En un contexto marcado por la volatilidad de los mercados, la incertidumbre geopolítica y los constantes cambios regulatorios, la inversión responsable sigue siendo un pilar fundamental para quienes buscan rentabilidad sostenible a largo plazo. En opinión de Alexandre Davis, Investment Director en Wellington Management, la ISR sigue siendo sinónimo de visión a largo plazo y oportunidades de inversión estructurales. Sobre ello hemos hablado en nuestra última entrevista.
¿Qué ha pasado con la inversión sostenible y responsable? ¿Se ha dejado en un segundo plano?
Para mí, invertir de forma responsable significa centrarse en la creación de valor a largo plazo, lo que implica entender no solo los ingresos y productos de una empresa, sino también sus cadenas de suministro. Esto va más allá de las disrupciones a corto plazo y tiene en cuenta cambios estructurales, como el auge del proteccionismo desde la pandemia de la COVID o decisiones políticas anteriores. Por ejemplo, invertimos en una empresa del sector de ciencias de la vida que, ya en 2017, decidió trasladar su producción fuera de China ante el aumento de las tensiones entre China y Estados Unidos, que desde entonces no han hecho más que intensificarse. Este tipo de gestión de riesgos con visión de futuro está en el centro de nuestros esfuerzos de engagement. Dedicamos mucho tiempo a dialogar con las compañías para ayudarles a estar lo mejor posicionadas posible para lograr el éxito a largo plazo y ser resilientes ante la evolución del contexto global.
Dado el contexto actual, ¿qué elementos o factores podrían actuar como catalizadores para que los inversores vuelvan a colocar la inversión responsable en lo más alto de su lista de prioridades?
En última instancia, los inversores se centran —con razón— en la rentabilidad, ya que es la principal referencia para evaluar el éxito de una inversión. Aunque el entorno ha sido más exigente a corto plazo para quienes aplicamos criterios de inversión responsable —debido a un comportamiento de mercado muy concentrado—, seguimos viendo oportunidades a largo plazo, especialmente a medida que el mercado se amplía. Las compañías con una orientación estratégica de largo plazo y que buscan maximizar la eficiencia en el uso de sus recursos deberían estar en mejor posición que aquellas que no lo hacen. Los fundamentales, la generación de beneficios y la capacidad de generar alfa para nuestros clientes son elementos clave para seguir demostrando la relevancia de la inversión responsable en el contexto actual.
¿Cómo pueden alinearse las carteras de renta variable sostenible con las condiciones macroeconómicas actuales?
Cada día surgen nuevos titulares sobre aranceles, regulación, geopolítica, conflictos, cambio climático o inteligencia artificial. El ritmo de cambio es constante, lo que obliga a los equipos directivos y a los consejos de administración a garantizar que sus compañías puedan adaptarse y evolucionar para seguir siendo competitivas. Mientras tanto, las características que, en nuestra opinión, aumentan las probabilidades de éxito a largo plazo siguen siendo las mismas: una ventaja competitiva sostenible (moat), un balance sólido, liderazgo de calidad, un consejo empoderado, una visión orientada a los stakeholders y una asignación de capital disciplinada que proteja y potencie el valor a lo largo del tiempo. Estas son las cualidades que buscamos —y el estándar que seguimos exigiendo— en todas las compañías de la cartera. Cuando un liderazgo sólido reinvierte con criterio y con una visión de largo plazo, se activa lo que llamamos el stewardship flywheel: un círculo virtuoso de creación de valor en el que los líderes asignan capital para sostener y mejorar la rentabilidad futura.
Estamos acostumbrados a hablar de inversión responsable, pero ¿qué aporta realmente el enfoque de stewardship que promueve el gestor del fondo?
Nuestro enfoque se basa en tres pilares fundamentales: visión a largo plazo, construcción de carteras núcleo y diálogo activo con las compañías en las que invertimos. Invertimos con un horizonte superior a los 10 años, en contraste con el periodo medio de tenencia en el mercado, que ronda los 10 meses 1 . Este horizonte nos permite acompañar a las compañías en el desarrollo de su estrategia a largo plazo y en la creación de valor sostenible. La cartera está diseñada para capturar riesgo y rentabilidad específicos de cada valor, evitando el sesgo habitual hacia growth o tecnología que se observa en muchas estrategias sostenibles. Además, mantenemos un diálogo activo con las compañías en las que invertimos, especialmente con sus consejos de administración, que a menudo pasan desapercibidos a pesar de su papel clave en la gobernanza, la sucesión y la estrategia a largo plazo. Esta implicación directa y práctica refleja nuestra responsabilidad fiduciaria y nuestro compromiso con la creación de valor sostenible a largo plazo.
Según su experiencia, ¿cómo ha evolucionado el concepto y el enfoque de stewardship en la industria de fondos?
Cuando lanzamos esta estrategia, detectamos una demanda clara de una propuesta de inversión responsable capaz de generar rentabilidad a largo plazo sin depender de factores growth ni mostrar una concentración excesiva en tecnología. Creemos que invertir con una perspectiva de largo plazo requiere una gestión equilibrada del riesgo sectorial y geográfico, permitiendo que la rentabilidad venga impulsada por la selección de valores. Esta filosofía, basada en una construcción de cartera rigurosa, una gestión activa y la administración corporativa responsable (stewardship), ha tenido muy buena acogida entre los clientes. La estrategia actúa como una asignación núcleo estable, sobre la que se pueden construir exposiciones más tácticas por estilo o sector, aportando tanto resiliencia como flexibilidad.
¿Cómo puede un enfoque activo del stewardship revelar oportunidades? ¿Es más útil en tiempos de incertidumbre?
Creemos que el stewardship no puede ser pasivo. Realizamos más de 130 interacciones al año con las compañías en las que invertimos, aprovechando el tiempo con los equipos directivos y los consejos de administración para centrarnos en su estrategia a largo plazo. Invertimos en negocios con balances sólidos y generación de caja consistente, lo que les permite ser más resilientes ante disrupciones a corto plazo como cambios en aranceles, incertidumbre regulatoria o giros en política económica. Estas interacciones nos permiten evaluar la calidad del liderazgo, la toma de decisiones y la dirección estratégica. En periodos de volatilidad, la visión y anticipación del consejo son fundamentales para lograr mejores resultados. A través del diálogo activo, analizamos estas fortalezas, al tiempo que buscamos en los CEOs y sus equipos señales claras de ejecución y una base de talento sólida que garantice continuidad en momentos de crisis.
Para concluir, ¿podría mencionar tres formas en las que los factores ESG pueden mejorar las carteras de cara a la segunda mitad del año?
Creemos que nuestro enfoque está especialmente bien adaptado al entorno actual. En primer lugar, contribuye a reducir la volatilidad al centrarse en compañías con un liderazgo sólido, capaces de desenvolverse en contextos políticos y económicos complejos y cambiantes. En segundo lugar, se trata de una estrategia núcleo que diversifica el riesgo mediante la selección de compañías de alta calidad en distintos sectores y regiones. En tercer lugar, nuestro enfoque a largo plazo evita los errores asociados a decisiones cortoplacistas —como la excesiva dependencia de determinadas cadenas de suministro— que pueden derivar en disrupciones futuras. Consideramos que las compañías que gestionan estos riesgos de forma proactiva están mejor posicionadas para ofrecer rentabilidades sostenibles. Esta estrategia disciplinada y con visión de futuro permite a los inversores mantenerse enfocados y alineados con sus objetivos a largo plazo.