondos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) registraron salidas netas globales por 8.600 millones de dólares, en lo que fue el peor trimestre documentado para este tipo de activos. Europa, tradicionalmente líder en sostenibilidad, experimentó sus primeras salidas netas desde 2018. El panorama comenzó a cambiar en mayo, cuando los flujos positivos regresaron tanto en renta fija como en renta variable sostenible, destacándose fondos denominados en dólares y euros, así como vehículos centrados en Asia y mercados emergentes.
Más allá de los flujos, el desempeño también ha sido sólido. Los fondos temáticos han superado a los índices tradicionales impulsados por vientos sectoriales favorables y un nuevo ciclo de inversión global. La estrategia CLIC de Lombard Odier (Circular, Lean, Inclusive, Clean) acumuló una rentabilidad del 13 % en lo que va del año, superando el 8 % registrado por el índice MSCI World en el mismo período.
Vientos en contra y adaptación: de las iniciativas globales a las regionales
Según el informe, la actual fragmentación geopolítica ha debilitado la cooperación multilateral en materia climática, pero también ha dado lugar a un liderazgo regional más pragmático. China ha emergido como un actor clave en tecnologías limpias, con sectores de energía renovable que ya representan el 10 % de su PIB. Lombard Odier ha ampliado su universo de inversión en el país asiático, aunque con cautela ante posibles disrupciones regulatorias.
Europa, por su parte, continúa reforzando su apuesta por las energías renovables no solo por razones ambientales, sino también por la necesidad estratégica de reducir su dependencia energética. Tecnologías como las redes inteligentes y el almacenamiento de energía están cobrando mayor relevancia, en un contexto donde la seguridad energética es ya una prioridad.
En Estados Unidos, la Administración Trump ha revertido varias políticas relacionadas con ESG, debilitando normas de divulgación climática y promoviendo el desarrollo de combustibles fósiles. A pesar de ello, la inversión en energía limpia creció un 7 % interanual en el primer trimestre, alcanzando los 67.000 millones de dólares. El impulso, según el informe, proviene de la acción estatal y de la demanda corporativa, más que del gobierno federal.
La circularidad, el agua y la infraestructura, claves
El informe también destaca tres áreas con fuerte potencial de crecimiento: economía circular, gestión del agua e infraestructura resiliente. Sectores industriales como la fabricación y el envasado están adoptando tecnologías de reciclaje para mitigar riesgos de suministro y controlar costos en un entorno de precios volátiles.
Asimismo, fenómenos climáticos extremos, que en 2024 generaron pérdidas por 180.000 millones de dólares en Estados Unidos, según la NOAA, están impulsando inversiones en adaptación climática. Lombard Odier ha incrementado su exposición a soluciones centradas en la gestión inteligente del agua, detección de fugas y tratamiento de contaminantes, así como en infraestructura crítica resistente al cambio climático.
Un catalizador disfrazado
A juicio de la entidad suiza, la sostenibilidad está evolucionando desde una narrativa moral hacia una necesidad estratégica. El entorno actual exige enfoques más ágiles y selectivos, centrados en fundamentos económicos sólidos. “La Administración Trump puede no ser aliada del ESG, pero al retirar el apoyo político ha obligado al mercado a enfocarse en la rentabilidad, la resiliencia y las necesidades reales de corto y largo plazo”, concluye el análisis.
En este nuevo contexto, Lombard Odier apuesta por carteras diversificadas regionalmente y orientadas temáticamente a sectores como almacenamiento energético, salud, infraestructura, tratamiento de agua y soluciones circulares. La sostenibilidad, indican, ya no depende de políticas favorables para prosperar. Más bien, está encontrando su impulso en la economía real.



