El 29 de mayo de 1953, a las 11.30 de la mañana, un montañista neozelandés y un sherpa nepalí llegaron a la cima del Everest, dando paso al día internacional de esa conquista, que se celebra desde entonces. El pasado 29 de mayo, también alrededor de esa hora, arrancaba el II Funds Society Investment Summit Alternativos en Toledo, con una mesa redonda en la que Leonardo López, CAIA, Head de CAIA Iberia Chapter, hacía un paralelismo entre los ascensos a partir de entonces a la montaña más alta del mundo (escasos en los años siguientes pero que se fueron multiplicando en las siguientes décadas) y el desarrollo de las inversiones alternativas, desde el inicio de las estructuras de los fondos de venture capital y los hedge funds -al principio limitadas a sectores clásicos- hasta su diversificación y despegue. “En 2025 se espera que entre 600 y 700 personas alcancen la cima del Everest mientras la inversión alternativa está viviendo un crecimiento exponencial en las últimas décadas, alcanzando volúmenes récord, consolidándose como fuente de diversificación y con un crecimiento anual esperado del 8,4%. Ha pasado de ser algo reservado a unos pocos a estar muy presente en las carteras”, abría López el panel bajo el título “Alternativos: replanteando la asignación de activos en un entorno de mercado cambiante”.
En el debate se habló de los beneficios, oportunidades y riesgos de estas inversiones, además de sus palancas de crecimiento y, en concreto, de la democratización que se está viviendo de forma global. Sin olvidar las ideas concretas para los próximos meses… ideas para seguir escalando cimas en los mercados alternativos. Así, los protagonistas de la mesa de debate destacaron temas como infraestructuras (como estrategia más defensiva que se beneficiará del entorno de bajadas de tipos, y de la inversión tanto pública como privada, y que cuenta con ideas diferenciadas como los centros de datos, más ligadas a la tecnología y más allá de las ideas tradicionales de carreteras o aeropuertos), deuda privada (con yields muy interesantes) o private equity, según MoraWealth. “Veremos cómo se puede mantener la evolución en próximos años en un entorno de tipos diferente”, decía Juan Hernando, CAIA, Director Advisory y Gestión de Carteras en la firma.
“En infraestructuras, el apoyo político –políticas de gasto en Alemania- puede ser un acicate”, añadía Puy Carazo, CAIA, Director Wealth Management en Deutsche Bank, que prevé “un desarrollo muy fuerte de los mercados privados”, con protagonismo del segmento inversor wealth o de banca privada.
“Sin duda estoy a favor de los alternativos porque estamos en un entorno de incertidumbre, con una inflación subyacente que sigue presente, con la sensación de que las valoraciones son altas en las bolsas -existe un riesgo de la propia inversión en bolsa que no está suficientemente bien pagado frente a los bonos por ejemplo (de hecho el earning yield gap es actualmente del 1%, pues el earning yield de la bolsa ronda el 3,5% frente a la TIR del bono en EE.UU. que es del 4,5%), por no hablar de los riesgos de concentración en unas pocas compañías o de hechos como que Nvidia valga más que la toda la economía italiana o la canadiense. Si asumes que la correlación entre bonos y acciones a veces no funciona como en 2022, lo mejor que puedes hacer es diversificar y los alternativos lo hacen cuando los incluyes en una cartera”, afirmaba Jose María Martínez-Sanjuán, CFA, CAIA, Global Head of Fund Selection en Santander Private Banking. El experto destacó las oportunidades en infraestructuras sostenibles y digitales –aunque con horizontes de inversión más amplios de lo habitual-, deuda privada –con retornos de doble dígito y en deuda senior-, private equity, especialmente en secundarios, para comprar compañías con descuento, y hedge funds. “Son fondos de cobertura, no de alto riesgo, de forma que pueden cubrir la volatilidad y la incertidumbre mencionada a través de estrategias como los fondos macro o cuantitativos, que reaccionan a los cambios eliminando los sesgos humanos”, añadió.
Una evolución exponencial
En los últimos años, el crecimiento de estos mercados ha sido exponencial, pero el recorrido lo es aún más. “Hemos visto una eclosión, un interés brutal y la razón de ese despertar la encontramos en la situación actual: estamos en un mundo complejo, donde la información es mucha y viaja muy rápido, la alta volatilidad es una constante y se esperan menores retornos potenciales de los activos tradicionales en los mercados cotizados: al buscar dónde obtener mayores retornos y cómo navegar la volatilidad, los alternativos son una buena solución”, afirmaba Martínez-Sanjuán. Los datos hablan por sí solos: según McKinsey, la industria alcanzó los 13,1 billones de dólares (trillions, en inglés) en 2023, mientras Preqin prevé que en 2030 alcance los 28 billones, lo que supone un crecimiento anual del 10%. Con todo, el experto contextualizó: los alternativos todavía suponen un 5% del mercado de inversión total –la mitad de esa cifra, en private equity-, por lo que “queda mucho camino por recorrer y crecer”.
Y más aún porque en España estamos muy lejos de ese 5%: “La regulación se empezó a desarrollar a finales de 2006, con el nacimiento de los FIL y FoFIL en 2007 y truncándose en 2008 en unos años complicados para los hedge funds y estrategias de total return. Pero ese momento ya está olvidado y superado, ahora el crecimiento es exponencial y sobre todo en la parte del cliente privado, que va a impulsar la industria en España. Además las estrategias evergreen y ELTIF van a dar impulso al inversor español, cada vez más sofisticado”, añadía Carazo.
Hernando destacaba cómo el impulso empezó a llegar en un entorno de tipos bajos: “Era impensable dar estos servicios en momentos de tipos altos pero desde 2019-20 se empezó a poner el ojo, con el argumento del entorno de tipos cero, de forma que el inversor más conservador podría incluso pasarse a deuda privada. En los años siguientes el tema spacs, M&A o private equity ya empezaba a permear en la banca privada. Y el empujón regulatorio ha llegado con vehículos como los ELTIF, para ayudar a que el ahorro llegue a los mercados privados y la tolerancia del inversor ha aumentado, la prima de iliquidez es atractiva y genera interés”, destacaba Hernando.
Como cambios estructurales que facilitan su avance, Martínez-Sanjuán mencionó cuatro: (1) la contracción del mercado público –cada vez hay menos IPOs; las compañías cada vez permanecen más tiempo siendo privadas y generan ahí la mayoría del valor; hay siete veces más compañías privadas que públicas, y además en las bolsas a veces no está bien reflejada la economía de un país, pues no están representados los sectores por igual; y, por otro lado, en cuanto a la originación de deuda, la financiación de los fondos privados está supliendo a la bancaria, especialmente en el segmento de small and mid caps; (2) existe un efecto arrastre evidente –los inversores institucionales, como endowments, fondos de pensiones o fondos soberanos, invierten un 30%-40% en alternativos y siguen incrementando, un comportamiento a replicar-; (3) la democratización –los cambios regulatorios animan a que el cliente retail financie a los agentes económicos vía mercados privados-; y (4) la situación de los tipos de interés –estrategias como direct lending ofrecen rentabilidades impensables hace 10 años cuando hemos tenido tipos en cero durante mucho tiempos -o incluso en negativo-.
En línea con el primer punto, Carazo destacaba que si bien hace años los clientes valoraban el tema de la rentabilidad asociada a la iliquidez a la hora de valorar riesgos, en los últimos años se miran más las oportunidades relacionadas con el universo de inversión, pues el 90% de las empresas en EE.UU., Asia y Europa con más de 100 millones de facturación son privadas, de forma que “el inversor no quiere perderse estas oportunidades, muy ligadas al desarrollo de la sociedad (en temas como vivienda, transporte o industria)”.
La democratización: un camino global de no retorno
La democratización, uno de los puntos clave para ese desarrollo, consiste en dar acceso a inversores retail a los mercados privados, un reducto exclusivo del institucional hace unos años. “No está exenta de riesgos que todos los inversores deben conocer, pero la inversión alternativa es positiva y, además, la democratización está ocurriendo a nivel global, se está dando de forma coordinada”, decía Martínez-Sanjuán, recordando que en EE.UU. en 2020 la SEC cambió los criterios por los que a un inversor se le puede calificar como accreditted investor (AI), relajando las exigencias y permitiéndole la compra de fondos complejos. En ese caso, se amplió la base de clientes potenciales para los alternativos cambiando la definición de AI que, si antes se centraba en un patrimonio mínimo e ingresos, ahora tiene el foco en los conocimientos y experiencia inversora. En paralelo, en Europa se crearon los ELTIF en 2015, que en 2024 tuvieron su versión 2.0 de forma que se permitió vender a minoristas bajo la directiva comunitaria y se relajaron los mínimos de inversión así como los requisitos de patrimonio mínimo, lo que supuso un cambio sustancial. “En Europa creamos el vehículo y bajamos los requisitos, en una acción coordinada que favorece la democratización”, explicaba el experto de Santander Private Banking.
También Hernando se mostró a favor de esta democratización, pues hay una base de inversores que se puedan beneficiar, pero matizaba: “Hay que explicar bien dónde están invirtiendo los clientes, no solo en la parte de la iliquidez pues a veces surgen figuras como vehículos semilíquidos o evergreen y hay que ser conscientes de los problemas que puede haber y reajustar las expectativas de rentabilidad, teniendo en cuenta la complejidad de hacer líquido lo ilíquido”, añadía.
“España no es un país caracterizado por un alto conocimiento financiero del inversor final. Es, sin duda, menor que en el mundo anglosajón donde tradicionalmente el inversor ha accedido a mercados e instrumentos financieros más complejos y desde hace mucho tiempo; aun así ha mejorado pero es clave que todos sigamos trabajando para saber de lo que estamos hablando y aún queda mucho por hacer, el saber no ocupa lugar. Aunque al hablar de sofisticación, obviamente no es lo mismo referirse a un cliente institucional, que suele contar con sus equipos de due dilligence y con unos recursos mayores, que los de un inversor retail», añadía en la misma línea Martínez-Sanjuán.
Carazo considera los semilíquidos como una buena opción, puesto que permiten entrar con todo el dinero desde el principio, sin llamadas de capital, y a partir de cantidades pequeñas, permitiendo el desarrollo de los mercados privados y financiando actividades reales y empresas no cotizadas: “Con estas carcasas podemos incluir los alternativos dentro de la asignación estratégica de activos. Con un horizonte de largo plazo tienen que suponer una parte relevante del patrimonio, por encima del 5%. Eso implica formación y tolerancia a la iliquidez”, añadía.
Beneficios, riesgos y formación
Tras definirlos, los expertos hablaron de beneficios y riesgos que ofrecen estos mercados. «Hay dos formas de definir las inversiones alternativas, en primer lugar como lo que no son o, por lo contrario, como lo que son. Podemos decir que las inversiones alternativas son las inversiones que no son tradicionales –cash, bonos o acciones invertidas en mi cartera de forma “larga”- y si tratamos de definirlas en positivo, es decir, por lo que son, resulta algo más complejo. En esencia podemos hablar de cuatro pilares y quizá un quinto diferencial”, explicaba Martínez-Sanjuán, mencionando el capital privado (private equity y deuda privada), los activos reales (infraestructuras y real estate) y un quinto pilar –diferente porque funciona en el mundo cotizado- que son las estrategias de hedge funds. Estas a su vez son muy diversas entre sí, y la heterogeneidad es lo normal.
Los beneficios se centran en la generación de rentas, la protección frente a la inflación y las correcciones o la creación de valor pero sobre todo, en conjunto, en la diversificación, la apertura de oportunidades de inversión y la descorrelación. “Normalmente tendemos a ver los beneficios que generan los activos privados mirándolos de forma individual, como la generación de rentas o la protección ante la inflación (real estate, infraestructuras), la creación de valor (deuda privada y estrategias de hedge funds) o la protección ante correcciones de mercado (oro, estrategias de mercado neutral), pero es más importante verlos en conjunto pues nos abren un universo de inversión mucho más amplio (también para invertir en la economía real, pues en el S&P 500 el sector que más pesa es la tecnología, mientras el industrial es el que más pesa en la economía), de forma que complementan al resto de activos y hacen que las carteras pueden ser más eficientes y robustas”, explicaba Carazo.
Para Hernando, la diversificación de retornos y la descorrelación con respecto a los activos tradicionales son la clave. “En el largo plazo se ha demostrado que los activos alternativos mejoran las fronteras eficientes, pero a veces ha pasado que en momentos de máximo estrés, como 2018, no terminaron de dar lo que se esperaba de ellos. El inversor a veces se queda con lo negativo, con el estrés de corto plazo y el no cumplir expectativas que se vio en los alternativos líquidos. Es un auténtico mundo pero al invertir en ellos sobre todo se busca descorrelación”.
Como riesgos, los expertos destacaron riesgos inherentes a los mercados privados como la iliquidez, el riesgo de valoraciones o de información, pero también otros como el riesgo gestor, el de “titulares” o el de las modas. “Existe el riesgo idiosincrático al gestor o al equipo gestor, y quizá es más relevante en los alternativos que en los mercados tradicionales porque la dispersión de resultados es más fuerte en el segmento de los alternativos ilíquidos que en otros. Los estudios también hablan de persistencia, de forma que los que lo suelen hacer bien suelen mantenerse, algo que no resulta tan común en otros activos. Por eso requieren de una due dilligence más artesanal, es un mundo más heterogéneo en el que es más compleja la comparabilidad. Sin olvidar el riesgo de “headlines”, pero para eso están los selectores, que en España tienen mucha formación para evitar esos riesgos de titulares”, añadía Hernando. “El riesgo de valoraciones está sobre la mesa: como no hay precio todos los días, la sensación de movimientos es más suave. También ocurre con la información: como no es pública puede haber un cierto sesgo de supervivencia, de forma que publica información aquel al que le va bien y no lo hace aquel al que le va mal. También está el riesgo de las modas: a veces hay cierta concentración en alguna estrategia que se pone de moda”, añadía Carazo.
Más allá de sus riesgos, y gracias a sus beneficios, al entorno de mercado –volatilidad en los cotizados y oportunidades en los segmentos privados-, a un impulso regulatorio que favorece la democratización y a los nuevos formatos, la industria alternativa tiene las bases para seguir creciendo con fuerza. Eso sí, con la educación financiera de por medio. Los expertos coincidieron en la necesidad de mejorar la formación del profesional y del inversor: “Por nuestra parte la formación CAIA es muy buena opción para estar formado y actualizado. Cuando es algo que está creciendo tanto es la pescadilla que se muerde la cola: cuando te interesa te informas y lo vas metiendo y se va a generar interés y experiencia por propia demanda”, decía la experta de Deutsche Bank. Hernando, por su parte, destacaba las microcredenciales de CAIA, y señaló el interés generado por los activos digitales, otro tema en boga.