Jody Jonsson, gestora de Capital Group, con casi 40 años de experiencia en la industria, ofrece cinco consejos para construir una cartera de inversión. Una guía util, teniendo en cuenta la elevada incertidumbre existente en el actual contexto de mercado y geopolítico.
Lanza dentro de la zona de strike
En béisbol, la zona de strike se define como un área imaginaria que se extiende aproximadamente desde las axilas del bateador hasta la parte superior de sus rodillas. Esta zona varía para cada jugador en función de factores como la altura, la postura corporal y la posición de bateo. «Para mí, un principio clave de la construcción de carteras es hacer swing a los lanzamientos que están en la zona de strike», afirma.
Jonsson considera que su zona de strike para invertir son las empresas con ventajas competitivas, posiciones dominantes o crecientes en el mercado, balances sólidos, equipos directivos eficaces y sectores que conoce bien por su experiencia como analista. Invertir con estas condiciones, en su zona de strike, a menudo le da una ventaja inicial y aumenta su confianza, lo que le permite centrarse y ser paciente incluso cuando la tesis de inversión parece incierta.
Por el contrario, las empresas con un elevado apalancamiento, los negocios cíclicos y los métodos de valoración poco claros suelen quedar fuera de su zona de confort. «Todos los valores que me han preocupado han estado fuera de mi zona de strike de alguna manera», observó.
No sea ingenuo con el índice
Los inversores bottom-up suelen decir que se centran en empresas concretas y que no siguen un índice de referencia cuando hablan de la rentabilidad de su cartera. Si bien es cierto que este tipo de inversores no están obligados a seguir un índice, Jonsson cree que tampoco deberían ser «ingenuos con los índices».
Al no prestar suficiente atención al índice de referencia, a menudo ve cómo sus homólogos del sector mantienen posiciones infraponderadas en empresas de alta convicción. Esto puede devaluar su duro trabajo porque, incluso si la tesis de inversión se cumple, dichas participaciones acabarían teniendo un efecto detractor relativo.
Para evitar caer en las mismas trampas, hace un seguimiento de sus mayores sobreponderaciones e infraponderaciones, justificando detalladamente sus tamaños. A menudo revisa sus decisiones para asegurarse de que estas posiciones mantienen un tamaño óptimo. «La clave estriba en que cada decisión que tomo tenga una intención», explica.
Sea audaz, no temerario
Como inversora, una de las lecciones clave que ha aprendido en su carrera es diferenciar la audacia de la temeridad. La audacia consiste en formarse convicciones, ver oportunidades que otros no ven, aprovecharlas y comprometerse significativamente. La imprudencia, en cambio, implica posicionamientos que provocan vías de agua por debajo de la línea de flotación, creer que se ha burlado al mercado, e invertir de forma que se ponga en riesgo un fondo.
Una forma más leve y común de imprudencia es que los gestores de cartera se desvíen del camino. Algunos ejemplos son sobrecarga de inversiones de pequeña capitalización en un fondo de gran capitalización, sobrecargar siempre las inversiones no estadounidenses en un fondo estadounidense o mantener perpetuamente grandes cantidades de efectivo.
Conozca la visión macroeconómica que representa su cartera
¿Ha oído alguna vez a un inversor que sigue una estrategia bottom-up decir: «Yo no invierto basándome en factores macroeconómicos; simplemente selecciono valores»? Si bien esto puede ser cierto a nivel individual, la variedad de empresas de una cartera de inversión puede reflejar opiniones macroeconómicas específicas.
Si una cartera incluye principalmente compañías de alto crecimiento con valoraciones elevadas, la visión macro esperaría que los tipos de interés a largo plazo disminuyeran y la inflación se mantuviera estable. La rotación que se produjo en 2022 de los valores de crecimiento a los de valor puso de relieve una lección clave: muchos inversores descuidaron la visión macro que representaban indirectamente sus carteras y, cuando las condiciones cambiaron de forma brusca, se encontraron con que sus posiciones carecían de diversidad y acabaron comportándose de forma similar.
«Las correlaciones cambian y pueden llegar incluso a 1,0 (correlación positiva) en entornos estresados», afirma Jonsson. «Siempre es importante pensar en posibles acontecimientos que podrían poner a prueba las visiones macro implícitas en sus carteras, incluso si se es un inversor bottom-up».
El valor monetario del tiempo
Existe un coste de oportunidad asociado a las posiciones que no se comportan bien, y cuanto más tiempo pasen sin funcionar, más tendrá que aumentar su valor para justificar su mantenimiento.
Si una acción ha caído un 80% y espera a que se recupere un 20% antes de venderla, tal vez sea mejor seguir adelante. Sólo merece la pena esperar si se está convencido de que la acción puede revalorizarse significativamente, pero hay que tener un calendario y una estrategia claros. Ser inversores a largo plazo no significa evitar recortar pérdidas cuando la tesis de inversión original deja de ser cierta.