Si el dato de septiembre de desempleo en Estados Unidos vino a añadir incertidumbre a los movimientos venideros de la Reserva Federal, el último informe de inflación tampoco aclara el panorama. De esta forma, la próxima reunión de la Fed puede que sea una de las más inciertas de los últimos tiempos.
Tiffany Wilding, economista de PIMCO, admite que el dato de inflación «no ha sido suficiente para modificar sustancialmente nuestras previsiones generales del IPC», pero sí ha subrayado su escepticismo respecto a las previsiones económicas de aterrizaje suave de la Reserva Federal estadounidense. «Aunque la deflación de los bienes básicos está ayudando a reducir la inflación general, la falta de avances en las categorías de servicios sensibles a los salarios subraya nuestra opinión de que será necesaria una mayor debilidad del mercado laboral, incluido un aumento de la tasa de desempleo, para que la inflación vuelva al objetivo del 2% de la Reserva Federal».
El IPC de septiembre de Estados Unidos mostró que la tasa subyacente subió un 0,3% intermensual, más de lo previsto, lo que contribuyó a impulsar la inflación general hasta el 0,4% respecto al mes anterior. «Gran parte de la sorpresa al alza con respecto a las previsiones se debió a la volatilidad en las categorías de alojamiento, con una recuperación sustancial de los precios hoteleros tras varios meses de descenso», explicó Wilding, que añadió como razones de este dato de IPC a los alquileres. «Aún así, la reaceleración de las categorías de servicios básicos sensibles a los salarios en los últimos meses es preocupante», concluye la experta.
¿Qué implicaciones puede tener en la política monetaria de la Reserva Federal? Wilding cree que, a corto plazo, la influencia es complicada de prever. «Si bien este informe, tras el sólido informe sobre las nóminas, aboga a favor de una nueva subida de tipos antes de finales de año, como prevé la mayoría de los funcionarios de la Reserva Federal, el endurecimiento de las condiciones financieras (si se mantiene) está haciendo gran parte del trabajo por ellos», asegura. Por lo tanto, la experta cree que el dato «genera cierta ansiedad en la Fed» y si hasta ahora ha sido escéptica en cuanto a la posibilidad de que lleve a cabo la subida prevista para el segundo semestre de 2023, «nos inclinamos a favor de que lo consigan a pesar del reciente endurecimiento de las condiciones financieras. Es una decisión muy reñida», asevera.
Desde AllianceBernstein creen que los últimos datos de inflación «son importantes» porque «no fuerzan la mano de la Reserva Federal en ninguna dirección, ya que tienen la opción de subir los tipos el mes que viene, o aguantar y esperar más información». Eso sí, su previsión es que «opten por la segunda opción» debido a que los datos muestran que el camino hacia una inflación del 2% va a ser largo. «Aún no se puede dar por sentado el destino final, lo que mantendrá a la Fed alerta no solo durante los próximos meses, sino que probablemente también durante los próximos trimestres», explican desde AllianceBernstein.
Una opinión, asimismo, que se refuerza con los mensajes que la Fed está lanzando esta semana. Los expertos de AllianceBernstein recuerdan que «hay semanas en las que la Fed manda a los halcones, pero esta semana ha sido diferente y ha dejado volar las palomas, ya que varios funcionarios de la Fed han restado importancia a la necesidad de nuevas subidas de tipos» y citan, como ejemplo al presidente de la Reserva Federal de Atlanta, Raphael Bostic, que dijo que no cree que la Fed necesite subir más los tipos para volver a situar la inflación en el objetivo del 2%.
Por su parte, Pablo Duarte, analista senior del Instituto de Investigación Flossbach von Storch, recuerda que el dato se publicó «en un contexto macroeconómico complejo», ya que «no solo acabamos de vivir uno de los aumentos más drásticos en los tipos de interés de los bonos de deuda americanos desde la crisis financiera de 2007, sino que estamos navegando la incertidumbre de una nueva guerra y las implicaciones geopolíticas que puedan tener».
Para la Fed, la situación en general tiene tres implicaciones, según Duarte. Primero, los datos de inflación mantienen vivo el escenario de un aterrizaje suave, «sin embargo, un mercado laboral sorpresivamente robusto y el que la inflación no ceda decisivamente igualmente, mantiene viva la posibilidad de posteriores aumentos de tasas». Segundo, si la guerra se convierte en un factor global, «los precios de materias primas como el petróleo pueden aumentar, encendiendo nuevamente la presión inflacionista» y tercero, la subida en los tipos de interés «ha restringido las condiciones financieras lo que comprime la demanda privada y podría hacer que finalmente se materialicen los esfuerzos de la Fed en enfriar la economía».
El experto concluye que, en general, el panorama sigue marcado por incertidumbre geopolítica global y por una inflación que no cede decisivamente, lo que hace que la Fed «no tenga suficientes argumentos aún para empezar a reducir tipos de interés y que no descarte más subidas en el futuro cercano».
Para Bank of America, el último dato del IPC estadounidense es «en cierto modo, representativo de la dinámica mostrada por las últimas publicaciones en más de 30 países»: la inflación general se vio afectada por la subida de los precios del petróleo y, mientras que la subyacente de los bienes sigue suavizándose, la de los servicios se mantiene estable». Además, deja claro que el organismo «sigue dependiendo estrictamente de los datos», por lo que las próximas citas clave del mercado estarán en las ventas minoristas de esta semana. Por lo tanto, con este dato, «las probabilidades de una nueva subida de tipos de la Reserva Federal están muy reñidas, en equilibrio entre la solidez de los datos y el reciente endurecimiento financiero», según los estrategas de la firma.