Los analistas de Citi acaban de publicar un extenso informe sobre los stablecoins que incluye datos y previsiones de aquí a 2030. Estos activos digitales, diseñados para mantener un valor estable en relación con una moneda fiduciaria, se han convertido en un sistema de pago en auge: en 2025 la oferta de stablecoins pasó de unos 200.000 millones a unos 280.000 millones de dólares.
Las cifras y las previsiones de Citi
Citigroup revisó al alza sus proyecciones para 2030: estima que la emisión de stablecoins podría llegar a 1,9 billones de dólares en el caso base, y hasta 4,0 billones en un escenario optimista. Este ajuste responde al crecimiento observado en los últimos meses, nuevas iniciativas y un ecosistema más activo.
Una conclusión clave de su informe es que no habrá “un único formato” digital dominante: stablecoins, depósitos tokenizados, tokens de depósito, monedas digitales de bancos centrales (CBDC) y otros formatos convivirán y cubrirán distintos nichos según sus atributos (confianza, interoperabilidad, regulación, privacidad). Los “bank tokens” (depósitos tokenizados o formatos híbridos) son vistos con especial atención porque combinan familiaridad con beneficios de la tecnología blockchain.
En cuanto a los “bank tokens”, Citi estima que, dado que ya gran parte de la infraestructura financiera existe, si tan solo un 1% del volumen de pagos global se canaliza mediante estos tokens, estamos hablando de decenas de billones de dólares en flujo. Se considera probable que esos formatos compitan o incluso superen en volumen a las stablecoins convencionales para el año 2030.
La adopción institucional genera interés
En los últimos años, la adopción de stablecoins por parte de inversores institucionales ha crecido con fuerza y se ha consolidado como una tendencia clave en la evolución del sistema financiero digital.
Según el informe State of Stablecoins 2025 de Fireblocks, el 90% de las instituciones financieras encuestadas ya utilizan o están en proceso de integrar stablecoins en sus operaciones. Dentro de este grupo, aproximadamente la mitad ya las emplea de forma activa para pagos, mientras que el resto se encuentra en fase piloto o de planificación.
En particular, los bancos son los que más han avanzado en este frente: el 58% los usa para pagos transfronterizos, un campo en el que las ventajas de liquidez inmediata, bajos costos y disponibilidad 24/7 son especialmente relevantes.
Proyecciones de mercado estiman que, hacia 2028, la capitalización total de stablecoins podría ascender a unos 1,2 billones de dólares, impulsada tanto por la mejora del marco regulatorio como por la creciente participación de actores institucionales. En América Latina, la primera mitad de 2025 marcó una explosión de casos de adopción institucional, vinculados sobre todo a pagos internacionales, flujos de capital y operaciones de tesorería.
Las motivaciones que explican este interés son diversas. Para muchas instituciones, la eficiencia en pagos y liquidaciones es el motor principal: las stablecoins permiten superar fricciones del sistema bancario tradicional, agilizando las transferencias internacionales y reduciendo costos de intermediación. También se valoran como herramientas para una gestión más eficiente de la tesorería, al ofrecer liquidez digital con liquidación instantánea que ayuda a optimizar el capital de trabajo.
Por otra parte, en mercados emergentes con sistemas financieros menos desarrollados, las stablecoins funcionan como un puente hacia el sistema global, permitiendo a empresas e instituciones acceder a mercados internacionales de manera más rápida y económica. Finalmente, los avances regulatorios en distintas jurisdicciones han brindado mayor claridad y seguridad jurídica, lo que reduce el riesgo percibido y facilita la entrada de inversores institucionales.
Fiabilidad, respaldo y riesgos
Para que los stablecoins funcionen como una infraestructura financiera confiable, deben tener un respaldo seguro, transparente y robusto. En este sentido, Citigroup alude a la necesidad de que los emisores “mantengan reservas en activos seguros” (por ejemplo, efectivo o bonos del Tesoro) para apoyar el valor de los tokens. Además, espera que el marco regulatorio futuro exija obligaciones de reserva, auditorías frecuentes y mecanismos de supervisión que brinden confianza al mercado.
Una consecuencia importante de ello es que los emisores de stablecoins podrían transformarse en grandes compradores de bonos del Tesoro de EE.UU. para respaldar sus reservas.
Sin embargo, Citigroup no es ingenuo respecto de los riesgos. El informe advierte que eventos de depeg (cuando el valor de la stablecoin se desvía de su par fiat) constituyen una amenaza real. Aun los stablecoins respaldados por activos pueden experimentar presiones de liquidez, retiros masivos o crisis de confianza que tensionen sus reservas. Por ejemplo, Citigroup menciona que se han observado miles de eventos en los que stablecoins se distanciaron de su par de referencia en condiciones de estrés de mercado. En esos casos, la transparencia del respaldo, la capacidad de liquidación, y la solidez del mecanismo de arbitraje son claves para restablecer la paridad.
Otro punto que el informe subraya es la seguridad técnica y operativa: los sistemas que albergan stablecoins deben protegerse frente a fraudes, hackeos y fallos de confidencialidad. La infraestructura blockchain ofrece ventajas criptográficas (pruebas, inmutabilidad parcial, registros distribuidos), pero no garantiza inmunidad frente a ataques sofisticados, errores de contrato inteligente (smart contracts), vulnerabilidades en custodia o colusión interna.
Además, el informe alude a un dilema de gobernanza: si la transparencia a nivel de transacciones (trazabilidad de direcciones, auditorías públicas) conlleva demasiado escrutinio, podría chocar con preocupaciones de privacidad, especialmente para clientes institucionales o corporativos que no desean exponer toda su estructura financiera. Si las reglas de transparencia son demasiado rígidas, podrían disuadir la adopción por parte de grandes usuarios que valoran la confidencialidad.
*Definición: un stablecoin es un tipo de activo digital diseñado para mantener un valor estable en relación con una moneda fiduciaria —como el dólar, el euro o el peso— u otro activo de referencia, como el oro. A diferencia de criptomonedas volátiles como Bitcoin o Ether, los stablecoins buscan ofrecer una paridad casi constante mediante diferentes mecanismos: el más común es el respaldo con reservas equivalentes en efectivo o instrumentos financieros seguros (por ejemplo, bonos del Tesoro), aunque también existen modelos algorítmicos que ajustan la oferta en función de la demanda. Su objetivo principal es combinar la estabilidad de las monedas tradicionales con las ventajas tecnológicas de las blockchains, como la liquidez 24/7, la transparencia en las transacciones y la posibilidad de integrarse en sistemas financieros digitales y contratos inteligentes.