Una vez superado el ecuador del año, es el momento de hacer balance sobre la situación económica de China. El PIB del país creció un 5,3% en el primer semestre, en comparación con el mismo periodo de 2024, lo cual se ajusta al objetivo del gobierno. El déficit se situó en el 4% del PIB, máximo en treinta años, lo que parece confirmar la voluntad del gobierno de apoyar el ciclo económico con políticas industriales decididas.
Pekín también anunció un superávit comercial récord de unos 586.000 millones de dólares, con un crecimiento de las exportaciones del 5,8% interanual en junio, que rebasó las estimaciones de los analistas. A pesar de que los aranceles se sitúan actualmente en el 55%, el superávit de China con Estados Unidos aumentó hasta 114.770 millones de dólares a junio, frente a los 98.940 millones de dólares de un año antes, superando una vez más las expectativas del mercado. “Este es un claro indicador de la resistencia de las empresas chinas: la dislocación es un proceso a largo plazo y, en muchos sectores tecnológicos, la dependencia mundial de China sigue siendo estructural”, apunta Carlo Gioja, gestor de cartera y director de Desarrollo de Negocio en Asia de Plenisfer Investments -parte de Generali Investments-, en su balance de mitad de año de la economía china.
Sin embargo, para comprender la verdadera trayectoria del país y el alcance de la evolución en curso, el experto ve “crucial” mirar más allá de las cifras, ya que detrás de los números “es donde emerge un nuevo paradigma chino”. Ahora más que nunca, según Gioja, entender la transformación de China exige “observar simultáneamente sus contradicciones”: la crisis del sector inmobiliario y el crecimiento de la alta tecnología; la aparente debilidad del consumo y la afirmación de modelos empresariales innovadores; las tensiones geopolíticas y la fuerza disruptiva de los principales sectores industriales y, finalmente, la crisis fiscal de los gobiernos locales y las ambiciones de crecimiento impulsado por la innovación.
El experto, en este escenario, ve oportunidades selectivas en la renta variable del país. Recuerda que el Gobierno chino ha reforzado su compromiso de apoyar el mercado nacional de renta variable obligando a los grandes inversores institucionales a aumentar su asignación a las cotizadas del mercado de renta variable onshore -el de las bolsas de Shanghái y Shenzhen, denominadas en yuanes (RMB) y que son tradicionalmente reservadas a inversores locales y un número reducido de institucionales- en un 10% anual durante tres años. Además, las compañías de seguros deben destinar el 30% de las nuevas primas a este fin.
“El Gobierno y el Partido en China siguen adoptando algunos elementos de la economía planificada, pero al mismo tiempo apoyan la competencia de mercado y creen en la innovación como palanca para aumentar la productividad”, asegura Gioja, que opina que el éxito de este planteamiento depende en gran medida de la capacidad de Pekín para gestionar el equilibrio entre el control central y la iniciativa local.
Incluso con los aranceles estadounidenses, muchos sectores en los que China domina en términos de coste y escala -baterías, componentes electrónicos, maquinaria, calzado, paneles solares- siguen siendo competitivos incluso con mayores barreras de entrada.
A pesar de ello, “el capital internacional sigue siendo predominantemente especulativo: incluso tras el «efecto DeepSeek» de principios de año, los inversores a largo plazo aún no han regresado con fuerza”. El experto de Plenisfer apunta que en mercado dominado por participantes especulativos tiende a ser más volátil y menos eficiente a la hora de evaluar el potencial de las mejores empresas. Por ello, cree que las valoraciones actuales ofrecen en algunos casos buenas oportunidades para participar en futuras revalorizaciones.
“China puede parecer un enigma polifacético, difícil de comprender de un solo vistazo. Sin embargo, es precisamente en la complejidad de sus ecosistemas manufactureros, tecnológicos y culturales donde residen las oportunidades selectivas para el inversor paciente y bien informado”, concluye.
Algo más optimista es Nicholas Yeo, responsable de renta variable China en Aberdeen Investments, que sigue observando un mejor entorno para su enfoque fundamental en el mercado de renta variable chino, lo que le da confianza para el resto del año.
Yeo apunta, además, que el mercado de acciones onshore “está jugando un papel cada vez más relevante en la sociedad china” y que las reformas y el apoyo de la política a los mercados continúan. “El mercado es un mecanismo importante para canalizar capital hacia sectores ligados a la innovación”, recuerda, para adelantar que sigue observando un número creciente de oportunidades en el espacio de acciones clase A.
En este panorama, mantiene un sesgo positivo tras el giro de política a finales del año pasado: la presión externa puede llevar a un mayor enfoque en estímulos domésticos, clave para revertir la economía. “Políticas recientes como la lucha contra la “involución” sugieren que las autoridades están tomando medidas para proteger la economía”, asegura.
“Hay abundante liquidez en el sistema, con depósitos bancarios equivalentes a la capitalización del mercado de acciones chinas de clase A. Con tipos de interés bajos, los inversores minoristas buscarán activos de mayor rendimiento, y el mercado bursátil es el destino principal para este dinero dado el estado actual del inmobiliario”, asegura Yeo.
De esta forma, cree que el mercado de acciones chinas clase A está “al borde de un rendimiento sostenido” debido, además, por un posible debilitamiento del dólar estadounidense y unas valoraciones atractivas, no solo frente al mercado americano sino también frente a otros emergentes. “A pesar de alcanzar nuevos máximos, la valoración del mercado de acciones chinas clase A sigue por debajo de su promedio de cinco años”, asegura.
Mientras, Vivek Bhutoria, gestor de carteras de Renta Variable de Mercados Emergentes Globales en Federated Hermes Limited, es partidario de poner en contexto las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China: las exportaciones a Estados Unidos representan menos del 3% del PIB de China y los productos de consumo y la electrónica constituyen la mayoría de estas exportaciones. “No obstante, es probable que los aranceles punitivos afecten negativamente a las exportaciones chinas. Sin embargo, también aumentarán los costes para los importadores estadounidenses -y potencialmente para los consumidores -”, argumenta.
Si los aranceles persisten, se espera que los principales países y regiones de mercados emergentes -en particular China, India y el Sudeste Asiático- sigan creciendo entre un 4% y un 6% anual, frente a un crecimiento del PIB global de 50 a 100 puntos básicos, respaldados por reformas estructurales y estímulos fiscales. “China mantiene la capacidad fiscal para estimular el crecimiento y absorber el exceso de capacidad derivado de la reducción de exportaciones si los aranceles de Estados Unidos fueran punitivos”, justifica Bhutoria.
El experto admite que siempre han visto a China con una mirada de largo plazo, de tal manera, que “la falta de interés inversor en China en los últimos años nos ha presentado puntos de entrada atractivos para invertir en empresas de alta calidad que cotizan con importantes descuentos respecto a su valor intrínseco”. En este punto, cree que el mercado ha descontado “en exceso” los riesgos en relación con la renta variable china y que, incluso si el presidente Donald Trump impone aranceles punitivos, “China tiene la capacidad de crecer hasta alcanzar la prosperidad”, por lo que sigue siendo positivo sobre China.