“América Latina entra a 2026 navegando una compleja mezcla de recalibración política que podría moldear la confianza de los inversionistas a lo largo de la región”. Ese es el diagnóstico de un equipo de profesionales del área de Research de J.P. Morgan, que en un informe reciente describió el cambio de signo que está viviendo la región y los desafíos que enfrentan las principales economías del vecindario.
Según dijo el banco de inversiones estadounidense, los ciclos electorales latinoamericanos están redefiniendo las prioridades de la esfera política, en medio de un contexto de limitado espacio fiscal en la mayoría de los países. “Si bien los mercados están premiando selectivamente a los gobiernos que muestren predictibilidad y reformas estructurales, los puntos de estrés institucionales de la región siguen enmarcan las perspectivas macroeconómicas”, agregó.
Tres de las principales economías de la región van a tener elecciones presidenciales y legislativas el próximo año –Perú, Colombia y Brasil–, lo que deja a la política al centro de las miradas de los inversionistas.
Perú elige un nuevo presidente
Dos de las principales economías andinas y el peso pesado del vecindario tendrán comicios el próximo año. La primera es Perú, que acudirá a las urnas en abril y este año vivió la salida de una presidenta más: Dina Boluarte. Después de un controversial mandato –que inició con la destitución de su predecesor, Pedro Castillo, en 2022.
En ese sentido, para J.P. Morgan, el cierre de este año ha estado definido por “la misma contradicción que ha marcado la política de Perú por la mayoría de la década pasada: estabilidad macroeconómica y fragilidad institucional”. El banco de inversiones destacó que la salida de Boluarte no ha tenido un mayor efecto en la actividad económica, con un crecimiento que sigue cerca de 3%, una inflación anclada en niveles relativamente bajos y credibilidad en el frente monetario.
Eso sí, el reporte resalta que hay un deterioro en las perspectivas fiscales. “Una serie de iniciativas enfocadas en el gasto en el Congreso amenazan con expandir el déficit a 5% del PIB”, indicó la firma, agregando que, más que una crisis inmediata, el peligro está en una erosión gradual de la prima por riesgo. “Los inversionistas todavía ven a Perú como una historia macro confiable, pero una crecientemente vulnerable a la deriva del gobierno”, indicaron desde la firma, recalcando que el desafío para el próximo año es recuperar la disciplina fiscal.
El debate fiscal de Colombia
En el caso colombiano –cuya primera vuelta se celebrará en mayo de 2026–, J.P. Morgan destacó que el país andino se encamina a los comicios con una política fiscal pro-cíclica, niveles de deuda al alza y expectativas de inflación creciendo. Esta combinación, indicaron desde la compañía, “dejan al país más sensible a la volatilidad financiera global que en ciclos anteriores”.
Con la deuda pública superando el 60% del PIB y un contexto fiscal que sigue bajo presión, el debate político se ha convertido en un contraste entre los planes de consolidación fiscal y la expansión del gasto social. En este contexto, la preocupación no va tanto por una inestabilidad inmediata, sino la posibilidad de un “deslice fiscal gradual en un año electoral”.
“Los inversionistas están buscando señales de continuidad de políticas de los candidatos principales”, acotó J.P. Morgan.
Brasil se centra en la seguridad
En el conteo a las elecciones generales que celebrará Brasil en octubre de 2026, la dinámica política cambió luego de una cruenta operación policial en Rio de Janeiro, iniciada a fines de octubre de este año, en un momento de alta tensión para la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva. “Las encuestas recientes muestran que la aprobación del presidente Lula han revertido parcialmente las ganancias que consiguió entre el segundo y el tercer trimestre, mientras que el apoyo a los potenciales candidatos de centroderecha ha aumentado”, destacó la firma en su reporte.
La seguridad pública y el crimen siguen al centro del debate público, acotaron, considerado como muchos como uno de los problemas más urgentes del país. Eso sí, recalcaron, todavía es incierto si este foco en la seguridad dominará las campañas o si dará forma al resultado de los comicios.
De todos modos, avanzando hacia la elección de octubre, la expectativa de J.P. Morgan es que el tema mantenga su prominencia en la discusión pública. Probablemente, señalaron, va a eclipsar las discusiones de otros desafíos estructurales de la economía brasileña, como la falta de progreso en reformas de oferta que podrían impulsar la productividad y requerirían una acción coordinada de distintos actores de las ramas del gobierno.



