El próximo 22 de diciembre, Loterías y Apuestas del Estado celebra el sorteo de la lotería de Navidad, con un total de 2.772 millones de euros en juego, 70 más que en 2024, poniendo a la venta 198 millones de décimos. Según la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), se prevé que en 2025 el gasto medio por español supere la cantidad del año pasado, con una media de 76,08 euros por persona.
En caso de resultar agraciado con un premio, surgen dudas habituales sobre cómo sacar el máximo partido al dinero recibido: qué impuestos habrá que pagar; si conviene invertir, amortizar hipoteca, ayudar a un familiar o cómo rentabilizar el importe para evitar la pérdida de poder adquisitivo con el paso del tiempo.
Recibir una gran cantidad de dinero de forma inesperada suele generar euforia y, en ocasiones, esta puede llevar a tomar decisiones poco meditadas y emocionales. Esto se debe a que no se valora igual el dinero fruto del esfuerzo o del trabajo propio que aquel que procede de un premio o de una herencia.
Lo primero es mantener la calma e iniciar un periodo de reflexión sobre los objetivos vitales y metas: ¿qué se quiere alcanzar realmente con ese dinero? Es muy importante que el afortunado se acostumbre a la nueva situación patrimonial y a vivir con ese dinero extra que le ha llegado, ya que las cifras reflejan que, en algunos casos, ganar la Lotería de Navidad puede volverse en contra si no se administra el dinero -un estudio de la asociación European Financial Planning Association (EFPA) pone de manifiesto que el 70% de los premiados con la Lotería de Navidad tiene mucho menos dinero cinco años después de haber ganado el premio-. El propósito de dejar pasar un tiempo es evitar decisiones precipitadas, puesto que en estos casos es habitual dejarse llevar por las emociones, darse un capricho o incluso acabar realizando una mala inversión.
Este ejercicio de planificación financiera y personal permite también pensar a largo plazo, proyectar qué necesidades o preocupaciones pueden surgir con el tiempo y contextualizar el dinero de la lotería en esos planes, ya sean personales, familiares o profesionales. Conviene recordar que la ley establece un plazo máximo de tres meses para cobrar el décimo.
Con el fin de evitar decisiones financieras o de inversión inadecuadas y lograr que el premiado pueda sacar el máximo partido posible al dinero recibido, desde el equipo de Asesoramiento patrimonial de Abante se ha elaborado este documento con los aspectos más relevantes que deben tenerse en cuenta.
La fiscalidad del premio
Una de las dudas más recurrentes suele ser la fiscalidad del premio. Hacienda siempre se queda una parte de este, pero solo si supera los 40.000 euros. El porcentaje por el que hay que tributar es del 20%. Por lo tanto, si toca un décimo de ‘El Gordo’, 400.000 euros, se tributará por 360.000 euros a un tipo del 20%. Con esto, Hacienda se quedará 72.000 euros y el premiado, 328.000 euros.
El segundo premio son 125.000 euros por décimo, de los cuales Hacienda se quedará 17.000. Y, el tercero, de 50.000 euros al décimo ganador, tendrá que pagar 2.000 euros en impuestos. Los cuartos y quintos premios, que reparten 20.000 y 6.000 euros al décimo, respectivamente, están exentos.
Además, hay otros aspectos que conviene tener en cuenta al pensar en las repercusiones fiscales de la lotería porque serán un gasto más que hará que la cuantía neta a ingresar se reduzca. Esto ocurre con el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Si se quiere donar parte del premio a un familiar hay que tener presente que, si no se puede demostrar que el boleto es compartido, hay que tributar en algunas comunidades autónomas.
Invertir para rentabilizar el dinero del premio
Una vez establecidos los objetivos vitales y entendida la fiscalidad del premio, llega el momento de analizar cómo encaja esta nueva cantidad dentro del patrimonio global. Para ello, un asesor financiero analizará la situación financiera y patrimonial del premiado para determinar el punto de partida y valorar si el importe recibido es suficiente para cumplir los objetivos o si existe un déficit que deba cubrirse. En este análisis se tendrán en cuenta factores como la situación financiera actual, la capacidad de ahorro, los ingresos futuros, las deudas, la edad prevista de jubilación, la situación familiar, el incremento de la esperanza de vida o la aversión al riesgo. Con este ejercicio se podrá estimar si es necesario acudir a los mercados financieros y qué rentabilidad sería necesaria para alcanzar las metas planteadas.
A este diagnóstico se suma un hecho relevante: es habitual mantener el dinero inmóvil en cuentas corrientes. Las cifras muestran que, por lo general, existe un perfil conservador en materia de ahorro e inversión. Sin embargo, además de aspectos técnicos como la fiscalidad, es imprescindible tener en cuenta la inflación. No invertir el dinero del premio implica que, con el paso de los años, este irá perdiendo poder adquisitivo. Por ejemplo, 328.000 euros hoy equivaldrían a unos 220.734 euros (actuales) dentro de 20 años si no se invierten y teniendo en cuenta el objetivo de inflación del BCE del 2% anual.
Para evitar esta pérdida de valor, el primer paso es determinar el objetivo financiero -la diferencia entre el patrimonio disponible y el necesario para cumplir los objetivos vitales-. Esa brecha es la que determina qué nivel de riesgo puede asumirse y qué tipo de cartera o activo financiero resulta más adecuado según cada situación particular, teniendo en cuenta la parte personal, financiera, patrimonial y fiscal.
En este contexto, es fundamental profesionalizar las decisiones de inversión: definir qué porcentaje del premio conviene invertir, qué nivel de riesgo es adecuado y en qué tipo de activos se debe tomar exposición. Esta decisión depende del horizonte temporal, las necesidades de liquidez, el perfil de riesgo y los objetivos financieros. Un asesor financiero ayudará a diseñar una estrategia adecuada y a construir una cartera equilibrada entre los tres bolsillos patrimoniales: el financiero, el inmobiliario y el empresarial.
El bolsillo financiero es el más líquido, dinámico y versátil, y suele acompañar al inversor a lo largo de toda la vida financiera, desde la fase de acumulación hasta el momento en el que se buscan rentas sostenibles para mantener el nivel de vida. Suele estar formado principalmente por fondos de inversión y planes de pensiones, instrumentos que permiten gestionar el ahorro con una visión global y de largo plazo. En este ámbito, es fundamental contar con carteras diversificadas por zonas geográficas, sectores y tipos de activos. Además, si se cuenta con un gran horizonte temporal de inversión, se puede asumir más riesgo con la inversión, lo que hará que el capital final sea mucho mayor. Por ejemplo, si se quiere superar a la inflación en 2 puntos (es decir, conseguir una rentabilidad anual media del 4%), habría que invertir en una cartera con el 50% de la inversión en renta variable.
El bolsillo inmobiliario, en su mayor parte, incluye los inmuebles destinados al uso y disfrute, así como -en algunos casos- aquellos que generan rentas. Acceder al inmobiliario mediante la compra directa de inmuebles es lo más habitual en España -el 77% de los españoles tienen al menos una vivienda en propiedad y el 17% de los propietarios tiene dos-. Cuando se incorporan activos orientados a generar ingresos, conviene hacerlo con criterios de diversificación por uso, localización y origen de las rentas y teniendo en cuenta que se puede invertir en inmobiliario a través de fondos de inversión o socimis, es decir, a través del inmobiliario cotizado.
El bolsillo empresarial abarca los negocios propios o la participación en proyectos empresariales a través de inversiones en compañías no cotizadas. Las inversiones alternativas -como el capital privado, las infraestructuras o la deuda privada- pueden desempeñar un papel relevante en este ámbito, ya que permiten diversificar más allá del mundo cotizado y construir carteras con visión de largo plazo. Su integración debe hacerse con coherencia respecto al patrimonio global y teniendo en cuenta factores como la iliquidez, el horizonte temporal y el límite recomendado para este tipo de activos dentro del patrimonio financiero.
Amortizar la hipoteca
Al margen de la inversión, muchos premiados con la lotería suelen utilizar el dinero del premio para amortizar anticipadamente la hipoteca. La decisión de amortizar no tiene por qué ser la más adecuada. Siempre hay que hacer un análisis de la situación particular para ver si la rentabilidad que podemos obtener por una inversión es mayor que el coste de financiación porque, en ese caso, no interesaría amortizar y convendría más invertir ese dinero. También, hay que tener en cuenta que, si la vivienda habitual se compró antes de 2013, existe una ventaja fiscal en el IRPF (la ley permite deducirse cada año un 15% de una cuota máxima de 9.040 euros) que puede que no interese perder.
Por ese motivo, siempre es conveniente poner todas las finanzas en perspectiva para evaluar qué opciones son las más adecuadas para cada persona, tanto desde el punto de vista financiero como fiscal, y siempre teniendo en cuenta los objetivos personales.



