Algunos inversores consideran que los ETFs deberían tener un mejor rendimiento que los fondos indexados. Sin embargo, esto no siempre es así. Según destacan desde Hargreaves Lansdown, la inversión pasiva se ha vuelto cada vez más popular, pero las diferencias entre los ETFs y los fondos indexados a menudo se pasan por alto.
“Ha habido un gran giro hacia la inversión pasiva en los últimos años, con una clara dominancia de los flujos hacia este tipo de inversiones. En 2024, los fondos pasivos domiciliados en Europa registraron entradas netas por 307.600 millones de euros, un nuevo récord histórico, frente a los €50.500 millones que captaron los fondos activos. Así que no es de extrañar que los ETFs y los fondos indexados se enfrenten entre sí”, comenta Danielle Farley, analista de inversión pasiva en Hargreaves Lansdown.
Desde la industria destacan que las ventajas que presenta la estructura de los ETFs son relevantes para los inversores. Por ejemplo, su negociación intradía les dota de una gran flexibilidad y permite a los inversores reaccionar con mayor rapidez. “Esto puede ser útil para quienes toman decisiones de inversión a corto plazo o aceptan más riesgo”, apuntan desde Hargreaves Lansdown. Además, publican diariamente sus posiciones, lo que es un ejercicio de transparencia que puede atraer a inversores más activos o preocupados por el control en el corto plazo.
“A nivel fiscal son eficientes. Los ETFs utilizan intercambios en especie (in-kind transfers), que consisten en intercambiar valores por participaciones del ETF en lugar de efectivo. Esto reduce la carga fiscal y los costes, por lo que suelen tener comisiones de gestión más bajas que los fondos indexados. Sin embargo, sí implican costes de compraventa, por lo que hay que tener en cuenta el coste total de propiedad”, añaden.
Ahora bien, desde Hargreaves Lansdown recuerdan que invertir en fondos indexados también tienen ventanas. “Tienen una valoración única diaria, lo que se adapta bien a los inversores que buscan una estrategia a largo plazo. También menor transparencia, pero una mayor simplicidad, ya que, a diferencia de los ETFs, los fondos indexados no están obligados a publicar sus posiciones diariamente. Pero no todos los inversores necesitan ese nivel de detalle y pueden preferir la simplicidad”, señalan. Por último, añaden que los fondos indexados normalmente evitan los costes de compraventa, como comisiones y spreads, lo que implica menos factores a considerar frente a los ETFs.
La batalla de los replicadores
“En teoría, los ETFs deberían ofrecer un mejor rendimiento que los fondos indexados equivalentes gracias a su eficiencia fiscal y comisiones más bajas. En la práctica, sin embargo, entran en juego muchos otros factores que pueden influir en el rendimiento. Además, distintos gestores emplean diferentes técnicas para reducir costes y acercar el comportamiento del fondo al índice de referencia”, afirman desde Hargreaves Lansdown.
Desde la industria tienen claro que la elección entre ETFs y fondos indexados depende de las preferencias del inversor. Según su experiencia, los más activos pueden decantarse por los ETFs, pero las decisiones a corto plazo implican un mayor riesgo. En cambio, consideran que para los inversores a largo plazo, los fondos indexados pueden ser una opción adecuada como núcleo de la cartera.