En un universo en el que más del 90% de las empresas no cotizan en bolsa, es inevitable mirar hacia las oportunidades que surgen para invertir en capital privado, un activo cada vez más popular y que ofrece rentabilidades atractivas, diversificación y estabilidad en momentos tan volátiles como el actual.
Para abordar estas cuestiones, un nuevo encuentro de los Foros ABC-Funds Society reunió en Madrid a Ramiro Iglesias, CEO y cofundador de la gestora digital Crescenta, nacida a finales de 2023, y a Enrique Tellado, ex CEO de EVO Banco, CEO de Intrum y con una gran experiencia trabajando en empresas invertidas por fondos de private equity, en un debate moderado por Alicia Miguel, redactora jefe de Funds Society.
En la mesa redonda “Aterrizando el private equity: una inversión con impacto en la economía real”, se habló también de la apertura de los mercados privados al inversor minorista, gracias a la legislación y facilitada por la digitalización, después de años en los que fueron un reducto exclusivo de los inversores institucionales.
Aterrizando el private equity
Iglesias comenzó su intervención explicando que la inversión en capital privado consiste en identificar compañías con gran potencial de revalorización que no cotizan en bolsa (estas últimas conocidas como “públicas” porque el público general puede comprar y vender sus acciones).
“El mercado privado financia compañías en diferentes fases. Pueden ser de nueva creación, como ocurre en el venture capital, o compañías que se crearon hace no mucho y que están en una fase de crecimiento muy acelerado y ahí juega un papel importante el private equity growth”, señaló. “Y luego hay compañías muy maduras que son líderes muchas veces de sus sectores, firmas que tienen mucho éxito en su mercado local y el private equity lo que identifica es valor para, inyectando capital y estableciendo un plan de crecimiento de negocio, poder hacer a esas empresas mucho más eficientes y grandes”.
Como ejemplo citó el portal español de inmuebles Idealista, adquirido por el fondo de private equity Cinven para internacionalizar su modelo de negocio. Porque uno de los aspectos que más valoran este tipo de inversores son los modelos de éxito que puedan replicarse en otros mercados. “El private equity te permite acceder, a través de gestores con mucha experiencia, a un universo de oportunidades en el que normalmente la rentabilidad es mucho más alta de la que puedes obtener en el mercado cotizado”, señaló.
Por otro lado, el hecho de invertir con una perspectiva de entre tres a cinco años a la espera de que se ejecute el plan de negocio mitiga la incertidumbre y volatilidad que se vive en las bolsas. “Dicho esto –subrayó Iglesias-, el private equity no es algo sustitutivo de la inversión por ejemplo en renta variable. Cualquier inversor que incorpora private equity en su cartera tiene que identificar cuál es su patrimonio, invertir en renta variable, renta fija, monetarios, etc., y luego reservar un porcentaje para capital privado con el objetivo de maximizar la rentabilidad a largo plazo”.
Otro elemento a su favor -destacó por su parte Tellado- es que el capital privado reúne a personas alineadas para crear valor: “Si se genera valor para el private equity, se genera valor para los inversores”.
El caso de Spotify
Para ejemplificar el funcionamiento, Iglesias abordó el ejemplo de Spotify, una empresa que surgió en 2008 con el apoyo de este tipo de inversión, que le permitió crecer en sus distintas fases. Diez años después, Spotify decidió salir a bolsa, con una valoración de 30.000 millones de dólares. Es decir que pasó de cero a 30.000 en 10 años.
En la actualidad cotiza por encima de 90.000 millones, y es cierto que los inversores han ganado mucho dinero con las acciones, “pero hay que ser conscientes de que lo importante, y la curva de crecimiento bestial está en los diez años anteriores, desde que era una compañía que se crea y valía cero y pasa a valer 30.000 millones de euros”.
“Normalmente, la rentabilidad del private equity cuando se han identificado buenas oportunidades de inversión es de doble dígito alto. Pero hay un riesgo también, que es el riesgo de liquidez. Y es que, como os he contado con Spotify, crear una cosa de cero y poder internacionalizarla es un proceso que no se puede hacer en el transcurso de días ni de semanas ni de meses, sino en años”.
La liquidez, en el punto de mira
Por ello se habla de un horizonte temporal de cinco años, para luego durante otros cinco años recibir la rentabilidad que se ha obtenido. Y aunque existen formatos como los vehículos evergreen, que permanecen abiertos y permiten a los inversores entrar y salir, Iglesias consideró que se trata aún de un producto nuevo y por tanto debería testarse en el mercado institucional antes de pasar al minorista.
Por su parte, Tellado recordó que si un inversor “tiene pánico a la iliquidez, este producto no es para él”. Porque ante un imprevisto siempre existen maneras de encontrar una solución, como la venta en el mercado secundario, pero «el problema se plantea si no has diversificado y no eres consciente del riesgo que hay en este producto, en caso de que los mercados se den la vuelta y empiece a haber tensiones y todo el mundo quiera vender. Tienes que diversificar y pensar qué porcentaje de tu patrimonio puedes dedicar a este tipo de productos”.
En el caso de un family office, con un patrimonio de 10 millones de dólares, Goldman Sachs recomienda un porcentaje en private equity de en torno al 45%, y los endowments de Harvard y Yale rondan incluso el 72%. «Pero en España, por legislación, el minorista puede destinar un máximo del 10% de su patrimonio. Nuestro objetivo es por tanto maximizar ese 10%», dijo Iglesias.
De hecho, ambos ponentes consideraron que el porcentaje podría ser mayor al 10%, pero que en Europa existe un cierto exceso de regulación y aversión al riesgo. «Deberíamos cambiar no sólo la educación financiera, sino también el modelo: no hay un problema en asumir riesgos e intentar que estos riesgos creen mucho más valor. Lo importante es que los distintos activos se conozcan, que haya mucha más educación financiera y ruptura con esta idea de no tomar ningún riesgo», señaló Tellado.
Apoyo a la economía real
Con todo, las ventajas son claras, como las elevadas rentabilidades netas medias de un 20% anual de los gestores en los que se apoya Crescenta, que tienen más de 20 o 30 años de track record, o la posibilidad de invertir en nuevos negocios, como fue el caso de Spotify en su momento. “Bajo nuestro punto de vista, la mejor forma de invertir en private equity es a través de los mejores gestores del mundo, sobre todo si eres un minorista que estás incorporando a tu cartera este activo y no quieres grandes problemas, o -aunque lleves tiempo invirtiendo-, lo que buscas es una rentabilidad de una forma fácil”.
El gestor de private equity vive de la rentabilidad que obtenga con la plusvalía por la compraventa de esa participación, recordó Tellado. “Y eso genera una alineación total de intereses con el inversor final. Cuando adquieren una compañía, lo hacen con un plan preestablecido y saben muy bien lo que tienen que hacer”.
También se genera un aporte positivo para la economía en general, porque el dinero que está parado o que los bancos recolocan en el mercado, en hipotecas y en otras actividades que probablemente sean menos productivas, se destina a actividades muy productivas que puedan crear empleo o que puedan crear valor.
Como muestra de ello, Iglesias destacó los resultados de un estudio con EY hace unos meses para cuantificar la oportunidad de distribución de private equity a minoristas en España. “La conclusión fue que hay casi 1,5 millones de personas que tienen el patrimonio financiero de 100.000 euros que exige la ley y cumple con los requisitos para invertir. Y más del 60% de esa gente muestra una predisposición total a incorporarlo a su cartera cuando le explicas en qué consiste”.
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