Un documento de trabajo de la CNMV bajo el título “Los mercados privados de capitales” viene a reflejar los efectos del incremento de la volatilidad e incertidumbre motivados por el aumento de aranceles anunciado por Estados Unidos el pasado 2 de abril. Pero también el papel de los organismos supervisores con respecto a la inversión en los mercados privados.
En este estudio, el organismo observa que los mercados de capital y deuda privados han experimentado un crecimiento “sostenido” especialmente importante desde finales de 2016 hasta 2022. Entre las razones que argumenta el organismo está el elevado nivel de capital disponible, que ha permitido financiar las etapas más maduras de las empresas sin necesidad de acudir a las salidas a bolsa y realizar operaciones de capital y deuda de mayor volumen, que, a su vez, han hecho posible financiar empresas de mayor tamaño.
La CNMV reconoce en el escrito que los mercados privados de capital y deuda se han convertido en herramientas “muy importantes y complementarias” de los mercados públicos para la financiación de empresas de pequeño tamaño o de sectores innovadores. Además, apunta que el crecimiento del crédito privado ha estado, en buena parte, sustentado por la retirada de los bancos de la financiación de las operaciones apalancadas “en respuesta a los cambios normativos tras la crisis de 2008 y el mayor consumo de capital de los préstamos a pymes”. Hasta tal punto, que el importante desarrollo de los mercados privados observado durante los últimos años “constituye algo más que un hecho coyuntural y excepcional”.
En ese crecimiento, el supervisor español ve frentes a los que atender: “Desde un punto de vista supervisor, los mercados privados deben ser objeto de un adecuado seguimiento por parte de las autoridades por su creciente importancia y por las interrelaciones con las empresas de la nueva economía, bancos y aseguradoras, mercados regulados e inversores minoristas”, asegura la CNMV en el informe.
Por ejemplo, en el área del crédito privado, empiezan a observarse de manera más frecuente interrelaciones y alianzas entre gestoras privadas y bancos y compañías de seguros, que permiten al crédito privado ocupar toda la cadena de valor crediticia desde la originación, sindicación y estructuración hasta la distribución. Además, cree que también deben evaluarse las cada vez más frecuentes interrelaciones entre los gestores de capital privado y las aseguradoras y “cómo podría impactar la adquisición de activos ilíquidos en los compromisos de las pensiones privadas”.
El organismo también considera que debe prestar atención a la protección al inversor minorista en relación con los mercados privados. En este ámbito, en la CNMV consideran que deben establecerse “cautelas” en la comercialización de instrumentos de capital y deuda privados “por sus especiales características de menor liquidez e información”, lo que dificulta sus valoraciones y podría suponer una potencial fuente de conflictos de intereses entre las gestoras y los diferentes inversores.
“El difícil entorno de captación de fondos está llevando a muchas gestoras a buscar a los inversores minoristas como diversificación por su gran margen de crecimiento, con planes para lanzar fondos híbridos con activos públicos y privados. Sin dudar de las potenciales ventajas de diversificación de la inversión de capital y deuda privados, se hace necesario un esfuerzo de educación financiera dirigido a los inversores minoristas, tradicionalmente al margen de este tipo de activos, para que comprendan las particularidades de esta modalidad de inversión y que les permita reconocer las ventajas que supone contar con nuevas alternativas de inversión en los mercados, pero también sus limitaciones”, argumenta el supervisor de los mercados españoles.
Este esfuerzo educativo resulta especial, según la CNMV, cuando parece que las empresas en crecimiento representan un atractivo para los inversores minoristas, como así demuestra su significativa participación en la negociación de BME Growth. “Las elevadas valoraciones observadas en las empresas más maduras pueden suponer un doble riesgo: por un lado, la entrada de minoristas a precios con muy poco recorrido y, por otro, el fracaso de las salidas a bolsa de estas compañías y el efecto contagio a otras OPVs ulteriores”, explica.