La economía española atraviesa un momento de notable fortaleza dentro el contexto europeo, pero su ritmo de crecimiento se moderará en los próximos meses debido a la creciente inestabilidad geopolítica y financiera global, así como a los desafíos estructurales internos, como el desajuste en el mercado de la vivienda, el elevado déficit público y una competitividad aún inferior a la media europea. Esta es una de las principales conclusiones del Informe Económico y Financiero de Esade, dirigido por Toni Roldán, director de EsadeEcPol, y elaborado con el apoyo de Banco Sabadell.
El capítulo de coyuntura económica ha sido desarrollado por Josep M. Comajuncosa, profesor de Esade, y Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y senior fellow de EsadeEcPol.
Los autores del informe destacan seis pilares que han sostenido el crecimiento robusto de los últimos meses: el impulso demográfico, el buen comportamiento del sector exterior, la favorable situación financiera de familias y empresas, la normalización de los tipos de interés y la inversión pública vinculada a los fondos europeos Next Generation EU. Además, se subraya el efecto positivo de los precios energéticos más bajos, facilitado por la expansión de las energías renovables, que ha mejorado la competitividad industrial.
Gracias a estos factores, las perspectivas a corto y medio plazo para la economía española siguen siendo positivas, con previsiones de crecimiento entre el 2,4% y el 2,6% para 2025, según la fuente. No obstante, se anticipa una progresiva moderación del ritmo de crecimiento debido a la incertidumbre global y al impacto de las nuevas políticas arancelarias de la administración Trump. En concreto, los autores del informe identifican dos focos de riesgo: los aranceles aplicados a sectores concretos (aceite de oliva, motores y azulejos) y la posible inestabilidad financiera internacional, que podría traducirse en un aumento de la prima de riesgo española.
Retos estructurales: vivienda, déficit y productividad
El informe advierte que, más allá de los factores coyunturales, persisten desequilibrios estructurales que pueden limitar el crecimiento sostenido de la economía española. Entre ellos, destaca el creciente desajuste entre oferta y demanda en el mercado de la vivienda, con un aumento del 12,3% en los precios durante el primer trimestre de 2025. A esto se suma un déficit estructural por encima del 3% del PIB y una productividad que, pese a recientes mejoras en innovación y digitalización, sigue por debajo de la media europea.
Asimismo, los flujos migratorios que han impulsado el crecimiento económico y contribuido a cubrir necesidades del mercado laboral, plantean nuevos desafíos en términos de integración social, presión sobre infraestructuras y tensión en el mercado inmobiliario. El informe subraya la necesidad de políticas públicas eficaces que maximicen el impacto positivo de esta dinámica demográfica.
Revisión a la baja del crecimiento global
En el plano internacional, los autores del Informe Económico y Financiero de Esade señalan que la economía mundial vuelve a experimentar dificultades tras el inicio de la segunda presidencia de Donald Trump, en un momento en el que parecía haberse estabilizado tras la pandemia, la guerra en Ucrania y el repunte inflacionario. La creciente incertidumbre comercial, las tensiones geoestratégicas y la fragilidad de los mercados financieros han llevado a una revisión generalizada de las previsiones de crecimiento para 2025.
Las economías avanzadas verán su crecimiento reducido hasta el 1,2% (siete décimas menos que en enero), mientras que en las emergentes y en desarrollo la previsión baja del 4% al 3,3%. En Estados Unidos, la caída es aún más pronunciada, del 2,7% al 1,5%. En contraste, la zona euro mantiene un crecimiento moderado (del 1% al 0,7%), con España, Portugal e Irlanda como excepciones positivas.
Cooperación internacional y política industrial focalizada
Para poder hacer frente a la incertidumbre, los autores afirman que la cooperación internacional y el aumento de la integración económica entre grupos de países pueden contribuir a mantener y potenciar el comercio internacional, ya sea mediante decisiones unilaterales no discriminatorias o en el marco de acuerdos comerciales multilaterales. Sin embargo, advierten que esta orientación en el ámbito industrial debe focalizarse específicamente a sectores donde existan externalidades y errores de mercado bien identificados porque, de lo contrario, pueden alejar a los países de sus condiciones subyacentes de ventaja comparativa, creando excesos de oferta a nivel regional o global.