La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, para cumplir con su segundo mandato, y todas las decisiones que ha ido tomando en estos meses, se ha convertido en el principal catalizador de los mercados a lo largo de 2025, especialmente por los bandazos en política comercial, lo que ha afectado a diferentes ámbitos, a nivel macroeconómico y en los mercados.
Desde la proclamación de Trump en enero, el presidente norteamericano ha protagonizado un récord histórico de órdenes ejecutivas en sólo 100 días de Gobierno, aunque la política arancelaria ha sido el elemento que ha copado todos los titulares. Si se dilata en el tiempo, la guerra de aranceles puede generar un mayor riesgo de recesión y un deterioro del sentimiento de los agentes económicos. Por otro lado, sus políticas de inmigración podrían elevar el déficit, aumentar la inflación y rebajar el PIB.
En este escenario, Diaphanum ha elaborado un documento en el que analiza los cinco factores que han cambiado en los mercados, tras la llegada de Donald Trump, y a los que habrá que atender de cara a la evolución de la segunda mitad del año, y una visión general sobre la estrategia de la entidad en diferentes ámbitos.
Hacia un nuevo equilibrio geopolítico
La posibilidad de reducir los conflictos armados y el descontento de Trump con los países aliados por los bajos presupuestos en defensa, coincidiendo con la negociación de la paz en Ucrania, ha provocado un efecto de presión de EE.UU. para que incrementen el gasto en defensa, lo que provoca un efecto inmediato en los mercados. De este modo, se ha negociado con los miembros de la OTAN alcanzar la inversión del 5% del PIB en defensa en 2035, lo que tiene y tendrá unas consecuencias destacadas en los mercados.
Una política de subida de aranceles, recortes de impuestos y mayor eficiencia gubernamental y desregulación
El factor económico más distorsionador está siendo la política arancelaria errática de EE.UU. que, a la larga, provocará una mala asignación de recursos, un aumento de la inflación y una reducción del crecimiento. Con la política de reducción de los impuestos y el mantenimiento de gran parte del gasto, está previsto un mayor déficit público y un aumento de la deuda sobre PIB, así como una presión a la baja de los precios de la energía y una mayor inversión en tecnología civil y militar.
La ruptura de la disciplina fiscal de la UE
La UE podría liberar 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años para el aumento del gasto en defensa. Sólo Alemania, que acaba de estrenar un gobierno liderado por el partido conservador (CDU), plantea un plan de inversión de 500.000 millones de euros en infraestructuras y defensa en 10 años, lo que supone un 10% del PIB, y romper el mecanismo de “freno a la deuda”.
Una relajación de la política monetaria en un escenario de crecimiento estancado
El crecimiento mundial está liderado en el momento actual por India y China, sin recesión en EE.UU. y una ligera mejora en Europa. El consumo basado en el empleo y el aumento del gasto público servirán de base. No obstante, la reducción de la confianza de los consumidores y empresarios podrían deprimir consumo e inversión y contrarrestar el aumento de gasto público. Además, el mercado laboral se ha ralentizado, aunque con unas tasas de paro que siguen en niveles bajos.
En este escenario, los bancos centrales mantienen una política de bajada progresiva de tipos, aunque en Europa se está ralentizando la reacción, dados los niveles tras las bajadas, con ligeras reducciones en China y subidas en Japón. En el caso de EE.UU., la elevada presión que ejerce Trump sobre la Fed podría precipitar las reducciones en caso de desaceleración económica.
El riesgo de una inflación descontrolada
Todos los factores que se están desencadenando en los últimos meses, al son de las decisiones que toma el presidente Trump, están desembocando en una inflación más alta de lo inicialmente previsto y por encima de los objetivos de los bancos centrales, manteniéndose los problemas deflacionistas en el caso de China. A corto plazo, la inflación se redujo por la caída de los precios energéticos básicamente, a la espera de cómo afectan los aranceles y la reducción de actividad económica. Una guerra arancelaria extendida y duradera en el tiempo provocaría un aumento de la inflación. El sector servicios y el gasto público también son inflacionistas.
La subida de precios puede ser la variable económica que más se puede mover por los aranceles, aunque cuenta a su favor con una menor actividad, los precios de energía y la productividad. En el entorno actual de mercado, Diaphanum apuesta por bonos corporativos, en un escenario de diferenciales bajos, descontando un reducido nivel de insolvencias, pero que, sin embargo, presentan unas rentabilidades por encima de la media histórica. Aquí, la entidad recomienda especialmente los bonos de grado de inversión europeos.
Diaphanum apuesta por un tono neutral en tesorería, que está dando un retorno atractivo por el retraso del BCE en bajar tipos y seguirá perdiendo atractivo, y en bonos gubernamentales, movidos por las expectativas de bajada de tipos del BCE y las expectativas de inflación en Europa, que harán que la rentabilidad se mueva en rangos más elevados. Para la entidad, presenta una relación rentabilidad riesgo razonable, lo que invita a seguir aprovechando su volatilidad invirtiendo en bonos periféricos.
La entidad se mantiene neutral también en renta variable, soportada por la expectativa de bajadas de tipos de los bancos centrales, a la espera de una ligera reducción de las previsiones de resultados en general, salvo un aumento en Europa que está bastante descontado. Las valoraciones volvieron a ser exigentes después de las correcciones de abril y es necesario que las rentabilidades de los bonos y los resultados empresariales acompañen para justificar nuevas alzas.
Diaphanum apuesta por cubrir divisa. El euro, a pesar de la fuerte revalorización en el año, puede seguir apreciándose respecto al dólar, esperando que se mantenga estable con la libra y el franco suizo y que se deprecie respecto al yen japonés.