La recompra de acciones se ha convertido en una herramienta corporativa habitual para lograr una mayor eficiencia del capital. Según explican desde Amundi, en una recompra, la empresa adquiere sus propias acciones a los accionistas existentes, distribuyéndoles capital de forma alternativa al dividendo.
«La práctica estuvo prohibida en Estados Unidos hasta principios de los años 80, cuando la SEC estableció su regulación formalmente, y desde entonces se ha extendido a nivel global. Este auge ha tenido lugar a pesar de ciertas críticas, como el posible uso de las recompras en beneficio personal de la dirección y en detrimento del crecimiento a largo plazo. También se ha señalado que podrían haber desincentivado la innovación y fomentado niveles excesivos de endeudamiento», sostiene la gestora.
Para ofrecer una visión general de esta práctica y examinar estas inquietudes, Amundi ha analizado los datos desde la crisis financiera global (GFC, por sus siglas en inglés) en EE.UU., Europa y Japón. Su conclusión es que, ante unas valoraciones tensionadas en EE. UU., Europa se sitúa actualmente por delante en términos de rentabilidad combinada por dividendos y recompras, consolidando su reputación como una región que antepone los intereses de sus accionistas. Japón, por su parte, ha ido progresivamente acercándose en materia de retribución al accionista, igualando a EE. UU. y superándolo recientemente.
«Una cuestión clave es si existe una asignación óptima entre la inversión (gasto de capital e I+D) y la distribución (dividendos y recompras)», plantean desde Amundi. En este sentido, los expertos de la gestora apuntan que el creciente foco inversor en estas últimas, sumado a una remuneración ejecutiva parcialmente en acciones, podría haber provocado una caída en la inversión.
«Sin embargo, en nuestro análisis no hemos encontrado pruebas que respalden esta hipótesis, ni evidencia de una asignación óptima. EE. UU. registra la mayor tasa de distribución, pero la inversión se ha mantenido; en Europa, con una ratio similar, la inversión ha caído. En el caso de las grandes capitalizadas, las Siete Magníficas siete estadounidenses han incrementado sus esfuerzos de inversión año tras año, pese a unos volúmenes de distribución elevados y al alza. En cambio, las grandes compañías europeas (GRANOLAS) han mostrado poca variación tanto en inversión como en pagos a los accionistas», concluyen desde Amundi.