Después de Brasil y Canadá, ha llegado el turno de la Unión Europea (UE). La Administración Trump ha anunciado la imposición de aranceles del 30% a todos los productos importados de la UE, una decisión que será efectiva a partir del 1 de agosto, si antes no se llega a un acuerdo. Según los expertos de las firmas de inversión, estamos ante una nueva ronda de escalada arancelaria antes de que expire la pausa de 90 días.
“En la última andanada, los productos brasileños se han visto golpeados por un gravamen del 50% a partir del 1 de agosto, a pesar de que EE.UU. mantiene un superávit comercial con el país. He ahí la confirmación, si quedaba alguna duda, de que la lógica económica tiene poco peso en las decisiones que se toman en Washington. Sin embargo, el mercado está asistiendo impertérrito al espectáculo. En el mes transcurrido hasta el 10 de julio, la renta variable estadounidense sube más de un 4%, las acciones emergentes ganan algo menos y las bolsas europeas se mantienen estables”, señala Alexis Bienvenu, gestor de fondos en La Financière de l’Échiquier.
Bienvenu explica que este comportamiento del mercado se puede deber a que no se cree los anuncios de aranceles o que ya sabe qué terreno pisa y se organiza en este caos, “sobre todo contando con la capacidad de adaptación de las empresas para reorganizar sus abastecimientos o compensar los sobrecostes”.
La reflexión que lanza el gestor de fondos en La Financière de l’Échiquier es que este fenómeno hace que un Wall Street al alza ya no desempeñaría el papel de línea de defensa contra los volantazos del despacho oval. En contraste, apunta que el hundimiento del mercado, sobre todo de renta fija, tras el anuncio de los aranceles denominados recíprocos había contribuido ciertamente al cambio de postura del presidente, que al cabo de varios días concedió plazos de negociación y suavizó el tono.
“Si ahora el mercado ya no cae de forma acusada cuando se anuncian nuevos aranceles, ¿qué fuerza podría contener al presidente estadounidense? Las organizaciones internacionales no tienen ninguna influencia sobre él. Los jueces federales estadounidenses, que han intentado intervenir esgrimiendo el derecho, han visto limitado su poder por el Tribunal Supremo, a su vez ampliamente controlado por el jefe de los Republicanos. En cuanto a la Reserva Federal de EE.UU., último muro de defensa de los mercados es cierto que la entidad se mantiene independiente en su discurso, que es potente. Sin embargo, además de que no tiene ningún poder en materia arancelaria, está siendo objeto de una campaña de desestabilización continua por parte de la Casa Blanca, que no oculta que el próximo presidente de la Fed asumirá el discurso trumpista. Por lo tanto, ningún poder parece en disposición de contener el huracán trumpista”, argumenta Bienvenu.
Una nueva ronda
En opinión de Claudio Irigoyen y Antonio Gabriel, economistas globales de Bank of America, esta ronda del juego arancelario comenzó con un tiempo limitado para la negociación, con el objetivo de aplicar aranceles más altos a partir del 1 de agosto a 23 países, entre ellos Japón, Corea y Canadá, tres importantes exportadores a Estados Unidos, así como Brasil, que tiene un comercio equilibrado con Estados Unidos.
“Los países del sudeste asiático se han visto especialmente afectados. Estas medidas se producen tras la prórroga del acuerdo entre Estados Unidos y China y el nuevo acuerdo con Vietnam, que podrían marcar la pauta para el resto al penalizar el desvío de las exportaciones. Cabe prestar atención a los aranceles sobre el cobre y los aranceles del 50% sobre Brasil, ya que no están motivados por consideraciones de «déficits comerciales bilaterales. En el caso de Japón y Corea, la política interna podría retrasar cualquier acuerdo significativo. Queda por ver si en los próximos días se anunciará un acuerdo global de alto nivel. Lo más probable es que continúe la anticipación de las importaciones estadounidenses, lo que retrasará el impacto sobre el crecimiento y la inflación en EE.UU. y sus principales socios comerciales”, explican.
Según su visión, la Administración Trump busca negociar acuerdos globales específicos para cada país que abarquen el comercio, la inmigración, la defensa y la energía. “Nos reafirmamos en nuestra opinión de que la estrategia de escalada para luego rebajar la tensión sigue vigente y que el límite viene dado por el daño infligido a las empresas estadounidenses. Esperamos que el ruido continúe en el segundo semestre de 2025 y se calme hacia finales de año, a medida que la atención se desplace gradualmente hacia las elecciones de mitad de mandato. Si se aplican los aranceles anunciados, esperamos que EE.UU. se enfrente a aranceles efectivos cercanos al 14%, con riesgos al alza si se aplica un arancel general del 15%-20%”, añaden.
Según Thomas Hempell, responsable de análisis macro y de mercados de Generali AM (parte de Generali Investments), las nuevas amenazas son en parte tácticas de negociación y un intento de mostrar resolución tras posponer de nuevo los plazos. Al menos para algunos países, el endurecimiento de los aranceles podría entrar en vigor en agosto, con especial riesgo para los países emergentes con superávit comercial. Sin embargo, es posible que las principales economías, como la UE, lleguen a un acuerdo a tiempo, ayudadas también por la preocupación de EE.UU. ante las graves consecuencias de la estanflación. El impacto de los aranceles ya impuestos pronto empezará a notarse en los precios estadounidenses (gráfico de la derecha).
Reflexiones sobre la UE
En el caso de la Unión Europea, los expertos de Edmond de Rothschild AM apuntan que las conversaciones continúan mientras los países europeos buscan concesiones en sectores económicos clave. “Cualquier acuerdo sería una buena señal para la economía y se evitarían mayores riesgos de inflación si Europa decidiera no tomar represalias. En ese caso, el BCE podría proceder a una última bajada de tipos. Sin embargo, podría haber un impacto duradero en la inflación estadounidense si la incertidumbre comercial se prolongara hasta 2026. La falta de visibilidad sobre la guerra comercial y sus consecuencias podría dejar a la Fed en una situación de bloqueo en materia de recortes de tipos”, explican.
Desde Barclays reconocen que hay una frase que les ha llamado la atención en la carta de Trump a la UE que podría sugerir lo que Trump está buscando en las negociaciones con la UE y la deficiencia del acuerdo que se está considerando, probablemente en referencia a los productos agrícolas. “La Unión Europea permitirá un acceso completo y abierto al mercado de Estados Unidos, sin que se nos aplique ningún arancel, en un intento de reducir el gran déficit comercial”, indicaba la misiva.
“Consideramos destacable que la tarifa del 30 , aunque inferior al ultimátum de Trump de imponer un arancel del 50% a las importaciones de bienes de la UE a finales de mayo, es superior a la tasa original del 20% anunciada el 2 de abril, mientras que las tasas arancelarias en las cartas enviadas a la mayoría de los países la semana pasada en gran medida siguieron los niveles del Día de la Liberación”, señalan los expertos de la entidad.
En su último informe, Barclays reconoce que, de cara al futuro, esperan que las negociaciones entre EE.UU. y la UE continúen durante las próximas tres semanas y no descartan la posibilidad de que se llegue a un acuerdo provisional antes del 1 de agosto. “Creemos que las tasas arancelarias probablemente aumentarán de forma intermitente en las próximas semanas y meses. El presidente Trump dijo la semana pasada que estaba preparando aranceles generales del 15 al 20%, lo cual nos sugiere que es más probable que el arancel sobre la UE aumente desde el 10%, aunque se quede por debajo del 30 %. También esperamos que se anuncien más aranceles sectoriales, que podrían cubrir la mayoría de las exportaciones de la UE hacia EE.UU.”, concluyen.
El caso de Brasil
Para los expertos de Edmond de Rothschild AM, la iniciativa del presidente estadounidense parece tener también un matiz político: los países alineados con las políticas de los BRICS podrían sufrir un recargo del 10% y Brasil, por su trato al expresidente Jair Bolsonaro, podría ver aumentados sus aranceles del 10% al 50%.
Brasil tiene un modesto déficit comercial con EE.UU., por lo que las consecuencias no son obviamente ominosas para Brasil. El país exporta sobre todo materias primas a EE.UU. (por ejemplo, combustibles minerales y aceites, hierro y acero, productos agrícolas), y esas mercancías pueden encontrar fácilmente compradores alternativos que no impongan aranceles (o los impongan más bajos).
“El problema es más bien la composición de las importaciones (por ejemplo, maquinaria, semiconductores, automóviles y camiones, productos químicos y farmacéuticos) que son más difíciles de sustituir, lo que puede afectar al crecimiento económico y a la inflación quizá más que a la balanza de pagos. Es importante recordar que los EE.UU. son el mayor inversor extranjero en Brasil, con más de 280.000 millones de dólares de inversiones extranjeras directas concentradas en finanzas y seguros, productos químicos e información”, afirma Thierry Larose, gestor de Vontobel.
Según destaca Larose, para los inversores extranjeros en activos brasileños, es probable que los próximos días sean turbulentos, y podría producirse una significativa liquidación de posiciones largas en el real brasileño, así como en bonos y acciones nacionales. “Como inversores a largo plazo, creemos que en última instancia prevalecerá el pragmatismo, y cualquier venta importante podría presentar oportunidades para acumular activos brasileños a valoraciones atractivas. Sin embargo, a corto plazo, se espera que persista la volatilidad, ya que ambas partes tienen actualmente escasos incentivos para rebajar las tensiones”, concluye.