La aceleración del proceso de electrificación de las principales economías del mundo está provocando que gane visibilidad y apoyo como fuente de energía de bajas emisiones y un componente clave de la combinación energética.
La mayor demanda e interés por la energía nuclear puede explicarse por la confluencia de varios factores, como la voluntad de reducir las emisiones de carbono, la preocupación por mantener la seguridad e independencia energética o los avances tecnológicos en reactores modulares pequeños (SMR) y reactores avanzados.
También entra en esta ecuación el auge de sectores intensivos en el procesamiento de datos, primordialmente por la mayor demanda de centros de datos y sistemas de inteligencia artificial que requieren una importante potencia de cálculo y un alto consumo energético. La energía nuclear tiene el potencial de contribuir a estos objetivos, dadas sus emisiones operacionales relativamente bajas (1). Sin embargo, esto conlleva el reto de gestionar los residuos radiactivos, que, aunque están estrictamente regulados, siguen siendo una preocupación clave en los debates públicos y políticos.
A medida que las tecnologías digitales consumen cada vez más energía, la energía nuclear se considera cada vez más un facilitador estratégico del desarrollo tecnológico, proporcionando energía con bajas emisiones de carbono las 24 horas del día para satisfacer las demandas de la infraestructura de IA. A medida que la IA y la computación en la nube se han vuelto más avanzadas y generalizadas, su consumo de electricidad se ha disparado, lo que ha creado una necesidad urgente de energía constante e ininterrumpida.
La energía nuclear se considera una de las pocas fuentes escalables y bajas en carbono que tiene el potencial de satisfacer esta demanda, a diferencia de las fuentes de energía renovables intermitentes (2). Sin embargo, este papel cada vez más importante de la energía nuclear también atrae una renovada atención hacia los riesgos sin resolver, como los obstáculos normativos, el historial de sobrecostes, las posibles amenazas cibernéticas a las infraestructuras críticas y la fluctuación de la opinión pública.
Un ejemplo de la relación entre IA y consumo eléctrico ha sido el reciente acuerdo de colaboración entre Meta y Constellation, por el que se proveerá durante 20 años de energía nuclear a la tecnológica para seguir soportando la construcción de centros de datos en territorio estadounidense (3). A finales del año pasado pudimos ver otro movimiento similar en Japón, cuando la tecnológica Ubitus (que es proveedora de servicios de infraestructuras en la nube para compañías como Nintendo o Sega) anunció su intención de comprar terrenos para construir un centro de datos cerca de una planta de generación de energía nuclear (4).
En Europa, a principios de 2025 surgió una iniciativa similar cuando Westinghouse Electric Company y el operador de centros de datos con sede en Francia Data4 firmaron un memorando de entendimiento para estudiar la posibilidad de abastecer de energía a los futuros centros de datos europeos con reactores nucleares modulares pequeños (SMR) AP300 (5). Esta colaboración destaca la creciente necesidad de fuentes de energía bajas en carbono para respaldar la infraestructura impulsada por IA en toda la UE.
Estos y otros desarrollos, por tanto, han reabierto el debate sobre el papel que puede desempeñar esta fuente de energía en la infraestructura digital contemporánea. Sin embargo, su creciente protagonismo conlleva riesgos importantes: desde sobrecostes recurrentes y posibles accidentes, hasta desafíos normativos y amenazas cibernéticas sobre infraestructuras críticas. Su adopción exige, por tanto, una evaluación rigurosa de estos factores.
La estabilidad política es clave
Dado su potencial para proporcionar energía baja en carbono, la energía nuclear ha llevado a algunos mercados desarrollados a reevaluar su papel como fuente estable de electricidad para satisfacer la creciente demanda derivada del crecimiento digital. A diferencia de otras tecnologías de generación, la energía nuclear proporciona un suministro continuo de carga base con alta densidad energética y emisiones de carbono relativamente bajas. Estas características han motivado que en algunos mercados desarrollados se esté reevaluando su rol como fuente de energía estable para respaldar las nuevas exigencias del crecimiento digital.
Sin embargo, a pesar del renovado impulso, la viabilidad a largo plazo de la energía nuclear sigue estando estrechamente ligada a la estabilidad de entornos políticos favorables. Como se ha mencionado anteriormente, los cambios en las prioridades políticas, la incertidumbre normativa y la evolución de la opinión pública pueden influir significativamente en las decisiones de inversión y en los plazos de los proyectos. Cabe recordar que la mayor demanda de energía nuclear por parte de grandes corporaciones se contrapone a la preocupación pública por la eliminación de residuos radiactivos, la seguridad a largo plazo y la posibilidad de accidentes o ciberataques selectivos contra infraestructuras críticas.
Aunque el escepticismo público sigue siendo un obstáculo importante, algunos gobiernos están avanzando con medidas concretas para expandir la energía nuclear, reconociendo su potencial para satisfacer la creciente demanda de energía y los objetivos de descarbonización. En Estados Unidos se proyecta que el uso total de electricidad alcance cifras récord en 2024 y 2025, según la Annual Energy Outlook 2024 de la Administración de Información Energética. En esta línea, la administración estadounidense firmó a finales de mayo de 2025 una nueva orden ejecutiva que sienta las bases para la construcción de diez nuevos reactores nucleares para 2030, así como para desplegar hasta 300 GW de nueva capacidad nuclear neta para 2050, entre otras medidas para incentivar el desarrollo de la energía nuclear en el país (6).
En paralelo, a raíz de la guerra de Ucrania de 2022 la Unión Europea ha ido dando pasos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles importados a la región, particularmente desde Rusia, lo que ha permitido que la energía nuclear también se haya abierto paso. Sin embargo, siguen existiendo diferencias en materia de política energética entre los distintos Estados miembros de la región. Alemania abandonó oficialmente la energía nuclear en 2023, mientras que Austria y Luxemburgo siguen oponiéndose a su uso. No obstante, los últimos acontecimientos, entre los que se incluyen señales de alineamiento con Francia en materia de cooperación nuclear, indican que el nuevo Gobierno alemán se está mostrando más abierto a reconocer el potencial de la energía nuclear dentro de un marco europeo más amplio. Estos casos ponen de relieve cómo los cambios políticos y la evolución de la opinión pública pueden influir significativamente en la trayectoria futura de la energía nuclear en Europa.
En la actualidad, EE.UU. es el mayor consumidor de energía nuclear del mundo, con una cuota cercana al 30% del consumo global, según datos de Statista de 2023. Le seguiría China, con casi un 16%, y Francia, con un 12,4%. Dentro del mix energético, la energía nuclear representa aproximadamente el 19% de la generación eléctrica en EE. UU. y el 22,8% en la Unión Europea, según cifras oficiales de la EIA y Eurostat de 2023, respectivamente.
Oportunidades y riesgos
Para los inversores, el sector de la energía nuclear presenta tanto oportunidades prometedoras como riesgos notables. En este contexto, algunos inversores están complementando sus asignaciones a largo plazo con exposiciones diversificadas a materias primas, con el objetivo de mitigar la volatilidad macroeconómica y las presiones inflacionarias en sus carteras.
A pesar de las ventajas que ofrece la energía nuclear, las preocupaciones del público sobre la eliminación de residuos radiactivos, la seguridad a largo plazo y los riesgos de accidentes o ciberataques dirigidos a infraestructuras críticas siguen marcando el panorama político. Además, los proyectos nucleares a gran escala también se han enfrentado a retos relacionados con los sobrecostes y los retrasos en la construcción, a menudo influidos por los estrictos requisitos normativos, la complejidad de los proyectos y la naturaleza personalizada del diseño de los reactores (7). Estas complejidades financieras y logísticas han contribuido en ocasiones a ralentizar el desarrollo de los proyectos.
A la vanguardia de los esfuerzos para superar estos retos se encuentran los reactores modulares pequeños (SMR), que cuentan con el respaldo de los responsables políticos, los inversores privados y las agencias científicas. Debido a su menor tamaño y diseño modular, se espera que los SMR sean potencialmente más baratos de construir y ofrezcan mayor seguridad operativa, aunque esto aún debe ser confirmado por la experiencia operativa (8). También se espera que los SMR puedan instalarse en una mayor variedad de lugares, incluidas áreas remotas o antiguos sitios industriales. Esto hace que la energía nuclear sea más flexible, más segura y más fácil de adoptar en diferentes partes del mundo. Así, tanto los SMR como las mejoras en las centrales más antiguas están contribuyendo a ampliar las posibilidades de la energía nuclear y a configurar su futuro, al tiempo que se perfilan como áreas de creciente interés para la inversión estratégica a largo plazo.
Además, se están desarrollando nuevas tecnologías, como la transmutación de residuos, cuyo objetivo es reducir la peligrosidad de los residuos nucleares y el tiempo durante el que siguen siendo nocivos, con el fin de ayudar a resolver los problemas de eliminación a largo plazo y mejorar el apoyo de la opinión pública.
Cabe destacar también que los resultados financieros pasados de las compañías nucleares no garantizan comportamientos similares en el futuro. Invertir está sujeto a riesgos, incluido el posible riesgo de pérdida del capital. Las valoraciones pueden verse influenciadas por factores exógenos, como decisiones de regulatorias, interrupciones en la cadena de suministro o acontecimientos geopolíticos, particularmente en lo que respecta al acceso a materias primas estratégicas.
Cómo participar en la tendencia
Desde la perspectiva del mercado, ha aumentado el interés por las empresas relacionadas con la cadena de valor nuclear, impulsado por el creciente interés en las soluciones energéticas alternativas. Este creciente interés abarca una amplia gama de actividades, desde la extracción y el procesamiento de uranio hasta la construcción de reactores y tecnologías especializadas. Desde el punto de vista de la construcción de carteras, las asignaciones temáticas a acciones cotizadas con exposición a sectores transformadores pueden ofrecer una vía diferenciada para participar en el cambio a largo plazo hacia la transformación del sector energético y la digitalización.
En este contexto, existen diversas formas de aprovechar esta tendencia, entre ellas la inversión en acciones individuales, bonos o fondos cotizados (ETF) que replican índices vinculados al sector nuclear. Algunas de estas estrategias incluyen empresas que participan en diferentes eslabones de la cadena de valor nuclear, como la producción de uranio, el diseño de reactores y las tecnologías de apoyo, tal y como se refleja en los enfoques de los ETF centrados en la energía nuclear.
La percepción de la energía nuclear como un componente fundamental de la seguridad energética y el desarrollo tecnológico ha ganado terreno, aunque su implementación sigue enfrentándose a barreras estructurales y debates sociales sin resolver. Sin embargo, la calidad de la energía nuclear como fuente de energía de bajas emisiones para satisfacer la creciente demanda de electricidad está agregando valor a un activo anteriormente menospreciado, despertando el interés de los inversores.
(1) Agencia Internacional de la Energía, Hoja de Ruta hacia Cero Emisiones Netas, 2023.
(2) OECD-NEA/IEA, Projected Costs of Generating Electricity, 2020.
(3) Comunicado de prensa de Constellation Energy–Meta Platforms, 28 de marzo de 2025.
(4) Comunicado de prensa de Ubitus , 15 de diciembre de 2024.
(5) Comunicado de prensa conjunto de Westinghouse Electric Company y Data4, 8 de enero de 2025.
(6) Orden Ejecutiva de la Casa Blanca n.º 14099, 27 de mayo de 2025.
(7) World Nuclear Industry Status Report, 2023.
(8) Organismo Internacional de Energía Atómica, SMR Booklet, 2023.